Читать книгу No te olvides de los que nos quedamos - Nélida Wisneke - Страница 7

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Estaba a punto de dormirme en el regazo de mi abuela. Sus manos fuertes acariciaban suavemente mi cabeza y sus dedos se enredaban en mi abundante cabellera. Quería detener el tiempo. Quedarme eternamente así. Sintiendo la tibieza de su cuerpo y la seguridad de que, mientras estaba junto a ella, nada de lo que habían predestinado para mí, desde que estaba en el vientre de mí madre, ocurriría.

Abrí los ojos cuando vi llegar al abuelo con un atado de caña de azúcar cargado en la espalda. Lo dejó en la sombra. Escuché el ruido de las varas del dulce jugo cayendo al suelo y al darme vuelta alcancé a ver unos gestos con los que se comunicaban los mayores, cuando los niños andábamos cerca. No entendí nada. Sentí que mi abuela se estremeció y creo que escuché un sollozo. Quise levantar la cabeza, pero ella presionó mi espalda firmemente y no dejó de acariciarme, tampoco me permitió mirarla.

Mi abuelo se sentó en un banco bajito, recostó su cansada espalda en la pared del humilde rancho, levantó su mano hasta una especie de mesa sobre la que había un cedazo con las chalas del maíz que habíamos desgranado la noche anterior, sacó de un “bocó” 1 un trozo de tabaco negro y con su “canivete” 2 lo empezó a cortar finamente. Acarició con la yema de sus dedos la suave y transparente hoja sobre la que dejó caer las finas hebras. La envolvió. Rozó su lengua humedecida sobre uno de los bordes del casi cigarro, lo cerró y fue hasta el fuego. Tomó uno de los tizones encendidos, lo aproximó hasta cerca de su boca e hizo arder el precario envoltorio que mitigaría, en parte, su angustia. Volvió hasta el banquito y ya sentado hundió con fuerza sus talones en la tierra.

Había cerrado mis ojos y, cuando estaba a punto de dormirme, la escuché:

Não se esqueça de falar3 Dos que ficamos aqui. Não negue de onde viemos Para assim não me ferir.

Fala de mim para eles,

Conta pra eles de mim.

Diga que estamos aqui,

Más que nós, não escolhemos,

Esse lugar pra ficar.

Que qualquer lugar é bom,

Se a gente tem liberdade.

Não assim, só fatalidade

E triste está o coração.

Desde que a gente chegou

Somente é sofrimento,

Trabalhamos qual jumento,

Desde que amanhece o dia,

E nem sequer pela noite

Recebemos a comida.

Fala de mim para eles

Conta pra eles de mim.

Às vezes você vai rir,

E outras somente chorar,

Mas não deve esquecer,

No lugar onde estiver:

Você é filha destas terras

E de nós que não tivemos

Outro solo pra escolher.

Fala de mim para eles,

Conta pra eles de mim.

No te olvides de los que nos quedamos

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