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Capítulo 14 MAISIE
ОглавлениеAún estoy temblando. Jamás he sentido tanto con un beso. Nunca me han dado un beso como ese. Ha sido… ha sido como si todo mi cuerpo enloqueciese. Como sin previo aviso, un sinfín de sensaciones distintas tomase el control de mi ser y me olvidase de todo. En un principio quise alejarme de él, quise… quise irme, pero no pude. No porque me hubiese agarrado por la cintura, con suavidad, eso sí, con una ternura que no esperaba de un chico como James, sino porque todo mi cuerpo se entregó a ese beso con una pasión que me dio miedo. Incluso mi corazón se detuvo un segundo y luego comenzó a latir tan fuerte, con tanta fuerza y velocidad, que me atemorizó que James fuese capaz de darse cuenta.
Todo en James me pareció atractivo en el momento en el que se me acercó. Y cuando clavó en mí sus ojos verdes y me miró a través de esas pestañas mojadas… puedo jurar que me arrancaron todo el aire de golpe. Fue un fallo neuronal. Eso tuvo que ser. Un cortocircuito. Nunca he besado a un chico con unos ojazos como él. Ni que usase una colonia tan adictiva como la suya. De verdad que no sé qué me ha pasado, ni cómo lo ha hecho, pero mis hormonas reaccionaron a ese beso casi pidiéndole más a gritos.
Doy un sorbo al champán y siento las burbujas deshacérseme en la boca antes de tragarlo. Estoy sentada en la mesa de los novios, al lado de mi hermana Jessica, y hay un sitio vacío. No puedo evitar mirar a esa silla donde no hay nadie sentado e imaginarme que James está ahí. Es como una preparación. Me preparo para cuando llegue y no sentirme tan incómoda después de lo que acaba de pasar.
—¿Dónde demonios se ha metido tu hermano?
Escucho que Jessica le pregunta eso a Mike, y sé que lo dice porque hay una silla vacía en nuestra mesa y esa silla ha acaparado varias miradas. A Jessica le importan demasiado las apariencias. Es muy especialita en eso. Le dirijo una mirada tratando de calmarla, aunque ella me devuelve una mirada fría. Tal vez esté enfadada y me culpe de lo que pasó con James. Un escalofrío me recorre al pensar de nuevo en el hermano de Mike y en sus labios. Sus perfectos y cálidos labios. Si mi hermana supiese eso le daría un infarto. ¡Dios, lo que he hecho está fatal! ¡No debería de haberle correspondido el beso!
—Creía que lo querías fuera de la boda —le susurra Mike, reticente.
De pronto centro toda mi atención en los novios con los ojos abiertos como platos. ¿Mike se ha atrevido a responder a mi hermana? Contengo la respiración y soy capaz de ver cómo Jessica desprende relámpagos o rayos de lo enfadada que está ante su respuesta. Sin mediar palabra se levanta de la mesa y antes de irse fulmina con la mirada a Mike. Además, veo cómo le pega un pellizco. Pobre Mike… Has enfadado a la loca de mi hermana, la controladora. Mike no se lo piensa y va corriendo detrás de ella. Lo veo alcanzarla y abrazarla en el jardín. Eso es a lo que Jessica está acostumbrada, al fin y al cabo. Con nuestros padres hace exactamente lo mismo. Siempre tiene lo que quiere y, si no lo tiene, monta todos los numeritos que hagan falta. Quiero mucho a mi hermana, pero he de reconocer que es un poco insufrible. Justo en ese momento veo que se acerca James. Una corriente nerviosa me atraviesa y me sudan las manos.
James está increíble. Se ha cambiado y ahora lleva un esmoquin en negro. Está tan elegante… Bueno, lo prefería cubierto de agua y con las prendas más ajustadas. Ladeo un poco la cabeza mientras no le quito ojo de encima. Tengo que reconocerlo. Así también tiene su encanto.
