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Luz a través de vidrio

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Históricamente, se ha visto a las esponjas como las principales pistas vivas para remitirse a los animales muy primitivos. Las esponjas tienen un registro fósil suficiente y son las mejor conocidas. De modo que, sin hacer suposiciones acerca de si las esponjas que ahora me rodean tienen un aspecto muy parecido a alguno de nuestros antepasados, aproximémonos a ellas interesados en sus insólitos yoes, y observémoslas más detenidamente.

Las esponjas se extienden en gran número por los mares, desde dedos y árboles en aguas templadas y enormes embudos en arrecifes tropicales hasta las heladas torres del fondo marino que encabezan este capítulo. Algunas se incrustan sobre otros organismos en lugar de tener una forma propia. En muchos casos su modus vivendi es el siguiente: absorben agua por sus partes inferiores, el agua asciende a través del cuerpo y sale por la parte superior. El alimento, principalmente bacterias, se toma del agua a medida que esta atraviesa el organismo. Unas pocas esponjas tienen una dieta más ambiciosa; el fondo marino posee algunas esponjas depredadoras que atrapan y consumen pequeños animales.

Una esponja tiene un cuerpo, pero un cuerpo con enormes diferencias con respecto a cuerpos como el nuestro. La mayoría de sus células se hallan en contacto directo con el agua que la atraviesa. El cuerpo de la esponja es un laberinto de finos pasadizos, tapizados de socios microbianos, y el ambiente baña dicho cuerpo.

Una esponja no tiene cerebro ni ningún otro sistema nervioso. Las larvas (formas inmaduras), que parecen diminutos cigarros rechonchos, pueden nadar, y tienen algunas estructuras sensoriales que parecen partes de un sistema nervioso. Dichos mecanismos sensoriales se dirigen al exterior, al mundo, no hacia otras células del mismo cuerpo. La larva se instala y el adulto crece en aquel lugar. Aunque una esponja carece de sistema nervioso, no es inerte. Dentro de cada célula hay la tormenta que se describió al principio del capítulo. En conjunto, una esponja parece muy tranquila, pero tiene un cierto aspecto activo.

El agua que se desplaza a través del cuerpo de la esponja es bombeada activamente mediante células que disponen de pequeñas colas (flagelos). Este bombeo puede modificarse o detenerse, especialmente si el agua es sucia y existe el riesgo de que los canales de la esponja queden obstruidos. Para un conjunto de células que carece de sistema nervioso, no es fácil conseguirlo. Parece que existen células sensoriales especializadas a lo largo de las chimeneas por las que pasa el agua, y estas células emiten señales a otras. Que una célula influya sobre otra es una tarea significativa. La manera usual de lograrlo es mediante la liberación de pequeñas moléculas por parte de una célula, que son absorbidas por otras. Como resultado, se contraen y se estrechan los canales. Este proceso es lento, pero no hay necesidad de que sea rápido. En algunos casos, la esponja se expande un poco al principio y después se contrae, en un «estornudo» adormilado e invisible.

Todo esto es un recordatorio de las oportunidades y las dificultades de la vida multicelular. Una célula del interior de una esponja corre escaso riesgo de ser comida por una célula mayor, como ocurriría si flotara libremente en el agua. Pero si la célula estuviera simplemente encajada en su lugar con otras, podría fácilmente morir de hambre. En una esponja, una filigrana de canales y chimeneas mantiene a la mayoría de las células en contacto con el agua. Ahora bien, si se precisa efectuar una acción, es difícil conseguir la coordinación, en especial el movimiento coordinado. En resumen, el resultado se parece bastante a una planta. La mayoría de las esponjas se contentan con eso, y han estado haciendo lo que hacen durante muchísimos más años que nosotros. Aun así, algunas intentaron algo diferente.

Los hexactinélidos, o esponjas de vidrio, exploran en su cuerpo, y de una manera única, los temas de este capítulo, unidad e individualidad. Una esponja de vidrio es un organismo multicelular, como otros animales, pero a medida que crece, la mayor parte de sus células se fusionan y pierden sus fronteras. No abandonan las fronteras con el mundo exterior, sino con las células vecinas. El cuerpo termina por formar una única red conectada, que a menudo se ha descrito como una «telaraña tridimensional», colocada sobre elementos más duros que la sostienen.

