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Comentarios finales

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¿Dónde ubica Freud el progreso en la espiritualidad que implicó para el pueblo judío la religión mosaica? Podemos colocarlo en dos niveles (que de todos modos están íntimamente entrelazados):

1) el nivel conceptual: el monoteísmo con la renuncia a la sensorialidad;

2) el nivel ético.

Ambos niveles tienen en común la renuncia instintiva.

Si consideramos el monoteísmo, éste presupone un nivel de universalización conceptual en el cual el dios es el todo del universo. En términos de categorías, dios es el género universal que abarca todas las especies, lo particular y lo diferente de éstas, a la vez que a los individuos singulares. Por supuesto que en la medida que avanzamos en la universalización nos movemos en niveles cada vez más abstractos y alejados de la inmediatez sensible. Es en este sentido, creo, en el que Freud plantea el progreso en la espiritualidad. Pero agrega la prohibición de representar a dios en imágenes y todo progreso en la espiritualidad, o sea el acceso a nuevos niveles de abstracción, no tiene por qué implicar prohibición alguna. Tomemos, por ejemplo, el “ser” en Parménides: no hay referencia inmediata a experiencia sensible alguna en particular pero nada se opone a que yo pueda vislumbrar al “ser” en cualquier imagen que yo pueda tener del cosmos, como así también en cualquier elemento diminuto del mismo, por ejemplo una hormiga o representado en El Aleph de Borges. Nada ni nadie me impide construir la imagen que se me ocurra de este “ser”. Por otra parte, retomando la polémica de los universales que se dio en el medioevo, ¿es el universal (sea dios, el ser, la justicia, el bien, la belleza, etc.) una cosa en sí misma o no es sino la palabra emitida (y escuchada o leída por medio de la sensibilidad) con la cual construimos el concepto abstracto del universal? De la sensibilidad no podemos escapar y menos aún se puede imponer su desaparición por medio de la prohibición. Si se impone la represión instintiva, en este caso la visual en lo que respecta a la representación de imágenes, este nivel sigue estando presente pero reprimido y es, por lo tanto, una ilusión de progreso en la espiritualidad. Como dije antes, es posible que los sacerdotes egipcios, con el nivel de desarrollo cultural y espiritual logrados, se hayan acercado más a lo que sería una concepción filosófica, lo que en manos de Moisés devino en una norma ética vinculada a la renuncia instintiva.

¿Es que para Freud la renuncia instintiva en sí implica un progreso en la espiritualidad? No sé. Por momentos parecería que sí, aunque no es la conducta que siguió en sus tratamientos psicoanalíticos: aquí el objetivo es levantar represiones. Este objetivo, ¿es trasladable al campo de la cultura humana? ¿Lo que fue represión que devenga judicación consciente? ¿O con las masas se requeriría una conducta diferente: reemplazar el oro puro del psicoanálisis por el cobre de la sugestión (como dijo en “Los caminos de la terapia psicoanalítica”)?

El otro tema, que tal vez implique un progreso pero no asumido, es el del retorno de lo reprimido. Con el monoteísmo se vuelve a poner de manifiesto la verdad histórica: retorna la figura del padre de la horda, el asesinato del padre es reprimido (frente a dios todo es veneración) aunque actuado en el hipotético asesinato de Moisés. Y con el cristianismo el crimen es reconocido bajo la forma de la expiación por medio de una muerte. El retorno de lo reprimido se resuelve en formaciones sintomáticas, las diversas formas de las religiones.

Pero ¿son formaciones sintomáticas del tipo de las psiconeurosis de transferencia o son expresiones de un delirio? La reconstrucción del padre por medio del tótem tiene las características de un fenómeno restitutivo, o sea, de un delirio. Pero en el delirio hay una carencia de representaciones imaginarias sensibles, lo que Freud denominó representaciones de cosa: y, si Moisés prohibió que se constituyeran (subjetiva y objetivamente) representaciones sensibles de dios, es porque éstas existían. Por lo tanto Moisés, al prohibírselas, ¿imponía un avance en la espiritualidad o forzaba aquello que ya se había constituido en un mundo de fantasías, haciendo que deviniera nuevamente en un delirio, o sea haciendo que la representación de dios quedase como una forma vacía?

