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1 Análisis de la angustia de muerte en el Yo y el Ello1

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“La frase altisonante: toda angustia es propiamente angustia de muerte, apenas encierra un sentido, en todo caso no hay nada que justificar”.

¿Qué es la muerte? Cada uno le da sus propios contenidos, para cada uno la muerte es otra cosa, de este modo la angustia pierde especificidad.

“Más bien me parece absolutamente correcto diferenciar la angustia de muerte de la angustia ante el objeto (angustia real) y de la angustia libidinal neurótica”.

Quedaría entonces como una tercera angustia, diferente de la real y de la neurótica; sería angustia real en una situación de amenaza de vida por un peligro exterior real o por enfermedad. No sabemos qué es la muerte pero sabemos qué es la vida y tememos perderla.

“Enfrenta al psicoanálisis con un arduo problema, pues la muerte es un concepto abstracto de contenido negativo…”

El contenido negativo es la “no vida”. En lo que se refiere a abstracto, el diccionario Brockhaus2 define abstracto (en mi traducción): “puramente conceptual, absurdo o quimérico (undinglich), separado”. ¿Podemos decir que en tanto undinglich, se refiera a algo que está separado de la cosa (Ding)?

El término “muerte” en sí es el producto de la universalización de una “cosa” que es un cuerpo sin vida: en tanto término “universal” es una abstracción. Es un universal que se define por la negación de lo viviente: todo lo que alguna vez vivió y perdió eso que era la vida, está muerto. La muerte, reitero, es un concepto abstracto que define la ausencia de la vida. La experiencia de la muerte está dada por la muerte de otro, por lo tanto la angustia correspondería, en este caso, a la pérdida de objeto (a menos que ésta haya sido la realización de un deseo del que sigue vivo).

En el Diccionario de la Real Academia Española3 se define abstracto como participio pasivo de abstraer: “separar por medio de una operación intelectual las cualidades de un objeto para considerarlas aisladamente o para considerar el mismo objeto en su pura esencia o noción”. Separar la cualidad de muerto (no vivo) de un objeto y transformar esa cualidad o adjetivo en un sustantivo hace que la muerte (en tanto concepto) devenga en una cosa en sí misma que puede ser considerada en su pura esencia. Pero esa esencia permanece siendo una incógnita que presuponemos será nuestro propio destino: la angustia de muerte sería la que se plantea frente a este nuevo destino, que es una incógnita. Pero esta angustia es producto de una elaboración preconsciente.

“…la muerte es un concepto abstracto de contenido negativo para el cual no es posible hallar una correspondencia en lo inconsciente”.

Es decir que el concepto de muerte no explica los motivos inconscientes (infantiles) de la angustia: presupone el desarrollo del pensamiento verbal, que no se da en los primeros momentos de la infancia.

“El mecanismo de la angustia de muerte sólo podría ser que el yo en gran medida se desprenda de su investidura libidinal narcicista, por lo tanto se abandone a sí mismo como otras veces, en un ataque de angustia, a otro objeto”.

Tal como yo lo entiendo, Freud se refiere acá al proceso por el cual un sujeto, es decir su yo, se da por vencido, abandona sus propias investiduras porque siente que no tiene más que hacer. En este caso ya no habría angustia, es cuando uno se deja morir.

¿En qué casos de ataque de angustia se abandona a un objeto? En un caso es cuando ya no se lo quiere (en este caso no hay angustia); en otro caso es el duelo, en el que predomina la angustia de la pérdida de objeto (o de amor); pero lo que más se parece a lo que Freud describe acá con el yo es la desinvestidura del mundo de representaciones de cosa que se da en la vivencia de fin de mundo con su angustia consiguiente.

Decía yo que en caso del yo que se abandona al desprenderse de sus investiduras narcisísticas deja ya de tener angustia al darse ya por vencido; entonces ¿en qué pensaría Freud al referir este proceso a la angustia de muerte? Tal vez en algo similar a las actual neurosis, al acumularse en el interior del individuo energía liberada (¿desligadura?, ¿desmezcla instintiva?).

Sin embargo, sigue diciendo Freud: “Opino que la angustia de muerte se juega entre el yo y el superyó”.

Si el yo resigna su libido narcisista y se abandona a lo que venga, podemos decir se entrega al destino, ¿podemos identificar al destino con el superyó? Pero si el yo se angustia es porque no se ha desligado al menos de la totalidad de la libido, se angustia porque tiene algo que defender, la angustia es preparatoria para la lucha o la huida.

¿Por qué, si al principio Freud le quita sentido a la oración “toda angustia es propiamente angustia de muerte” intenta luego dárselo de dos maneras:

1) dejar libre, licenciar, abandonar, despedir (son términos alternativos para la traducción del término aufgeben), por parte del yo de grandes magnitudes de libido narcisista

2) se juega entre el superyó y el yo?

Son procesos aparentemente diferentes: el primero se da vinculado al proceso de constitución (ligadura)-desintegración (desligadura) del yo, el segundo presupone un momento ulterior de organización: la participación del superyó y su relación con el yo. Pero si integramos ambos procesos podemos decir que el yo resigna parte de su libido narcisista en aras del superyó: “haz de mí lo que quieras” entregándose pasivamente al destino. Pero como dije antes, esto no es angustia: la angustia es miedo a algo, sea este algo consciente o inconsciente, interno o externo, y es siempre preparación para la lucha o la huida que a veces deviene en parálisis (contracción simultánea de músculos agonistas y antagonistas, conflicto entre lucha y huida).

El dar de baja a la libido narcisista presupone la renuncia a la acción que también implica dar de baja al instinto de autoconservación: creo que no tiene importancia aquí la libido puesto que, en este momento de la teoría (1923), al venir mezclados los instintos primarios de vida y muerte, estarán también mezclados sus derivados, o sea los instintos sexuales (la libido) y los de autoconservación: el yo renuncia en general a la satisfacción de todas sus necesidades vitales.

Como dijimos, el yo abandona su libido narcisista entregándosela al superyó. También el abandono de la lucha contra el padre rival en el Complejo de Edipo culmina en una desinvestidura de libido narcisista y su entrega al padre ahora internalizado bajo la forma de ideal del yo. La angustia frente a esta resolución es la angustia de castración que se presenta primero como angustia real y, tras la instalación del ideal (o del superyó), como angustia neurótica, a la que Freud diferenció de la angustia de muerte.

Retomo la frase de Freud: “Opino que la angustia de muerte se juega entre el yo y el superyó”. Al renunciar a su libido narcisista el yo da de baja también a su censura y está expuesto a todos los deseos que reprimió a lo largo de su vida y que hoy se presentan como monstruos como consecuencia de la acción del superyó. Y supongo que estos monstruos representan para el yo (todavía sometido al superyó), en este camino hacia lo inorgánico, el encuentro con la propia naturaleza animal. El paso siguiente es abandonarse al devenir en materia desanimada (de este nivel creo que no hay representación posible).

1 Das ich und das Es, T. XIII, p. 288, Fischer Verlag. Gesammelte Werke. Traducción mía, 2007.

2 Der Sprach-Brockhaus. F.A. Brockhaus. Weisbaden. 1961.

3 Diccionario de la lengua española. Madrid. 1956.

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