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[13 de mayo]
ОглавлениеHoy subí a la Torre Eiffel. Me dio un miedo terrible porque yo tengo miedo a las alturas. ¡Y qué altura es aquella! Pongan ustedes cuatro cuadras paradas a ver si queda alto. Se sube por ascensor o por escalera. Pensé en subir por la escalera pero quedé aterrado al saber que tiene mil setecientos noventa y dos escalones. Subí por el ascensor, que se desliza por unos rieles con algunos engranajes, por un plano inclinado por entre una de las patas de la torre. En el primer piso, a cincuenta y ocho metros, ya cree uno que está más allá de las nubes.
Sigue al segundo (doscientos siete metros) y allí ya ve todo París, y distingue los altos edificios como casitas de pesebre; el Sena es un charquito largo, interrumpido por algo así como tablas (los puentes hasta de cincuenta metros de ancho). En el segundo piso ya toma el ascensor la dirección vertical y sube al vértice. De allí se domina todo París y sus alrededores: el bosque de Polonia, un rastrojito; la basílica del Sagrado Corazón y Notre Dame sobresalen como las iglesitas del mencionado pesebre. El resto de la ciudad se ve como un montón informe de tierra negra; el río como una cintica y los céspedes del jardín del Campo de Marte, como pequeños tapetes. Hace mucho frío y después de diez minutos de hacer fuerza y de ver a lo lejos (noventa kilómetros) bajé otra vez con el propósito de no volver a subir allí, desde donde se ven los automóviles como escarabajos. Esta noche, de seguro, sueño con esa infernal invención, y despertaré chillando.
En las horas de la tarde fuimos a ver al Dr. Moranx, el primer oculista de París y después de examinar a O. Manuel dijo que podía operarlo. Nos resolvimos a ello. La operación se hará el miércoles 22 y tendrá que estarse en la clínica unos diez días. Costará 8.000 francos y la clínica 120 diarios. No nos parece caro.