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Mujeres en acción. Presente y proyecciones futuras

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El notable protagonismo que han adquirido algunas mujeres, que se visibiliza año tras año el 8 de marzo, cuando se celebra internacionalmente su día, explica (en parte) el interés creciente por descubrir el soporte neurobiológico que sustenta sus logros.

En lo relacionado con el liderazgo y todos los puestos que requieran habilidades de comunicación, el cerebro femenino se lleva la mayor parte de los créditos dado que posee mayor cantidad de neuronas espejo que el masculino, por lo tanto, es más empático y más comunicativo.

Cuando las mujeres progresan, las empresas progresan; sin embargo, estas continúan desperdiciando su talento.Las tasas de ocupación femenina han aumentado mucho durante los últimos cien años, y el ascenso de la mujer hacia las posiciones de CEO ha sido y sigue siendo notable.Sin embargo, hay diferencias que es imprescindible zanjar.• En los cargos altos siguen siendo minoría (en comparación con los hombres).• Su nivel de ingresos (en promedio) sigue siendo menor que el de los varones.

La empatía emocional, que es la capacidad de sentir lo que otra persona está sintiendo (aunque en un grado menor), hace que la mujer tenga cualidades superiores a las del hombre para implementar la denominada gerencia de la felicidad, cuyo foco consiste en asegurar el buen clima laboral.

El interés en este tipo de gerencia tiene su correlato en el liderazgo del futuro, enfocado en la espiritualidad en el mundo de las organizaciones e inserción social de los sentimientos. Ello no implica pasar a un segundo plano las habilidades cognitivas y los conocimientos técnicos necesarios para un buen desempeño; lo que se busca es potenciarlos en ámbitos de trabajo que propicien la motivación, la creatividad, la armonía y el bienestar laboral.

Hablando siempre “en promedio”, dado que hay muchos hombres que implementan eficazmente esta especie de “filosofía práctica” en el mundo del trabajo que es la gerencia de la felicidad, no caben dudas de que el cerebro femenino tiene condiciones extraordinarias para ello.

El cerebro femenino en acción

Josephine Esther Mentzer

(1908-2004)


Estadounidense.

Nacida en el barrio obrero de Queens (Nueva York), creó la gigantesca industria de cosméticos Estée Lauder, que lleva el apellido de su marido, Joseph Lauder, quien se convirtió en su socio.

Su pasión por el cuidado de la piel y la cosmética comenzó a revelarse durante la adolescencia, cuando fabricaba cremas faciales y ungüentos en un horno casero.

En 1998 fue la única mujer en la lista de “Los 20 genios comerciales más influyentes del siglo XX”, publicada por la revista Time. Previamente, en 1978, se convirtió en la primera mujer en ser condecorada con la Legión de Honor.

Por ejemplo, en un informe presentado por Deloitte para el diario El Financiero (en Centroamérica, donde trabajo durante parte del año) puede leerse lo siguiente:

• “Las mujeres exitosas crean climas laborales más sólidos para sus equipos con relación a sus pares masculinos”.

• “Por su empatía, las mujeres suelen estar muy preparadas para gestionar entornos diversos o cambios dentro de la organización”.

Destaca el informe, con el que coinciden otros que he leído y con mi propia experiencia como consultor, que los puestos clave ocupados por mujeres se ubican en una amplia gama de industrias, entre ellas, servicios financieros, alimentos y bebidas, consumo masivo y salud.

Ahora bien, ¿cuántas mujeres ocupan el lugar que merecen? ¿Cuántas ganan el dinero que deberían ganar? La investigación empírica confirma que debería haber más mujeres en puestos de liderazgo; sin embargo, y aun cuando han demostrado con creces sus habilidades para conducir equipos de trabajo, en las gerencias y los cargos superiores la mayoría de los puestos siguen ocupados por varones y, lo que resulta más incomprensible aún, la mujer continúa en desventaja en materia de ingresos.

