Читать книгу El misterio del amor matrimonial - Ricardo E. Facci - Страница 12

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Tú llenas mi corazón de alegría

“¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!

¡Tus ojos son como palomas!

¡Qué hermoso eres, amado mío, eres realmente encantador!

Aparecieron las flores sobre la tierra,

llegó el tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra

el arrullo de la tórtola. La higuera dio sus primeros frutos

y las viñas en flor exhalan su perfume.

¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía!

Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas,

en lugares escarpados, muéstrame tu rostro,

déjame oír tu voz; porque tu voz es suave

y es hermoso tu semblante.”

(Cantar de los Cantares 1,15-16. 2,12-14)

Corazón Contento (Palito Ortega)

Tú eres lo más lindo

de mi vida,

aunque yo no te lo diga,

aunque yo no te lo diga.

Si tú no estás

yo no tengo alegría,

yo te extraño de noche,

yo te extraño de día.

Yo quisiera que sepas

que nunca quise así,

que mi vida comienza

cuando te conocí.

Tú eres como el sol

de la mañana,

que entra por mi ventana,

que entra por mi ventana.

Tú eres de mi vida la alegría,

sos mi sueño en la noche,

sos la luz de mis días.

Tengo el corazón contento,

el corazón contento,

lleno de alegría.

Tengo el corazón contento

desde aquel momento

en que llegaste a mí.

Le doy gracias a la vida

y le pido a Dios

que no me faltes nunca,

yo quisiera que sepas

que nunca quise así

que mi vida comienza

cuando te conocí.

A través del compartir esta reflexión, previamente habiendo escuchado el tema musical propuesto, es mi deseo que recuerden lo importante que cada uno es para el otro. ¡Cuánto dolor experimento en las oportunidades en las que descubro tristeza en un corazón matrimonial, en el regazo íntimo de los que se aman!

“Mi vida comienza cuando te conocí”. Cada uno puede decirle al otro: “cuando Dios te puso en mi vida ‘aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el tiempo de las canciones, y se oyó en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. La higuera dio sus primeros frutos y las viñas en flor exhalaron su perfume”. La vida comenzó a palpitar y sentir que un mundo nuevo se abría en el horizonte.

“Tú eres lo más lindo de mi vida, aunque yo no te lo diga”. En los muchos años que trabajo con los matrimonios, encontré muy pocos que no se amaban; sí aparecieron en mi camino, unos cuantos que no se lo demuestran, que no se dicen todo lo que se quieren y aman. La rutina y el acostumbramiento de vivir juntos los invadió. Tal vez, también, el desgaste de los roces lógicos de la convivencia entre personas diferentes. Por esto, es tan importante el descubrimiento de cada uno respecto al otro, que lo que mejor les ocurrió a ambos fue encontrarse en el camino de la vida. Los invito a que, en este momento, recuerden los primeros tiempos, las motivaciones que generaron el enamoramiento, la decisión de ser el uno del otro, para toda la vida.

“Si tú no estás yo no tengo alegría, yo te extraño de noche, yo te extraño de día. Yo quisiera que sepas que nunca quise así”. ¿Cómo no van a querer así, si a nadie le regalaron todo el ser como lo hicieron con quien tienen a su lado? Brindaron lo más grande y único que poseen: la vida. El don maravilloso de la vida que Dios les regaló hasta que Él lo permita, la única e irrepetible vida, se la ofrecieron al amado, a la amada. El amor conduce a la profunda unidad de ambos, a ser “una sola carne” que significa mucho más que la unión de dos cuerpos, es la unidad de dos personas, espíritu y cuerpo. Esto implica una sensación profunda que hace que se extrañen en la ausencia, o experimenten que la distancia hace perder el sentido del sabor por la vida y la misma alegría de vivir.

