Читать книгу Ni rosa ni azul - Olga Barroso Braojos - Страница 21

2.5 UNA HABITACIÓN PROPIA

Оглавление

Quizás nos puede parecer exagerada la afirmación que sostiene que no educamos igual a niños y a niñas. Creo que nos puede costar verlo y reconocerlo porque tenemos tan normalizado construir, desde que nacen, el mundo alrededor de las niñas de un modo y alrededor los niños de otro que lo hacemos de un modo automático y «ni lo vemos». Vamos a dedicar este apartado precisamente a poner reflexión y atención sobre estas diferencias de trato que desarrollamos desde el principio de la vida de un bebé según sea niño o niña.

Empecemos por el principio. Pensemos por un momento que un bebé aún no ha nacido y su familia se dispone a prepararle la habitación. Cuántas veces habéis oído expresiones como estas: «Necesitamos saber el sexo del bebé para empezar a pensar en cómo decorar su habitación», «no puedo aún comprar cositas para el bebé porque no sé si es niño o niña», «te estoy guardando ropita y juguetes de mis hijos, lo estoy clasificando para darte, si es niña, lo que fue de mi hija y, si es niño, lo de mi hijo; suerte que tuve niño y niña, así seguro te voy a poder dar».

Si verdaderamente tratáramos igual a los bebés, independientemente de su sexo, si los rodeáramos de los mismos juguetes, de las mismas imágenes, ¿necesitaríamos saber su sexo para decorar y preparar su habitación? No sería necesario, ¿no? Este pequeño ejemplo muestra cómo ya desde el primer día de su vida, lo que hacemos que rodee a niños y niñas, con lo que los vestimos, lo que les facilitamos que vean, no es lo mismo.

En los casos más extremos, los de niños y niñas que son tratados de manera radicalmente distinta en función de su sexo, en los que este trato se ciñe sin fisuras a lo que socialmente se sigue considerando «de niñas» y «de niños», lo que nos podríamos encontrar es lo que muestra esta imagen:


Si queréis ampliar un poco más sobre esta tendencia a comprar a las niñas «cosas de niñas» y a los niños «cosas de niños», echadle un vistazo a la web de esta artista surcoreana. En 2015, JeongMee Yoon comenzó a fotografiar habitaciones de niños y niñas para mostrar el impacto de este marketing basado en los estereotipos sexistas.

http://www.jeongmeeyoon.com

Afortunadamente, en general, el trato no es tan marcadamente desigual como muestra la foto pero, lamentablemente, hay niños y niñas que sí son tratados de una manera tan diferenciada, estereotipada y limitada. En el caso de la niña de la foto, ¿qué creéis que será más probable, que de adulta se incline por desarrollar una profesión tipificada como «propia de mujeres» (por ejemplo, enfermera, profesora de infantil, diseñadora de moda), o por desarrollar una profesión tipificada como «propia de hombres»? Esta niña de la foto, ¿qué será más probable cuando sea adulta, que tenga una mayor tendencia a desarrollar exclusivamente su maternidad y a entregarse a ella y a la familia o que tenga una mayor o igual tendencia a desarrollar sus ambiciones personales y profesionales? ¿Qué será más probable en la adolescencia, que se sienta más atraída por el amor romántico o por desarrollar sus propias capacidades y con ellas incidir en la realidad laboral, política y/o científica de su país? Formulaos también las preguntas del mismo modo, pero para el niño de la foto.

Otro ejemplo muy claro de que sigue existiendo sexismo lo encontramos en los catálogos de juguetes. En los últimos años han mejorado, pero siguen teniendo una parte rosa con juguetes para niñas que giran en torno a bebés, cocinitas, princesas y tocadores —incentivar a una niña a que se preocupe por estar guapa, cuando la imagen personal no es una verdadera preocupación hasta la adolescencia, es algo que nunca entenderé, creo que es una conducta que, de alguna manera, les roba la infancia—, y una parte azul con juguetes para niños que giran en torno a superhéroes, muñecos de acción, experimentos científicos y movimiento en exteriores. Y, para rematar, es muy común que si vamos a comprar un juguete para un regalo, tras decir: «Busco un juguete de 5 años», la respuesta sea: «¿Para un niño o para una niña?».

Si realmente el trato que damos a niños y niñas fuera el mismo, todo esto no pasaría. ¿De verdad podemos seguir manteniendo que educamos igual a las niñas que a los niños? Todo esto demuestra que aún, en pleno siglo XXI, la variable fundamental para empezar a construir la identidad de un bebé que va a nacer es su sexo. Si el sexismo piensa por nosotros, a partir del momento en que sepamos si un bebé es niño o niña, le asignaremos una serie de atributos y cualidades que consideramos que desarrollará en función de su sexo:

• Si es niña, a la bebé se le asignarán cualidades que girarán en torno a ser tranquila, obediente, pacífica, conciliadora, cariñosa, sensible, dulce, pasiva, con la ambición justa.

• Si es niño, al bebé se le asignarán cualidades que girarán en torno a ser inquieto, rebelde, a veces un poco bruto o agresivo, menos cariñoso, activo, intrépido, valiente, capacitado para manejar el poder y la autoridad.

El hecho de que el bebé sea niño o niña también nos impulsará, a no ser que hayamos hecho una reflexión sobre la existencia de la educación diferenciada y pongamos mucho esfuerzo en no perpetuarla, a tratarlo de un modo distinto:


A una niña tendemos a tratarla, en general, de un modo más afectivo y cariñoso, condescendiente, le daremos más consuelo, la invitaremos menos a que intente por ella misma lo que aún no le sale, la ayudaremos antes con algo que no le sale, le reforzaremos menos la autonomía, le daremos menos responsabilidad en las tareas de puertas para fuera y le daremos más responsabilidad en tareas afectivas o de cuidado a los demás, la motivaremos poco para la actividad física, la empujaremos menos a que participe en los grupos, a que exprese sus opiniones, etc.A un niño tendemos a tratarlo, en general, de un modo más «duro» a nivel emocional, dándole menos mimos, menos afecto físico, le consolaremos menos ante el dolor para «fomentar que se haga fuerte», le ayudaremos menos y le invitaremos más a que intente lo que no le sale, le reforzaremos más la autonomía, le daremos más responsabilidad en las tareas de puertas para fuera y menos responsabilidad en tareas afectivas o de cuidado a los demás, le motivaremos más para la actividad física, le empujaremos más a que participe en los grupos, a que exprese sus opiniones, etc.

Este trato diferenciado sigue dándose en el siglo XXI; a poco que observemos la realidad de un modo crítico, tomaremos conciencia de que ocurre.

Ni rosa ni azul

Подняться наверх