Читать книгу La cúspide del aire - Sergio Milán-Jerez - Страница 5

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Daba el reloj las doce... y eran doce

golpes de azada en tierra...

―¡Mi hora! ... ―grité. El silencio

me respondió: ―No temas;

tú no verás caer la última gota

que en la clepsidra tiembla.

Dormirás muchas horas todavía

sobre la orilla vieja,

y encontrarás una mañana pura

amarrada tu barca a otra ribera.

Antonio Machado

Daba el reloj las doce… y eran doce

La cúspide del aire

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