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CAPÍTULO 9:

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DESCUBRIMIENTO DE LA CUARTA PROFECÍA

Firop y su esposa Riatua había logrado traer al mundo a un nuevo sucesor, Ïlarian era el hijo perfecto, el heredero perfecto, pero lo que más la desconcertó a la joven Triored fue que Firop no hiciera nada para proteger a su segundo hijo, había impuesto que su primogénito fuese el heredero a su trono y poder, quizás por el miedo que aplacaba su corazón cometió el sacrilegio de abrir el cofre que era resguardado en lo más alto del palacio.

Sin poder conciliar el sueño, tras los sueños crueles de acunar a un niño entre sus brazos para que luego este le sea arrancado sin piedad, Triored se sentía cada vez más frustrada consigo misma.

Firop ya tenía entre sus manos a un niño, a ese hermoso niño que ya cumplió un dos y era tan vivaracho, tan inteligente para su edad, siempre al verlo las lágrimas le amenazaban con aflorar y por primera vez en mucho tiempo deseó no haberse casado con el primogénito y heredero y que quizás su hermano menor hubiese sido una mejor opción, pero Linus no le dio a escoger, Triored cerró los ojos y trató de no recordar cómo es que fue nombrada la prometida del rey.

No era una mujer vengativa y mucho menos rencorosa, era conocida por su gran corazón, pero no soportaba ver al hijo de Riatua, sintiendo envidia por esos momentos, no aguantaba ver aquellas manitas acariciar los cabellos de su madre y como olvidar aquellos penetrantes ojos azules, la belleza de tan pequeño niño le causaba insomnio, un desvelo infernal, despertándola cada noche por el recuerdo, obligándola a levantarse y deambular por los pasillos del reino.

Esa noche, bajó las gradas de sus aposentos, caminando hasta la parte trasera del palacio, observó por el gran ventanal la lluvia intensa, así como la oscuridad, pero una ranura de luz llamó su atención en el templo que Sanel y sus primeros hermanos construyeron para Dios.

Abrió la puerta con cuidado, cubriéndose con sus manos del frío, cruzando el jardín a grandes zancadas, con el corazón martilleando en su pecho, levantó la mano para poder abrir la puerta, pero lo único que consiguió fue que esta se abriera sin que ella la tocara, entró a la sala, sintiendo que una neblina cálida cubrió sus pies, además del crujido de la puerta que al cerrarse sola la hizo respingar del susto. Entonces vio la mesa cubierta de una seda blanca, se acercó con cuidado, viendo desaparecer ante sus ojos el campo de fuerza que lo cubría, tomando entre sus manos el cofre, lo vio abrirse sólo para mostrarle el contenido, cuatro papiros enrollados con lazos y anillos sellándoles.

Entonces vio el listón rojo, deslizando sus dedos sobre el sello, sintiendo la fuerza que emanaba, sin querer lo abrió con cuidado, leyendo las inscripciones antiguas, encontrando una noticia devastadora.

Los salvadores del destino, traerán consigo la señal del amor.

Los salvadores son Ángeles de Paz, Guardianes Blancos, son en realidad.

Una niña llena de cálida expresión.

Pertenece al fuego, es de la casa del Gran Uran, un símbolo de paz.

Expresión del mundo, luz del Día separa la noche de todos los Días.

Su color será el rojo, su sello el Lobo en todo su esplendor y ardiente corazón.

Su nombre verdadero Alox. Hija de Linus y Triored. Linaje directo del grandioso Uran.

Sacrificara su poder para escuchar la voz del todo poderoso, don que perdimos por las batallas y el mal.

Separados por la muerte, aislados con dolor.

Crecerán separados, con una familia de humanos.

Que les dará lo necesario como cariño y comprensión, son fieles al destino que los encadena y oprime con temor.

Acompañados de un fiel amigo, el protector vivo, guardián del linaje, ese será su destino.

Un tigre, un salvador, es mitad animal, mitad ángel guardián.

Miaka para ella será un padre más, se asegurara que resguardar la prevalencia de la sangre real.

Alas blancas, corazón de hierro.

La debilidad y temor es el amor verdadero.

Serán como mortales, vivirán como tal, serán humanos con la diferencia de que tendrán poderes para proteger al bien del mal.

Sin preocupación y fascinación traer a la vida un mundo de sueño y libertad para amar

Los medallones de gran poder darán inmortalidad y acceso a la puerta de Dios como única opción, control sobre el mundo y toda la creación.

El peligro es extremo, regresaran a su reino y verán el pasado, presente y futuro, verán nacer la vida de un nuevo imperio unido.

Darán vida al nuevo linaje real ese es su destino.

