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V. EL ABOGADO POCO LABORIOSO

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Un abogado poco laborioso está condenado al fracaso y abandono de la profesión. Es materialmente imposible conducirse en esta profesión sin laboriosidad, pues nuestras actividades, para ser resueltas con la mínima diligencia y responsabilidad, van a requerir ineludiblemente del trabajo constante y persistente.

Pero, ojo, todo abogado, y muy especialmente los jóvenes abogados, deben evitar caer en conductas extremas relacionadas con el trabajo tales como la pereza o la adicción al trabajo. A través de la primera, el profesional ni se esfuerza ni dedica su tiempo al trabajo, perdiendo progresivamente su capacidad de entrega, lo que para un abogado es condena segura que se cumplirá a los pocos meses de comenzar el ejercicio profesional (Jaime Balmes decía con acierto que “un hombre con pereza es como un reloj sin cuerda”) Mediante la segunda, el abogado, dedicando todo su tiempo y esfuerzo al trabajo, se arriesga a perder no solo su capacidad laboral por el desgaste en la salud que tal conducta conlleva, sino que se verá rápidamente afectada su vida personal y familiar.

Las Habilidades del Abogado

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