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3. Vinculación a Chile

A pesar de no haber sido hasta ahora señalado explícitamente, siempre se ha entendido que lo a que esta investigación le interesa analizar es aquello que está sucediendo en nuestra comunidad. Una condición que, en teoría, el concepto explicado en el capítulo anterior podría haber reflejado si se le hubiera agregado el nombre de nuestro país. Para quedar así: “los ambientes de montaña de Chile”.

Sin embargo, tal solución, una que pasa por obvia, es también una deficiente. Por una muy simple razón: de haberse usado tal criterio, el estudio no habría incluido varios atingentes e importantes accidentes fatales que sucedieron en áreas geográficas que, técnicamente, no son de nuestro país. Como Antártica.

Un territorio que no pertenece a nadie, pero sobre el que existen reclamaciones de varias naciones (Chile entre ellas), las cuales hacen esfuerzos por validar sus pretensiones en la medida de sus posibilidades; típicamente con el establecimiento de bases y/o asentamientos humanos. Método que nosotros también hemos implementado desde mediados del siglo XX, dando forma a una realidad constituida por población de Chile, en instalaciones de Chile, conectada a Chile, en un sitio que... no es de Chile. Lo que inmediatamente hace surgir la pregunta de cómo, entonces, esta investigación habría de tratar los accidentes fatales ocurridos en los ambientes de montaña que ahí existen.

Para responderlo, primero hay que estar al tanto de que, y sin entrar en las complejidades legales, diplomáticas y logísticas del Tratado Antártico (y sus convenios vinculantes), dadas las dificultades de las operaciones realizadas en Antártica, las acciones de rescate son efectuadas por quienes están en mejor pie para llevarlas a cabo; sin importar la nacionalidad de los involucrados. Lo que redunda en que, como la ubicación geográfica de Chile es una privilegiada compuerta de entrada para tal zona (junto con la de Argentina), nuestro país esté directamente involucrado en las acciones de auxilio realizadas; lo cual va desde la recepción de los accidentados para brindarles atención médica en cercanos centros urbanos, hasta el desempeño de activos roles en las emergencias mediante el uso de vehículos, aviones o barcos.

Una explicación que permite visualizar lo insuficiente que sería emplear aquí como regla de inclusión una que solo considerara los límites geopolíticos, requiriéndose en cambio utilizar un criterio más integral que vaya más allá de la situación espacial territorial e incorpore el factor de las directas consecuencias que un accidente puede causar a una comunidad.

A esta noción se le denominará “vinculación” y su participación en la componente respectiva se define de la siguiente manera:

Se dice que un ambiente de montaña está vinculado a un país cuando los eventos sucedidos en aquel tienen el potencial de provocar concretas repercusiones a este.

Declaración que a este trabajo le es útil pero que conlleva un problema: no permite cuantificar exactamente a partir de qué punto los efectos de estos eventos sucedidos fuera de nuestras fronteras (ya sean económicos, logísticos, humanos o, incluso, legales) serán lo suficientemente importantes como para justificar agregarlos a la investigación. En algunos incidentes serán mínimos o inexistentes; en otros, considerables. Lo que provoca que cada uno de ellos deba ser evaluado en su propio mérito, en un ejercicio de interpretación que indudablemente incrementa las chances de cometer errores.

Teniendo tal precaución presente, se decidió que accidentes sucedidos a connacionales en lugares distantes, tales como Himalaya o Europa, no fueran parte de la investigación porque, a pesar de que pueden provocar en Chile impactos mediáticos y emocionales, ellos no incidirán en lo que es el normal desenvolvimiento de la vida diaria. Algo así como, por ejemplo, que debido a alguna tragedia sucedida a compatriotas en un alejado continente... se prohibiera por algunos meses la práctica del montañismo en nuestras áreas silvestres protegidas.

Y en cuanto a la mencionada situación de Antártica, no se añadieron al estudio episodios como el de la desaparición del científico Carl Disch en 1965 en la base Byrd (al interior de la costa Bakutis), o la fatal caída a una grieta del noruego Jostein Helgestad en 1993 (en la Tierra de Coats); ambos por no haber vinculación efectiva de tales ambientes de montaña con nuestra nación. Que es distinto a lo que habitualmente sucede en el eje geográfico conformado por la Península Antártica, la Cordillera Centinela y el Polo Sur; un área de operaciones más natural a Chile y que explica por qué se incluyeron accidentes como el fallecimiento del francés Jean Gryzka en 1997 en el Macizo del Vinson (se desbarrancó junto a su trineo por sobre un sérac) o la caída del Capitán de Corbeta Pedro González en 1961 en la isla Greenwich, Península Antártica (mientras hacía observaciones glaciológicas en los alrededores del Pico López).

Esta regla, la de la “vinculación” de un ambiente de montaña a un país, también sirve para abordar otro caso especial: las zonas que rodean a los cerros Torre y Fitz Roy. Las cuales (y sin entrar en la discusión de qué pertenece a quién) deben ser vistas como áreas controladas por Argentina porque el acceso por Chile solo es posible vía el cruce de glaciares. Es decir, cualquier persona que desee visitar estos lugares ha de viajar, aprovisionarse, registrarse, contratar servicios y, en suma, permanecer una no despreciable cantidad de tiempo en Argentina. No siendo el fenómeno de la accidentabilidad una excepción a esta hegemonía, ya que en los hechos es esta nación la que se encarga de tal tema, sin que importe la soberanía que el mapa le asigna al punto donde pueda suceder una tragedia. Por lo tanto, no es un despropósito afirmar que tales sitios no están vinculados a nosotros y, como consecuencia, este estudio no incorpora a ninguna de las numerosas fatalidades que allí se han producido (Toni Egger, Horacio Bresba, Fabio Stedile, Bernardo Collares, Ched Kellog, Bryn Norman, Iñaki Cousirrat, Darío Möckli, Fabricio Amaral, Leandro Ianotta, Pascal Nähring, Fabio Giacomelli y tantos otros).

Por último, señalar que este criterio también permite darle un tratamiento más formal al problema que plantea el trazado de los límites de Chile. Un porcentaje apreciable del cual pasa directamente por extensos ambientes de montaña, instaurándose sobre ellos un dominio geopolítico compartido que, al ocurrir accidentes, causa dinámicas cruzadas entre los países involucrados. Por ejemplo, cuando uno de ellos solicita ayuda al otro para abordar las emergencias; o bien, cuando las personas deben realizar cruces de fronteras como parte propia de la actividad. Situaciones donde en ocasiones se establece suficiente conexión con nuestra comunidad como para justificar agregarlas al estudio; tales como el rescate de Malli Babu en el 2015 en el Tres Cruces (cuyo ascenso, a pesar de haberse desarrollado por la vertiente trasandina, desencadenó operativos de ayuda binacionales), o lo sucedido a Luis De Carlo en el 2006 en el volcán Lanín (una persona con vínculos, preparación y movilización por Chile pero que, incidentalmente, tuvo que cruzar a Argentina para encarar la ruta normal de este limítrofe cerro).

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