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3.1. CUANDO BAJAMOS LA GUARDIA

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Como ya referíamos en el Capítulo I, todos los abogados hemos perdido en alguna ocasión la ilusión en nuestro trabajo profesional. La veleidosa balanza del éxito y el fracaso profesional que nos hace atravesar fases profesionales negativas, la lentitud de la administración de justicia, las complejas relaciones con los clientes, las dificultades económicas, y la necesidad de un estudio y preparación permanente, son circunstancias que, en su conjunto, pueden provocar situaciones de decaimiento y falta de motivación en el abogado. Como afirma de forma extraordinariamente gráfica el Abogado Antonio SOTILLO8), «la pérdida de la ilusión constituye gran delito, que merecería una gran pena, si no fuera porque existen eximentes y atenuantes a nuestro comportamiento desilusionado».

El efecto de esta situación en nuestro trabajo es nefasto, ya que dejamos de trabajar al nivel necesario y deseado. De hecho, los abogados sabemos perfectamente cuál es el nivel habitual de nuestro trabajo satisfactorio, porque la experiencia nos ha enseñado a autoevaluarnos y conocer a la perfección como calificar nuestro rendimiento. Simplemente, sabemos que algo va mal. En estos casos de abatimiento, nada excepcionales, podemos caer en la peligrosa conducta de no asumir con la debida seriedad nuestros compromisos, y, de modo temporal, podemos abandonar a mitad del camino o recién comenzadas las actividades emprendidas. Ni que decir tiene, que el riesgo que conlleva que esta situación se prolongue, puede dar lugar no sólo a una pérdida de prestigio y clientela, sino a responsabilidades deontológicas, civiles e incluso penales9).

Afortunadamente, el abogado tiene mucho de la figura mítica del Fénix, y tras un breve período de falta de motivación, resurge de sus cenizas y regresa con paso firme a su trinchera. Si no fuera así, no sería abogado. No obstante, estas situaciones no sólo hay que padecerlas y saber vivirlas, sino que hemos de prevenirlas de modo que a medida que se produzcan los factores que las desencadenan, eliminarlas o, al menos reducirlas para que podamos volver de inmediato a realizar nuestra actividad con el grado de responsabilidad y diligencia habitual. Para ello, la herramienta que debe ayudarnos es la constancia o perseverancia.

Abogados: Gestión y Servicio

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