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Autoaprendizaje
SUMARIO: I. CONCEPTO. II. CARACTERÍSTICAS. III. ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE EL AUTOAPRENDIZAJE PARA EL ABOGADO? IV. EL ABOGADO AUTODIDACTA. V. EL ABOGADO QUE NO ES AUTODIDACTA. VI. EJEMPLOS PRÁCTICOS. VII. ¿CÓMO SE ADQUIERE O MEJORA? VIII. ANÉCDOTA. IX. PREGUNTAS PARA EL DEBATE. X. LECTURAS RECOMENDADAS. XI. SABIDURÍA POPULAR.
I. CONCEPTO
Es la habilidad o capacidad de estar permanentemente formándose por uno mismo en aquellos aspectos que consideramos esenciales en nuestra vida personal y profesional. Aquella persona que aprende por sí mismo se le denomina autodidacta, la cual aprende mediante la búsqueda individual de conocimientos y aplicación práctica de los mismos, también de forma individual.
II. CARACTERÍSTICAS
Entre las características del autoaprendizaje destacaremos las siguientes:
• Se alcanza a través de los estudios, la experiencia, la observación o el razonamiento.
• Requiere sentirse aprendiz de forma permanente (el eterno aprendiz).
• Se fundamenta en un deseo permanente de mejorar nuestros conocimientos y habilidades.
• Necesita de entusiasmo.
• La humildad es esencial, puesto que con ella podemos conocer nuestras debilidades y la necesidad de fortalecerlas.
• Carece de edad, pues siempre se está en continua formación.
• Fomenta la curiosidad, la investigación y la autodisciplina.
• Se dispone de mayor capacidad de administrar nuestro tiempo, ya que se puede dedicar más del mismo en lo que se tiene dificultades y menos a lo que resulta más fácil.
• Contribuye a formar nuestra personalidad de forma positiva.
III. ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE EL AUTOAPRENDIZAJE PARA EL ABOGADO?
Nadie cuestiona que la formación constituye un elemento fundamental para el buen funcionamiento de la práctica profesional del abogado, ya que a través de la misma se logra el objetivo de proveerlo de nuevas y mejores competencias que permitirán alcanzar sus objetivos.
Esta idea cobra hoy mayor importancia si tenemos en consideración no solo el vertiginoso proceso de creación legislativa y judicial que vivimos y que exige al abogado una actualización continua de conocimientos, sino la también necesidad que tiene de adquirir y desarrollar unas habilidades de gestión empresarial y personales, cuya exigencia hace décadas era impensable.
Por ello, teniendo en consideración los retos y desafíos a los que se enfrenta la abogacía actual, inmersa en un entorno muy competitivo y globalizado, la autoformación debe ser implementada con el fin de lograr una ventaja competitiva respecto a nuestros competidores.
IV. EL ABOGADO AUTODIDACTA
El abogado que aprende constantemente es humilde y, para serlo, lo primero que requerimos es disponer de una autoconciencia clara de nuestras fortalezas y debilidades, ya que a través del conocimiento objetivo de nosotros mismos podremos conocer tanto nuestras capacidades a explotar como las carencias que hemos de fortalecer. De este modo, quien se conoce sabrá donde están sus límites y se ocupará, y preocupará, para superar dichas barreras a través del mejoramiento continuo.
La humildad nos recuerda que somos iguales a los demás y que, por muy preparados que estemos, jamás estaremos por encima de nadie. Esta idea retroalimenta el principio de superación, ya que el abogado humilde buscará no sólo el aprendizaje, sino los consejos y ayuda de los demás a quienes aceptamos y reconocemos como homólogos a nosotros en capacidades intelectuales, emocionales y físicas, pues no podemos olvidar que en materia de aprendizaje los terceros tendrán una intervención decisiva.
Por otro lado, alguien que está constantemente aprendiendo, abarcará materias no sólo limitadas a su actividad profesional, sino que tendrá inquietudes por otras materias que fomenten sus habilidades personales y que, en última instancia, les ayudará a mejorar también en su actividad profesional.
V. EL ABOGADO QUE NO ES AUTODIDACTA
El abogado que no es aprendiz suele ser poco humilde, no es capaz de conocerse a sí mismo, y tendrá probablemente una idea errónea de su realidad personal e interpersonal, por lo que sufrirá de ignorancia e incompetencia, impidiéndole reconocer sus propios errores o escoger alternativas superiores de crecimiento.
En otros casos, no es cuestión de humildad, sino de dejación y falta de interés por ir creciendo.
El riesgo de estas conductas se resume en la frase de Couture: “Estudia: El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado”.
VI. EJEMPLOS PRÁCTICOS
La autoformación es necesaria y fundamental para los abogados, bien sean los más jóvenes, necesitados de una formación que les permita adquirir las habilidades necesarias para su desarrollo profesional, como para los más experimentados, que demandan una actualización permanente de sus conocimientos ante un sector cada vez más competitivo.
En el escenario actual, la apuesta deberá contemplar necesidades formativas diferentes a las tradicionales. En tal sentido podríamos distinguir las siguientes áreas:
• Ejercicio de la abogacía como función social: Se tratarían los conocimientos vinculados al ejercicio profesional de la abogacía, en cuando a su función social (ética, deontología, etc.).