Freud dice en “Lo inconsciente” que nuestro filosofar, cuando nos alejamos demasiado de las representaciones de cosa, se asemeja peligrosamente a una formación delirante. Hay evidentemente vasos comunicantes entre el delirio, la religión y la filosofía.

Donde no cabe duda que existió un avance en la intelectualidad, lo que por supuesto no es exclusivo del pueblo judío, es en el desarrollo del lenguaje humano que abrió el camino para el pensamiento especulativo: una de sus consecuencias es el conocimiento de la función del padre en la fecundación. Lo que me parece inadecuado es el extender el valor de dicho descubrimiento al pasaje del matriarcado al patriarcado. Hay aquí una superposición entre un acceso al conocimiento y un eventual retorno al sistema de la horda. El descubrimiento de la función del padre en la procreación no tendría por qué otorgarle una supremacía por sobre la función de la madre. El conocimiento de esta última función depende de la experiencia sensible inmediata, el de la del padre de un proceso deductivo. ¿Es más importante el conocimiento deductivo que el inductivo, originado en la sensibilidad? Si así fuera (veremos en la conclusión lo que dice Kant al respecto), ¿podría esto ser el fundamento del pasaje del matriarcado al patriarcado, que debió haber sido efecto de una multiplicidad de factores?

En lo que se refiere a la ética, Freud plantea dos tipos: el derivado de la alianza fraterna, de fuente más racional, y el de las consideraciones totémicas (tabú del incesto, del parricidio y derivados de éstos) cuya fundamentación está en el inconsciente reprimido. La ética –que es, según Freud, uno de los factores que hacen que el pueblo judío se sienta superior a los otros– depende de la represión de la hostilidad al padre, con la vuelta de la agresión contra sí mismo y el incremento del sentimiento de culpa: no es sino una formación reactiva que tiene la característica de un síntoma obsesivo (tema desarrollado por Freud en “Actos obsesivos y ritos religiosos”).

Si es que la religión de Aton tenía un contenido conceptual más elevado, el problema consistió para Moisés en cómo transmitírselo a la masa, es decir, cómo hacer para que dicha idea pueda trascender y, en este sentido, haciendo que el pueblo judío fuese el elegido para transmitir su contenido, contenido que habría reflejado un progreso en la espiritualidad.

Dice Emile Bréhier en su Historia de la filosofía2, refiriéndose a Moisés y Platón:

“Pero este compromiso entre el saber y la experiencia religiosa, sí señala cierto retroceso para la inteligencia científica, indica y permite determinado progreso de la masa humana, que resulta así más apta para reconocer que la diversidad y la singularidad misma de sus creencias ocultan un sentido”.

Y ¿dónde se ubica Freud mismo frente a este tema? (carta a Chaim Koffler del 26 de febrero de 1930 con respecto a la creación del estado judío en Palestina):3

Estimado Dr.:

No puedo hacer lo que desea. No me es posible superar mi rechazo a ocupar al público con mi persona y la presente situación crítica no me parece apropiada para ello. Quien quiera influir en una multitud debe tener para decir algo altisonante y entusiasmante y esto no lo permite mi sobrio juicio sobre el sionismo. Ciertamente tengo la mayor simpatía por sus esfuerzos, estoy orgulloso de nuestra universidad en Jerusalem y me alegro de la prosperidad de nuestras colonizaciones. Pero por otro lado no creo que Palestina pueda alguna vez transformarse en un estado judío y que el mundo cristiano y el islámico estén listos para admitir un protectorado judío en sus lugares santos. Me parece más comprensible fundar una patria judía en un suelo no cargado históricamente; sin embargo yo sé que un punto de vista tan racional nunca habría ganado el entusiasmo de las masas ni los recursos de los ricos. También admito con pesar que el fanatismo, ajeno a la realidad, de nuestro pueblo tiene una parte de culpa en el despertar de la desconfianza de los árabes. Por cierto no puedo sentir simpatía alguna por la piedad mal dirigida que convierte en una religión nacional un fragmento de la muralla de Herodes y a causa de ello desafían los sentimientos de los habitantes.

Juzgue Vd. mismo si con un punto de vista tan crítico soy la persona indicada para aparecer como consolando a un pueblo sacudido por una esperanza injustificada.

Con mis mayores respetos, afectuosamente

Freud”.

Evidentemente, Freud no se coloca del lado de Moisés, aunque esto no quiere decir que no considere la acción de Moisés, en su época, como un progreso en la espiritualidad.

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