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Mata Hari

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Fue fusilada en 1917 por espiar para los alemanes, pero todo indica que fue víctima de un montaje. Se hacía pasar por una princesa malaya. Aceptó ser reclutada porque estaba arruinada tras haberse convertido en un sex symbol en los cabarets de París.

El mito de la agente H21

Margaretha Zelle, más conocida por Mata Hari, fue fusilada en Vincennes el 15 de octubre de 1917 por alta traición, en el mismo lugar donde un siglo antes Napoleón había ordenado asesinar al duque de Enghien. Todo lo que rodea a esta mujer es un mito en el que es imposible separar la leyenda de la realidad.

Mata Hari había sido condenada a muerte tras un juicio en el que se le acusaba de haber sido responsable de la muerte de miles de soldados franceses como espía al servicio de los alemanes durante la Primera Guerra Mundial. Pero todo indica que las pruebas eran manipuladas y que su condena fue motivada por la conveniencia de buscar un chivo expiatorio para apaciguar a la opinión pública.

La inteligencia francesa había encontrado un mensaje comprometedor a la agente H21, nombre operativo de Mata Hari, con una clave fácilmente descifrable a la que acompañaba el recibo de una transferencia de 5000 dólares a una cuenta suya en un banco francés. Esa prueba fue determinante en el juicio, pero hoy existen sólidos indicios de que era una trampa para entregar a la espía a los franceses.

En un peligroso doble juego, Mata Hari también había sido reclutada por el capitán Georges Ladoux, al que informaba de los movimientos de las tropas alemanas y de la estrategia del alto mando. Ladoux siempre desconfió de sus informes y vigiló sus actividades. En el otro lado, los prusianos dudaron desde el comienzo de su lealtad.

Mata Hari había nacido en 1876 en Holanda en el seno de una familia de clase media. Su padre era sombrerero. Contrajo matrimonio muy joven con un militar que le llevaba veinte años. Fue un enlace desgraciado, que se rompió definitivamente cuando la servidumbre envenenó a uno de sus hijos en un misterioso episodio, tal vez por venganza o celos de su esposo.

Tras romper con su marido, Margaretha Zelle se instaló en París en 1904 y, poco más tarde, se convirtió en Mata Hari, haciéndose pasar gracias a sus rasgos por una princesa malaya. Mata Hari significa en ese idioma «ojo del día». En esa época empezó a bailar semidesnuda en cabarets con un éxito impresionante. Los hombres se volvían locos por ella y llenaban cada noche su espectáculo para ver las danzas sagradas que ella decía haber aprendido en Java.

Pero cuando comenzó la guerra en 1914 Mata Hari había envejecido y su atractivo había disminuido. En pleno declive y con deudas que no podía saldar, recibió la oferta de espiar para los servicios secretos alemanes a cambio de dinero. Ella aceptó sin titubear y se convirtió en la agente H21.

Durante el conflicto informaba a Eugen Kramer, jefe de la contrainteligencia alemana, al que pasaba cotilleos y datos de escaso valor. Simultáneamente trabajaba para Ladoux, al que intentaba contentar con material de segunda mano.

En 1917, fue detenida en el hotel Elysée Palace por espiar para Alemania. Pidió unos minutos para cambiarse y se presentó totalmente desnuda ante sus captores con un casco militar lleno de bombones. La treta no resultó. Fue fusilada unos meses después por un pelotón de doce soldados. Se negó a que le vendaran los ojos y la ataran a un poste. Solo una bala le acertó en el corazón. Los otros once disparos fallaron. Un misterio más en el mito de esta mujer fatal, hoy convertida en leyenda.

Anatomía de la traición

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