El amor les dio la oportunidad de salir del ‘yo’ para encontrarse con el ‘tú’ del otro. La crisis en la que están sumergidos muchos matrimonios en la actualidad, es fruto -en parte- del individualismo que la sociedad actual siembra en el corazón de las personas, impidiendo que logren encontrarse con el ‘tú’. Cuando surge una pequeña o gran crisis matrimonial se manifiesta -generalmente- en el cerrarse cada uno en sí mismo, reclamando cambios del otro, señalando fallas o defectos que en otros tiempos no molestaban y culpando o responsabilizando al otro de la situación por la que se atraviesa. Allí se pierde la alegría de la vida matrimonial. En cambio, cuando se vive en búsqueda del ‘tú’ saliendo del ‘yo’, en el constante querer construir el ‘nosotros’, todo es diferente, se está creando un clima de felicidad, aunque sean los mismos dos que contribuyen con todo lo positivo y maravilloso de sí mismo y, también, con aquello que falta o que sobra. Pero el amor, todo lo puede. Asume, disimula, carga sobre sí, alienta ante la debilidad del amado. Conozco una esposa que cuando él hacía lo que a ella no le gustaba, salía en el automóvil, por donde él estaba, cuidando que no le pase nada. En lugar de reprochar, amaba cuidando. ¡Hoy ya no es necesario, el amor pudo más!

“Tengo el corazón contento, el corazón contento, lleno de alegría. Tengo el corazón contento desde aquel momento en que llegaste a mí. Le doy gracias a la vida y le pido a Dios que no me faltes nunca”. Dios quiso que la vida los entrelazara. ¿Acaso no es motivo de inmensa alegría? ¡Qué maravilla descubrir un matrimonio que al mirarse a los ojos, estallan de felicidad!

Un matrimonio feliz, genera una sensación indescriptible para los esposos, brinda gran seguridad a los hijos, sobre todo, éstos crecerán en una sólida familia que les provocará el deseo de construir una familia semejante a la de sus padres. Un matrimonio feliz hace una familia feliz. La felicidad de una familia atrae, no solamente a los extraños, sino a los mismos miembros, dado que todos desean volver a casa cada vez que, por un motivo determinado, debieron partir.

Una familia feliz, es el sueño de Dios, el sueño de los novios que se prestan a decidir sus bodas matrimoniales, el sueño de los esposos que minuto a minuto de la vida van construyendo el hogar, el sueño de los hijos cuando proyectan en el futuro la realidad que experimentan en sus padres. ¡Por una familia feliz existe, trabaja y evangeliza Hogares Nuevos! Que todos los esposos sean capaces de brindar el hermoso y profundo testimonio de un corazón contento, lleno de alegría. Por esto, le dan gracias a la vida y a Dios y le piden que nunca le falte el uno al otro, sino que la felicidad que hoy experimentan se proyecte en la eternidad.

Díganselo hoy y siempre, como quieran o con las palabras del Cantar de los Cantares: “¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! ¡Qué hermoso eres, amado mío, eres realmente encantador!”

Para dialogar en pareja.

1.- Contarse mutuamente, cuánto vale cada uno para el otro.

2.- Como matrimonio: ¿están contentos y alegres por el otro? ¿Son un matrimonio feliz? ¿Qué aspectos deben disponerse a hacer crecer para que brille más aún la felicidad matrimonial?

3.- Piensen y concreten una invitación mutua para celebrar lo contento que está su corazón por quien tienen a su lado.

4.- Nuestra sociedad, ¿ayuda a valorar al cónyuge? ¿Qué riesgos concretos, en la desvalorización social de la vida matrimonial, pueden afectar a los matrimonios hoy en día?

Para orar juntos.

Señor Jesús, tomados de la mano,

queremos agradecerte el habernos puesto

juntos en el camino de la vida,

dándonos la oportunidad de ser felices en nuestro matrimonio y familia.

Desde que nos llamaste a construir una familia,

estamos muy contentos, nuestro corazón

rebalsa de alegría, somos felices.

Ayúdanos a sostener nuestra familia desde tu fortaleza,

que nunca nos falte la gracia,

para que hasta el final de nuestros días,

podamos gozar de la belleza

de nuestro matrimonio y familia.

Amén.

El misterio del amor matrimonial

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