Para que el lector pueda verlo con mayor claridad, en los apartados que siguen proporcionaré algunas cifras. Teniendo en cuenta que los datos cuantitativos terminan siendo abrumadores y difíciles de retener, utilizaré solo los que considero necesarios para que se pueda visualizar que en el siglo XXI hay varias zonas, incluidos los países avanzados, en los que la mujer continúa en desventaja, tanto para acceder a puestos gerenciales como en materia de ingresos.

Comenzaré por un informe que, si bien data de 2014, contiene datos recabados por la firma Mercer a nivel casi planetario (en 28 países y entre 1.700.000 empleados de ambos sexos)4.

Las siguientes son las principales conclusiones:

• […] “uno de los factores más significativos que limitan el potencial de crecimiento es la menor participación de las mujeres, con una tasa de empleo por debajo de las tasas masculinas en todos los tramos de edad y en todo el mundo, además de subsistir significativas diferencias salariales y de pensiones entre hombres y mujeres, incluso en zonas desarrolladas como Europa y Estados Unidos”.

• […] “la eliminación de este desequilibrio podría suponer un aumento del PBI de estos países en aproximadamente un 34%, pero para que esto se produzca las empresas necesitan un programa multidisciplinar que apoye a las mujeres”.

Las negritas en las palabras del párrafo anterior no son casuales, y esto no es una apología del feminismo con el que, por otra parte, tengo discrepancias (ver recuadro).

Los nuevos paradigmas superan la desaparición del machismo, dado que promueven la retribución y el reconocimiento por los logros, independientemente del género.

Es, simplemente, apoyar a las mujeres para que puedan quitar del camino las piedras que les impiden obtener lo que merecen.

Lamentablemente, falta bastante camino por recorrer. Por ejemplo, en los países que integran la muestra Mercer se observa que ellas representan el 41% de la fuerza de trabajo a nivel mundial, pero solo el 19% accede a niveles directivos-ejecutivos.

En caso de que, como bien proponen los autores de este informe, cambien los enfoques actuales y se le dé a la mujer el lugar que merece por sus habilidades harto demostradas, el crecimiento futuro sería el que se proyecta en el gráfico de la página siguiente.

Ahora vayamos hacia lo positivo que, por cierto, hay que destacar: cotejando esta realidad con la que se vivía hace cien años hemos avanzado mucho. En aquel entonces (segunda década del siglo XX) comenzaba la Primera Guerra Mundial y, como ya dije, al poco tiempo se produjo lo que podríamos denominar la primera gran ola de inclusión de la mujer en el mundo del trabajo organizacional.


Datos: Mercer, When Women Thrive, Business Thrive Research, 2014. https://www.mercer.com/content/dam/mmc-web/Files/Gender-Diversity-When-women-thrive-businesses-thrive-Mercer.pdf

Si bien la industria textil había sido pionera en promover una amplia participación femenina en los talleres, al estallar la guerra muchas mujeres se vieron obligadas a trabajar en lugares impensados, ya sea para mantener a su familia o porque eran llamadas por el gobierno debido a que los hombres estaban en el frente.

Esto permitió tomar conciencia no solo de la capacidad de la mujer, sino también de su versatilidad en el mundo del trabajo, ya que muchas salieron de sus casas para incorporarse como obreras en fábricas de todo tipo, incluidas las de armas, cargaron y trasladaron carretillas con carbón, y manejaron camiones cuando era necesario. En algunos sectores, como el comercio, el número de mujeres ocupadas se multiplicó por dos durante la guerra.

Otro de los indicadores más llamativos de la época procede de los bancos ingleses, que de ocupar cerca de 10.000 mujeres pasaron a contar con 65.000.

Lamentablemente, esta interesante y efectiva participación femenina en el mercado laboral fue desalentada al finalizar la contienda y muchas quedaron desempleadas, ya sea porque los hombres que volvieron reclamaron su lugar o porque (algunos años después) los varones que habían sido niños durante la guerra se ocuparon de desplazarlas.

