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Cerebros femeninos… en la práctica

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La fortaleza de la mujer para atravesar las distintas etapas de la vida desafiando imposibles, sumada a las capacidades diferenciales de su cerebro (tanto en lo innato como en lo adquirido), se refleja claramente en los resultados que obtiene en los diferentes ámbitos en los que se desempeña.

En este apartado iré varias veces desde el presente al pasado, y viceversa, remitiéndome a hechos que datan de cien años atrás, por ejemplo, cuando en Occidente se produjo la primera ola de participación femenina en el mundo del trabajo organizacional (durante la Primera Guerra Mundial). Este hecho tuvo su correlato en el ámbito político, que permitió a la mujer demostrar con creces su enorme capacidad. Si bien su derecho a votar comenzó a instaurarse en el siglo XIX, esto es, demasiado tarde, tuvo una especie de efecto dominó, ya que varios países se fueron sumando rápidamente.

Entre los pioneros en legalizar el sufragio femenino se encuentran Nueva Zelanda (1893) y Australia (1902).

En Europa las mujeres pudieron votar por primera vez en Finlandia (año 1907) y luego en otros países escandinavos cuya organización social sigue siendo un modelo para el mundo entero: Suecia y Noruega.

En España el derecho de la mujer a votar fue reconocido en la Constitución de 1931; en Francia data de 1944; en Alemania, de 1918 y en los Estados Unidos, de 1920.

Afortunadamente, otros países fueron más allá, permitiendo a la mujer presentarse a elecciones y acceder al parlamento. Nuevamente, Finlandia dio el primer paso, constituyéndose en un ejemplo para el mundo sobre los grandes beneficios de integrar el enorme potencial del cerebro femenino a la toma de decisiones que definen el presente y el futuro de un país.1

Teniendo en cuenta que en aquella época Finlandia ni siquiera era una nación, sino un ducado autónomo dependiente de Rusia (de la que se independizó diez años más tarde), se entiende por qué ese país sigue siendo un sinónimo de igualdad de oportunidades.

Otro dato histórico relevante es que en Finlandia las mujeres ingresaron a la universidad en 1870 y hoy son mayoría en los claustros.

El cerebro femenino en acción

María Montessori

(1870-1952)


Médica, pedagoga científica, psiquiatra, filósofa, antropóloga, y humanista italiana.

Fue la primera mujer en graduarse en Medicina en Italia. De formación multidisciplinaria, desarrolló su propia clasificación de enfermedades mentales y renovó por completo los métodos pedagógicos de principios del siglo XX.

La incorporación progresiva de las mujeres en el mundo del trabajo dio como resultado una mayor productividad.Este fenómeno comenzó a observarse con claridad durante la Primera Guerra Mundial, debido a que muchas se vieron obligadas a reemplazar laboralmente a sus maridos, que se encontraban luchando en el frente.En el sector industrial, el alto desempeño de la mujer facilitó y promovió su incorporación.En el sector servicios, la presencia femenina fue creciente. Esta tendencia continuó hasta nuestros días. Por ejemplo, en la Unión Europea la mayor parte de la población activa femenina está empleada en servicios.

Quisiera destacar que tomé un período que no encaja exactamente con los cien años que integran cada siglo porque los acontecimientos sociales y políticos (principalmente en Europa y los Estados Unidos) se precipitaron con mucha rapidez a partir de 1914, sacando a las mujeres de las tareas hogareñas a las cuales estuvieron confinadas durante milenios y transportándolas a escenarios impensados, como las líneas de producción de las fábricas, las universidades y los parlamentos.

LA MUJER EN EL MUNDO DEL TRABAJO ORGANIZACIONALPrimeros pasosLa gran ola de inclusión de la mujer en el mundo del trabajo organizacional, que tuvo su correlato en cambios socioculturales sin precedentes, se produjo al comenzar la Primera Guerra Mundial.Debido al reclutamiento de la población masculina para ir al frente (unos 65 millones de soldados en total), muchas comenzaron a asumir responsabilidades que eran impensadas años atrás, cuando parecían estar destinadas solo al cuidado de los hijos y las tareas domésticas.Las cifras en la Europa de aquel entonces son impactantes:Aproximadamente el 40% de la producción (en los países participantes) estaba a cargo de mujeres.En el sector bancario europeo, el número de puestos ocupados por mujeres se multiplicó por 6,5, pasando de 9.500 puestos a aproximadamente 62.000.En 1916, casi todos los tranvías, las ambulancias y los camiones urbanos eran conducidos por mujeres.En el comercio, la participación femenina se multiplicó por dos: pasó de medio millón a un millón.En las fábricas de armas, cerca del 40% de la plantilla estaba integrada por mujeres.En Gran Bretaña el número de mujeres que trabajaban en las fábricas de metales se multiplicó por tres: pasó de 180.000 a aproximadamente 600.000.En los centros de salud, el 90% del personal estaba constituido por mujeres.En las compañías telefónicas, la mayor parte de los puestos estaban ocupados por mujeres.

Este devenir de la historia impactó tanto en aquellas que fueron sorprendidas por los sucesos –concretamente, por la escasez de mano de obra masculina debido al reclutamiento de los varones para la guerra–, como en las que venían luchando contra viento y marea para ocupar su lugar en un mundo empecinado en segregarlas, privándose tanto a sí mismo como a ellas de los enormes beneficios de su talento.

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