• Gestión profesional del despacho: Toda la materia relacionada con la gestión de los despachos, o lo que es lo mismo, el aprendizaje de habilidades de management en sus distintas áreas (estrategia, recursos humanos, proyectos, calidad de prestación de servicios al cliente, etc.), con el fin de garantizar que los abogados puedan dirigir y gestionar sus despachos como empresas de servicios. Aquí podríamos incluir el dominio de las nuevas tecnologías.
• Formación jurídica: Actualización de conocimientos jurídicos (que ha venido siendo la formación tradicional), con especial atención a la formación procesal del abogado.
• Habilidades complementarias: Aquí entrarían todas las habilidades conocidas como “soft skills” vinculadas al mundo del crecimiento personal y profesional entre las que incluiríamos la oratoria, negociación, inteligencia emocional, psicología, etc.
• Formación que demanda el mercado internacional fruto de la globalización: Destacando el aprendizaje de otros idiomas y aspectos culturales de países que disponen de una formación diferente a la nuestra.
VII. ¿CÓMO SE ADQUIERE O MEJORA?
En primer lugar, hemos de sentirnos constantemente aprendices, sin miedo y sin temor al qué dirán. A continuación, hemos de identificar los métodos que mejor funcionan con nuestra singularidad; acto seguido, hemos de decidir en qué materias queremos profundizar y crecer, y ponernos en marcha buscando las fuentes de formación y los tiempos en los que podremos dedicar tiempo a la misma.
Un ejemplo claro para emplear el autoaprendizaje es la lectura diaria sobre el tema que más nos interese y reflexionar sobre ello para pasar a indagar sobre sus diversas cuestiones.
Igualmente, para formarnos disponemos de un abanico amplísimo de medios (conferencias, talleres, libros, videos, visitas, seminarios, etc.).
Finalmente, no podemos olvidar que siempre podemos aprender de otros abogados, pues todo abogado conocido nos será superior en algún sentido del que habrá que aprender. ¿No os parece una idea extraordinaria poder observar diariamente a los profesionales que nos rodean para ir aprovechando aquello que nos puedan enseñar sobre nuestra profesión?
Del mismo modo, lo anterior contempla la otra cara de la moneda: el fomento de la solidaridad1 entre abogados, entendiéndose por tal las acciones desinteresadas que éstos deben realizar con el fin de orientar a otros compañeros cuando lo requieran. Nos estamos refiriendo por tanto a un dar, a una entrega de conocimientos y experiencias que pueden ayudar a quien los recibe en su crecimiento profesional, solidaridad que ha existido siempre entre los abogados, siendo frecuente que el abogado experto en algún campo del derecho reciba una llamada de otro colega para que le explique cómo preparó aquella demanda o qué perspectivas de éxito ve respecto a tal o cual asunto. Actualmente, y consecuencia del fenómeno de las redes sociales, la solidaridad, a modo de ejemplo, se manifiesta claramente en los distintos foros de abogados, en los que la colaboración desinteresada de un elevado número de colegas suele concluir resolviendo la duda de quien solicita ayuda.
VIII. ANÉCDOTA
El autoaprendizaje se encuentra íntimamente vinculado con el autoconocimiento.
El aforismo griego “Conócete a ti mismo” estaba inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos, según el periegético Pausanias. El aforismo ha sido atribuido a varios sabios griegos antiguos: Heráclito, Quilón de Esparta, Tales de Mileto, Sócrates, Pitágoras Y Solón de Atenas.
En una discusión acerca de la moderación y el autoconocimiento, el poeta romano Juvenal, cita la frase en griego y declara que el precepto desciende “de cælo” (del cielo).
En latín, el aforismo se presenta como temet nosce o bien nosce te ipsum.
IX. PREGUNTAS PARA EL DEBATE
– ¿Estás en continuo aprendizaje?
– ¿Te consideras una persona inquieta en materia de aprendizaje?
– ¿Te sientes cómodo sintiéndote un aprendiz?
X. LECTURAS RECOMENDADAS
Técnicas de Estudio y Aprendizaje: Métodos, autoaprendizaje y ejercicios. Dadda, M. (2019) Versión Kindle.
XI. SABIDURÍA POPULAR
“Juzgar a los demás es fácil pero nos aporta poco o nada. Juzgarnos a nosotros mismos es difícil pero podemos aprender grandes lecciones”. Álex Rovira.
“La Educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el día de hoy”. Malcolm X.
“Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”. Silvio Rodríguez.
“No es el conocimiento, sino el acto de aprendizaje; y no la posesión, sino el acto de llegar a ella, lo que concede el mayor disfrute”. Carl F Gauss.
“He aprendido que los errores pueden ser tan buenos profesores como el éxito”. Jack Welch.
“La vida es un aprendizaje de renunciamiento progresivo, de continua limitación de nuestras pretensiones, de nuestras esperanzas, de nuestra fuerza, de nuestra libertad”. H-F. Amiel.
“Me gusta ser un eterno aprendiz porque así no se trata de llegar para volver y siempre estoy yendo. Muchas veces doy un paso hacia delante y dos hacia detrás, pero eso me obliga luego a dar un salto prometedor y capaz de romper mi inercia”. Ramiro Calle.
1. El capítulo 9 se dedica a la solidaridad.