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Prólogo

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Conocí por primera vez al autor del libro a mediados de los años 80, formaba parte de un grupo de jóvenes abogados, todos ellos con una pasión en común: la aplicación del derecho a los vaivenes y problemas de sus clientes. Tenían y aún la siguen teniendo, una fé ciega en el estudio, en mejorar, en estar a la última de las corrientes jurisprudenciales del Tribunal Supremo, o simplemente saber de nuevas experiencias o habilidades de los más mayores dentro de su profesión. Era una carrera hacia el infinito, pues lo es el saber, y esto se agudiza más si hablamos del derecho y de su aplicación, que es la tarea que le corresponde a los abogados.

A los jueces les corresponde impartir justicia, y a otros profesionales otras tareas igualmente encomiables, pero a los abogados deben ser especialmente defensores de la justicia, pues son los verdaderos guardianes de ésta, no habría jurisprudencia y por tanto avances en la justicia sin abogados, porque tras el estudio, la perseverancia, y sobre todo por su sapiencia, escritos, oralidad y otras habilidades han servido para mover montañas dentro del campo de la justicia a todos los niveles.

El lector tiene en su mano una monografía de las denominadas «Desarrollo personal y autoayuda», pero si busca en ella como obtener el mejor pleito y hacerse millonario, se equivoca, éste no es un manual al uso para ello, por el contrario si lo que desea es mejorar en su carrera profesional, interactuar con otras habilidades ya aprendidas, o simplemente amar su profesión de abogado, éste es su libro.

Tengo la suerte de convivir entre abogados desde finales de los 70, entonces la profesión era bastante prestigiosa, hoy en día es mucho más compleja y difícil. Por ello puedo «testificar» que en aquella época no existían libros como el que tiene en sus manos, quizás algún artículo de revista podría mencionar algunas orientaciones acerca no ya de esta bendita profesión, sino otras incluso. En especial recuerdo con cariño un título: «Las mejores salidas de la carrera de derecho» de Ignacio Serrano Butragueño, creo que aún se publica. La realidad es que no existían ejemplares que respondieran a las preguntas y respuestas que se plantean no sólo ya el joven abogado, sino también otros que no lo son tanto. La experiencia del autor queda plasmada en cada una de las palabras impresas de esta obra y por ello debe servir para aquella persona que se inicia en la abogacía como un material de cabecera. Téngase en cuenta que no sólo existe el trabajo duro y difícil en esta profesión, sino que además es necesario en la sociedad actual en la que vivimos, un plus para poder afrontar con ciertas garantías su profesión. Este trabajo de Oscar Fernández León, le ofrece una guía para mejorar en su carrera en los tiempos tan difíciles en los que estamos, le ayudará en mejorar en la comunicación con el cliente, podrá gestionar mejor el tiempo, amará más –todavía– si cabe su profesión, será más leal al compañero y esto al mismo tiempo redundará más en su prestigio ante los colegas y por tanto también elevará el del gremio, le auxiliará a gestionar y organizar internamente el despacho y sobre todo le aseguro que obtendrá –si lo aplica– muchas satisfacciones y recompensas.

Recientemente la profesión ha visto cambios importantes en su regulación, así la Ley 34/2006, sobre el acceso a las profesiones de Abogado y Procurador, –por cierto modificado recientemente, cuando se escribe este prólogo con el RDL 5/2012 de Mediación en asuntos civiles y mercantiles– en su exposición de motivos ya señalaba la falta de práctica de los futuros abogados una vez Licenciados. Posteriormente, el RD 775/2011 desarrolló la ley mencionada indicando tres pilares básicos para realizar el futuro Máster de Abogacía: formación especializada, prácticas externas y, por último, evaluación para obtener la capacitación para poder inscribirse en un Colegio de Abogados y así poder comenzar el ejercicio profesional. Entre sus objetivos, está el configurar un plan de estudios adecuado para afrontar el ejercicio, por eso se menciona especialmente en el art. 10 del Reglamento que los cursos de profesión de Abogado deberán al menos tener las siguientes competencias profesionales: desarrollar habilidades para ser posible aplicar los conocimientos jurídicos, interrogatorios, oralidad, conocer medios alternativos a la solución de conflictos, conocer y aplicar la deontología profesional, también ser responsable –en su caso– de su actuación profesional, desarrollar habilidades y destrezas para mejorar la defensa de los intereses del cliente, mejorar la eficiencia del trabajo y organización del despacho. Estas son sólo algunas –no se citan todas– de las competencias que debe adquirir la persona si quiere ser abogado.

Por tanto, no sólo es recomendable este extraordinario manual para el graduado en Derecho que próximamente iniciará su Máster, sino además para aquel Letrado que ya funciona con su despacho abierto al público, pues lo que pretende es una cosa tan simple pero inmensamente noble, ser mucho más eficientes, porque si lo conseguimos la justicia en si misma habrá mejorado, lo que en definitiva es el objetivo de cualquier abogado que se precie.

José Manuel VALDAYO DEL TORO.

Abogado, Bibliotecario y Responsable de Documentación del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla.

Abogados: Gestión y Servicio

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