Sin embargo, y esto es lo más importante: así como la guerra cambió sus vidas, también las cambió a ellas; muchas lograron conservar su trabajo a pesar de la persecución masculina y la gran desigualdad salarial. Otras comenzaron a luchar encarnizadamente por sus derechos.

EL TALENTO FEMENINO CUENTA CON ALIADOS INTERNACIONALES… E INCONDICIONALESEntre las organizaciones internacionales que apoyan a la mujer en su lucha por la igualdad de oportunidades en lo relacionado con la remuneración y el acceso a cargos de alto nivel se encuentra la OIT (Organización Internacional del Trabajo), que pertenece a las Naciones Unidas.En marzo de 2015, sus informes revelan que, si bien las mujeres que trabajan están en una posición mejor que 20 años atrás, el progreso no ha satisfecho las expectativas debido, entre otros, a indicadores como los siguientes:En los Consejos de Administración de las empresas relevadas por la OIT, solo el 19% de los puestos son ocupados por mujeres.Solo el 5% por ciento de los directores ejecutivos de las empresas más fuertes del mundo son mujeres.Aún persiste la brecha salarial de género. Las mujeres ganan, en promedio, el 77% de lo que ganan los hombres (datos a nivel mundial). En América Latina, este porcentaje oscila entre el 64% y el 90%.La brecha salarial se ensancha por la maternidad: con frecuencia, las mujeres sin hijos ganan más.

Las que tuvieron la suerte de convivir con hombres de mente abierta pudieron demostrar los grandes beneficios de contar con dos ingresos en el hogar, mejorando la calidad de vida de la familia (en términos económicos) y el acceso a mejores servicios de salud y educación para sus hijos.

A mediados de 2014, esto es, un siglo después del año de inicio de aquella contienda, aproximadamente el 41% de la fuerza laboral en el mundo estaba representada por mujeres (hablando siempre en promedio, ya que hay países donde este porcentaje es mucho menor, y otros donde es mucho mayor).

Sin embargo, y coincidiendo con la investigación de Mercer, la Organización Internacional del Trabajo da cuenta de que falta mucho camino por recorrer debido a que la participación de la mujer en el extremo superior, es decir, en la línea jerárquica de las organizaciones grandes, sigue siendo muy baja.

En lo que tiene que ver con los microemprendimientos y las empresas pequeñas, se calcula que el número de mujeres que las dirigen es de aproximadamente el 30%. Es importante tener en cuenta que en la mayoría de los casos han sido sus mentoras y fundadoras (los datos se recabaron en 80 de los 108 países miembros de la OIT).

Los informes del Banco Mundial destacan el papel clave de la mujer en la disminución de la pobreza y la desigualdad.Se calcula que su participación contribuyó a reducir en un 30% la pobreza extrema y un 28% la desigualdad en la última década.

Por último, cabe destacar que los porcentajes que he citado hasta aquí tienen variaciones y diferentes matices según los países y regiones. Por ejemplo, en el mundo desarrollado la mujer goza de una libertad dentro del mercado laboral que no existe en aquellos con altos índices de desempleo y tampoco donde los condicionamientos culturales y religiosos las relegan al hogar y al cuidado de los hijos.

No obstante, se observan cambios muy alentadores. Por ejemplo, según el informe del año 2010 de la OIT, la tasa de empleo femenino en Oriente Medio, África, América Latina y el Caribe registró un aumento significativo.

Afortunadamente, cada día son más las que se suman a la conquista de espacios donde puedan desarrollarse y aportar su potencial, y lo hacen sin descuidar sus obligaciones familiares, otro motivo por el cual, lo admito, siento una enorme admiración por la mujer, esto es, por su determinación, por su capacidad para definir prioridades, tomar decisiones y hacer “bien” infinidad de cosas a la vez.

Sin duda, ha venido al mundo con una plataforma imposible de imitar y que en esta obra estudiaremos en profundidad: su cerebro.

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