Читать книгу Escribiendo por el mundo - Noelia Truffa - Страница 11

Otras pequeñas cosas que pasaron en Turquía

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En Estambul sentí que estaba unida a esa ciudad mágica desde alguna otra vida (aunque en esta nunca había estado antes). Lamenté que no hubiéramos tenido muchísimo más tiempo para recorrerla y se me ponía la piel de gallina cada vez que escuchaba el llamado a la oración retumbando a nuestro alrededor desde decenas de mezquitas sonando al mismo tiempo.

En Alaçatı, un pueblito de la península de Çeşme, sobre el mar Egeo, encontré algunas de las puertas más interesantes y de los colores más variados que vi en mi vida. Les saqué foto a todas y cada una de ellas. Sin que lo supiera, fue la semilla para el proyecto fotográfico de puertas que nacería unos meses más tarde y se llamaría Un mundo en la puerta.

En Estambul me sorprendí al ver que la gente compraba simit (pan turco con forma de anillo cubierto con semillas de sésamo) en los puestos callejeros, especialmente para dárselo a los miles de gaviotas que estaban alrededor y pensé “Qué bueno vivir en una ciudad donde haya tantas gaviotas”.

Mientras cenábamos en un pequeño restaurante de Izmir repleto de gente, el dueño y otros cuatro hombres que aparentaban ser músicos amigos de la casa empezaron improvisadamente a tocar música turca y sentí que estaba en uno de los momentos pico del viaje por Turquía. Todavía me resuena la melodía en los oídos.

En Estambul tomé un barco de línea para volver a casa y pensé “Qué bueno vivir en una ciudad donde los barcos sean un transporte tan cotidiano como los colectivos, subtes, tranvías o trenes y, de paso, donde se unan dos continentes”.

En Şirince, un pueblito de seiscientos habitantes de mayoría griega, en la provincia de Izmir, probé por primera vez el dulce de leche fuera de Argentina. Lo vendían en un mercado de artesanos y lo llamaban “mermelada de leche”. Era mucho más líquido y menos dulce que el dulce de leche de toda la vida.

En Estambul amé, además de los “imperdibles”, justamente lo contrario, perdernos por esas calles recorridas por tanta gente desde hace tanto tiempo, sin tener la menor idea de adónde nos iba a llevar el camino.

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