Cubriendo su boca con el puño, amortiguó un grito ahogado, sus ojos no resistieron más las lágrimas, dejándolas caer por su rostro, se dio con la sorpresa de que todo lo que vio pasar frente a sus ojos era cierto, incluyendo las murmuraciones, todo era real, era y estaba escrito en esos pedazos de papel antiguo, al descubrir ese gran secreto, guardó el papiro cerrando la caja, el poder de protección cubrió de nuevo los cofres.

Salió corriendo de lugar, entre sollozos y las manos temblorosas, como era posible que su hija sea la clave para la destrucción de los enemigos y la nueva raza que llegaría al mundo.

Subió a sus aposentos, cerró la puerta tras sí, recargándose en ella trató de recuperar el control de sus piernas temblorosas, pero no logró tranquilizar su agitado corazón.

—Veo que has descubierto la verdad.

Triored dio un respingo ante la voz de su esposo —¡Linus! ¿Qué haces aquí? —le vio sentado al borde la cama, con los codos sobre las rodillas y sus hombros hundidos.

—Acaso está prohibido que un esposo visite el lecho de su esposa.

—En este caso sí, ya que nunca lo visitas —ocultó el temblor de sus manos detrás de su espalda.

—Veo que tu curiosidad te ha llevado lejos querida Triored —se levantó de la cama y quiso dar un paso hacia su esposa.

—No te me acerques, me das asco —trató de alejarse de su marido, pero solo logró enfurecerlo.

—No Triored, me amas y puedo comprobarlo por el brillo de tus ojos —sonrió con sorna ante el sonrojo de su esposa.

Parpadeó resulta a ahuyentar sus lágrimas —Vete de aquí, no quiero verte. Como compartir mi vida con un asesino, que no tiene remordimiento alguno al matar a tantos inocentes.

Linus se acercó a ella a grandes zancadas sosteniéndola de los brazos, evitando que huyera de él —Mis antepasados hicieron lo mismo ¿Qué ha cambiado?

—Tú lo has hecho, solo te casaste conmigo por esa profecía. Por eso tú obligaste a tu hermano —no logró completar la frase ya que Linus la interrumpió abruptamente.

—¡Calla! Sabes bien que no podemos hablar de él, no cuando su nombre ha sido borrado de todo registro en nuestro mundo.

—Gracias a ti —negó con la cabeza, no deseaba permanecer ni un segundo más atada a ser sin remordimiento —No quiero tener hijos, no sabiendo lo que le sucederá.

—Pero los tendremos.

—No si puedo impedir que el curso de la cuarta profecía. Tendremos una hija, será nuestra salvación, pero la perderemos, me obligaras a perderla, deberá dar su poder a cambio, su vida y su esencia, mientras que Ïlarian como único varón ocupará el trono.

—Sabes que es un sacrilegio que paga con sangre. Romper el sello de una profecía se paga con sangre.

—Pues mátame de una vez, despójame de mis alas y lánzame a los infiernos.

—Sabes que nunca podría hacerte daño.

—¡Pero lo harás! ¿Nuestra hija morirá? ¿¡Morirá!? —gritó sujetando con fuerza de las prendas de su esposo.

—Lo siento, es nuestro destino —extendió su brazo y cerró delicadamente los ojos de su esposa susurrándole al oído —Lo que estos ojos tan hermosos han visto, no podrás decirlo ni esparcir por el mundo, pero déjale una señal de vida a nuestra pequeña Alox, la cadena de primogénitos será rota y con ello el destino de nuestra hija será el sufrimiento, la extinción de nuestra raza se acerca.

—Solo te pido que le lleves a un lugar seguro cuando todo esto termine —respondió, pero al escuchar las palabras de Linus, se le ocurrió una gran idea, guardaría silencio después de lo que leyó, pero le daría a su hija las pistas necesarias para poder seguir con vida.

Cuando amaneció, mandó a elaborar una bola de nieve y cristal, con la estructura de un palacio blanco con bordes de oro, una imagen viva de su reino, pero en cada torre un compartimento secreto y con una inscripción que le daría esperanza y como también una idea de lo que ella resguardaría “Serás grande, tú ataras a la maldad y desataras la verdad, eres un corazón valiente, eres poderosa con una gran mente, no te dejes vencer por los que te lastiman, cuando estés triste mira este reino y liberaras mi alma que te seguirá por siempre – Con amor mamá”

Con una tristeza muy profunda, dudas que se acumularon en su corazón, sentía que una espada cortaba su corazón en pedazos, susurrándose cada mañana —Tendré que aceptar mi destino, pero veré crecer a mi hija a través de esta esfera o mejor no tener ese hijo que morirá por muchos —levantando esa esfera, por días y horas, hasta que un desmayo, confirmó su temor más grande.

La venganza del caído

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