Estos elementos más duros están hechos de vidrio.6 adoptan formas diversas según la especie, y pueden parecerse a dagas, estrellas o copos de nieve. Estos elementos se agrupan formando flores, racimos como de uvas y, finalmente, en combinación, el esqueleto que mantiene la torre (figura 1).

Al igual que otras esponjas, los hexactinélidos viven en ricas asociaciones con otros tipos de seres vivos. La canasta de Venus o regadera de Filipinas7 es una esponja de vidrio que por lo general da cobijo a una pareja de pequeñas gambas en el interior de su cuerpo. Estas gambitas entran en la esponja cuando son muy pequeñas, y crecen allí, sin abandonar nunca su hogar. Al final, se hacen demasiado grandes para escaparse a través de cualquier abertura. Las gambas acaban reproduciéndose juntas. Mantienen la esponja limpia y se benefician a su vez tanto de la protección del esqueleto de la esponja como del alimento del agua que la esponja capta a través de su cuerpo.

Las esponjas de vidrio no tienen sistema nervioso, pero no son inertes eléctricamente, y aquí la doma de la carga adopta una forma insólita. Con esta fina telaraña viva que envuelve un esqueleto, los hexactinélidos, un caso único entre las esponjas, emiten señales eléctricas y tienen una especie de «potencial de acción». Una esponja de vidrio suele mover agua a través del cuerpo en un flujo continuo. Pero en respuesta a algunos estímulos, como arrancar un único elemento de vidrio de su cuerpo, el bombeo cesa rápidamente. Esto se hace al enviar una pulsión eléctrica a través del cuerpo. Desde el punto de vista eléctrico, una esponja de vidrio se comporta como una única célula enorme; una pulsión puede recorrer de forma ininterrumpida todo el animal. Una esponja de vidrio consigue la coordinación no coordinando señales entre células, sino por ser, en gran parte, postcelular. Es un producto de la ruta evolutiva del animal, pero una ruta que ha abandonado parcialmente la forma de vida multicelular, y que vive mediante un tipo diferente de unidad.


Figura 1. Las ilustraciones de estas diminutas espículas, que ha dibujado Rebecca Gelernter, reproducen grabados realizados a partir de especímenes recolectados en la expedición del Challenger, en el siglo XIX, el viaje que dio al traste con la idea del Bathybius de Huxley.

He estado hablando de carga eléctrica, comunicación y coordinación en estas criaturas. Pero también se trata de animales constituidos en gran parte de vidrio: no la telaraña conductora de electricidad, sino el esqueleto que hay debajo. Una característica notable del vidrio, desde luego, es cómo maneja la luz. Partes del esqueleto de algunas esponjas de vidrio se parecen a cables de fibra óptica, a lo largo de los cuales la luz es conducida y filtrada.

¿Acaso está haciendo la esponja algo significativo con la luz desde el punto de vista biológico, o esta conducción es solo una consecuencia de emplear vidrio como material de construcción? La luz, ¿se usa o solo se canaliza por casualidad? Una amplia gama de posibilidades, bastante portentosas, se ha planteado y discutido para diferentes especies de esponjas. La luz, que, excepto en las situaciones más superficiales procederá principalmente de bioluminiscencia de un tipo u otro, podría ser un medio adicional de comunicación dentro del animal. También podría estar alimentando a algunos de los microorganismos del interior de la esponja: diminutas diatomeas y otros organismos que viven de la luz se apiñan en lo profundo del interior de algunas esponjas, quizá tan profundamente que no podrían obtener luz suficiente para permanecer vivos si la esponja no canalizara hasta ellos los rayos luminosos. En estos casos, la luz es conducida incluso un poco dentro del propio lecho marino. La canasta de Venus emite luz al agua circundante, quizá como una débil lámpara en el océano que atrae a las gambas que acabarán viviendo en su interior. Estas posibilidades no están aclaradas, y algunos biólogos creen que la luz en las esponjas y a su alrededor es demasiado débil como para poder hacer demasiadas cosas. Ya sea por diseño o por accidente, una esponja de vidrio es una recolectora y conservadora de la luz biológica.

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