Читать книгу Treinta y dos rayos en Madrid - Orlando Milani - Страница 3

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“Tres días después, divisaron, muy lejanas, las costas de África a su derecha. Una pequeña línea gris recortada sobre el sol naciente. Luego a las Islas Canarias a su izquierda y, como en un suspiro, el crucero entró y salió del estrecho de Gibraltar.

Manuel estuvo todo el cruce en babor, casi sin mirar los destructores y cruceros de la base Naval, hipnotizado, viendo España: pura roca y montaña. España, aunque allí estuviera la bandera inglesa…”

Treinta y dos rayos en Madrid

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