Читать книгу Abogados: Gestión y Servicio - Óscar Fernández León - Страница 7
1.1. LA ABOGACÍA ES UNA PROFESIÓN EXIGENTE
ОглавлениеEn mis primeros años de ejercicio profesional me encontraba tan ilusionado en mi formación como abogado, que jamás reparé en la dureza de nuestra profesión. Mientras los compañeros más veteranos me recordaban continuamente esta idea, yo andaba de un lado para otro, haciendo todo lo que estaba en mi mano para aprender y crecer como abogado, no reparando en las dificultades inherentes a la profesión que había escogido. Y aunque resulte llamativo, esto lo afirmo con la más absoluta certeza, precisamente porque hoy, con la perspectiva del tiempo, veo esta complejidad y dureza con más claridad que nunca.
Y es que con el paso del tiempo, la práctica facilita nuestro aprendizaje, y ello nos da esa pátina de madurez que nos permite observar con claridad la exigencia tan elevada que rodea nuestra actividad en múltiples facetas, y que sólo nosotros conocemos porque las vivimos en primera persona. ¿Cuántas veces lo has pasado mal en el ejercicio de tu profesión? ¿Cuántas veces han herido tú orgullo? ¿No te has sentido a veces solo e incomprendido a causa de tu profesión? En definitiva, ¿te has preguntado alguna vez «merece esto la pena»? Apuesto a que en otras profesiones no se producen tantas fases de subida y descenso del estado de ánimo del profesional como en la abogacía.
La razón de esta particular situación reside en que el conflicto jurídico en el que interviene el abogado oculta un drama en el que los adversarios disputan sobre bienes, valores y derechos, conflicto éste que tiene como centro un enfrentamiento humano en el que la persona constituye el principio y fin del derecho, que tiene como objeto la realización de la justicia1). Si a ese trasfondo humano añadimos que nuestra vida profesional se desarrolla en unas condiciones, digamos muy especiales, es natural afirmar que los abogados estamos sometidos a un desgaste personal y profesional permanente. Don Antonio SOTILLO2) lo expresa perfectamente en su comentario sobre el libro Sobre El Alma de la Toga:
«Los fracasos profesionales, las graves deficiencias de nuestro sistema de Administración de Justicia, los múltiples problemas que plantean clientes que, en ocasiones, desprecian nuestro trabajo, porque lo ignoran, todas esas circunstancias y algunas otras nos pueden hacer perder la ilusión en lo que hacemos»