¡Ay, James! No has llegado en el momento más indicado. Casi puedo ver cómo Jessica le está gritando y me pregunto si ese chico ha hecho o ha dicho algo para merecerlo. Dudo en si acercarme o no, pero de pronto vienen los tres hacia dentro y Jessica lleva una sonrisa satisfecha en el rostro. A su lado, Mike trata de aparentar normalidad y James tiene las cejas fruncidas, como si estuviese disgustado.
Nuestras miradas se cruzan y me mira con avidez, quizás pensando cómo reaccionar conmigo. Se decanta por dedicarme una breve sonrisa de cortesía y por sentarse en la mesa al lado de sus padres. Sus padres tienen pinta de esnobs, pero son simpáticos. Ellos también han contemplado la escena y miran a James, aunque la mirada de su padre es distinta a la de su madre. Mientras que la de su madre es comprensiva, la de su padre es de acusación. Frunzo los labios. Ahora su padre no me parece simpático.
James no hace ningún comentario sobre nosotros, ni mucho menos me mira durante todo el banquete mientras nos sirven comida, que está riquísima. He de reconocer que mi hermana ha tenido buen gusto escogiendo los platos. Sí, mi hermana. Ni por asomo penséis que el pobre de Mike ha tenido algo que opinar al respecto. Regla número uno si quieres caerle bien a Jess. No le lleves la contraria. Nunca. Jamás. Jamás de los jamases.
Veo que Jess dirige miradas jactanciosas a James de vez en cuando y que el chico se da cuenta. Su postura corporal me lo cuenta. Es como si Jessica le tirase dardos envenenados al pobre chico. Me sorprende que James no le haga ningún comentario ni la mire mal. Parece que quiere evitar más conflictos en lo que va de día. Bastantes ha tenido ya. Y yo he estado en medio. Y me ha besado. Mi mente fantasea de nuevo con aquel momento. ¿Habrá significado algo para él?
Probablemente no. No aparenta ser ese tipo de chico para el que los besos signifiquen algo. Más bien aparenta ser un rompecorazones que va dejando a chicas destrozadas por cada lugar que pasa. Aquellos pensamientos me enfadan. Sin embargo, no lo hacen tanto como la voz de mi prima Dakota que también está sentada en la mesa de los novios.
—Lo miras demasiado para que no te guste —me dice en un susurro—. Córtate un poco, prima, creo que hasta tus padres se han dado cuenta.
Miro rápidamente a mis padres y los veo a ambos sonriendo a nuestros invitados y acabándose su porción de helado.
—Ni tan siquiera me están mirando —le respondo a Dakota en el mismo tono de voz, molesta.
Ella me lanza una mirada que no sé descifrar, así que me la quedo mirando sin entenderla del todo bien.
—¿Qué?
Sueno hostil y lo sé, pero me da igual.
—No has negado que te guste.
Pongo los ojos en blanco y suspiro. James me mira en ese preciso momento y aprieta los labios. La curva de su mandíbula se tensa y yo no puedo evitar notar algo reverberar en mi interior. De nuevo vuelvo a mirar esos labios. Son como imanes, y saben muy bien… Me enfado ante el rumbo de mis pensamientos. Yo no quiero nada con nadie, y menos pensar en los besos de alguien que ha tenido el descaro de besarme de la forma tan fresca en la que él lo ha hecho. ¿Por qué no puedo parar de repetir el momento en mi cabeza entonces?
—No me hace falta negarlo. No me gusta. Fin.
Y el beso no ha significado nada para mí tampoco. Me niego a que así sea. Voy a encerrar el recuerdo de ese beso en algún lugar de mi mente y no voy a dejarlo salir. Además, ninguno de nuestros padres vería con buenos ojos que él y yo tuviésemos algo. Casi puedo imaginarme sus reacciones. Espera. ¡Puaj! ¿Cómo puedo estar pensando en eso? ¡Nunca tendría nada con un chico como James! Es todo de lo que siempre he estado huyendo. Un mujeriego que hace con las tías lo que le da la real gana. James se queda mirándome con detenimiento e intensidad. Tanta que tengo que apartar la mirada porque sé que estoy comenzando a ponerme roja. Mierda.