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CAPÍTULO 7

La Semilla de Mostaza

“Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas.”

Mateo 13:31-32

“También dijo: «¿Con qué vamos a comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola podemos usar para describirlo? Es como un grano de mostaza: cuando se siembra en la tierra, es la semilla más pequeña que hay, pero una vez sembrada crece hasta convertirse en la más grande de las hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves pueden anidar bajo su sombra.»”

Marcos 4:30-32

“¿A qué se parece el reino de Dios? —continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas.”

Lucas 13:18-19

Jesús contó dos parábolas para mostrar el fenomenal crecimiento del reino de los cielos: la de la semilla de mostaza y la de la levadura. Estas dos forman un dúo y son realmente dos caras de la misma moneda. La parábola de la semilla de mostaza describe el considerable crecimiento del reino, y la de la levadura, el intenso crecimiento del reino.1

Mateo puso las dos parábolas en un mismo capítulo (Mateo 13); él hizo esto muy probablemente por razones de actualidad. Lucas, por su parte, al incorporar las parábolas en la así llamada narrativa de viaje (Lucas 9:51-19:27), puede reflejar una secuencia más histórica, aunque no podemos asegurar esto en ninguna manera. Podemos asumir que Jesús enseñó estas dos parábolas juntas en la misma ocasión.2

Sembrando y Creciendo

Veinticinco estudiantes acompañan a su maestro a Washington D.C., para ver la Casa Blanca. Cuando ellos regresan a su salón de clase, el maestro le pide a cada alumno escribir un corto ensayo sobre la visita a la Casa Blanca. Veinticinco ensayos reflejan veinticinco aspectos de la residencia presidencial. Un niño puede escribir, “la Casa Blanco es como esto”, seguido de una descripción de una característica más relevante a sus ojos. Sin embargo, otro niño puede usar la misma introducción pero en el ensayo describe una perspectiva totalmente diferente de la Casa Blanca.

Jesús familiarizó a sus seguidores con las muchas características del reino de Dios. Por medio de parábolas, Él buscó describir las facetas individuales del gobierno real de Dios. Por eso, Él introduce sus parábolas con la frase, “el reino de los cielos es como…”

La parábola de la semilla de mostaza, en contraste a la de la mala hierba, es muy breve. En relativamente pocas palabras, Jesús describe el asombroso tamaño del árbol de mostaza (“árbol” en Mateo y Lucas; “planta” en Marcos), que nacía de la más pequeña semilla plantada en los huertos. Obviamente, Jesús enfatizó la diferencia entre la pequeñez de la semilla y la magnitud de la planta. Él no habla de las cualidades de la planta de mostaza; Él podía haber mencionado su uso en los alimentos y la medicina, su color y su sabor, pero ese no es el punto de la parábola.

Jesús usa un ejemplo de la vida cotidiana. En nuestra sociedad moderna de alimentos enlatados, embotellados y empaquetados, los huertos son desconocidos para muchas personas. Pero en el tiempo de Jesús, casi todo el mundo tenía su propia parcela. Incluso el clero de ese tiempo diezmaba de las especias (menta, eneldo y comino) de sus huertos (Mateo 23:23). En cada huerto, el árbol de mostaza tenía un lugar. La planta regularmente crecía en un área que bordeaba la parcela debido al espacio que requería. En el Evangelio de Mateo, el jardinero planta la semilla en un campo, en el de Lucas en un huerto y en el de Marcos en la tierra.

El jardinero tomó sólo una semilla de mostaza. Sus dedos parecían demasiado grandes para agarrar una semilla tan insignificantemente pequeña. Él sembró la semilla en su campo porque sabía que esa pequeña mancha tenía las capacidades de crecer de una planta al tamaño de un árbol.3 Él sólo necesitaba una planta. Y sabía el contraste entre semilla y planta.4 De hecho, el insignificante tamaño de la semilla de mostaza se había convertido en proverbio en el primer siglo. Jesús dijo en un momento: “Les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”” (Mateo 17:20).5 Tanto Mateo como Marcos dicen explícitamente que la semilla de mostaza “es la más pequeña de todas las semillas”.6 Por lo tanto, el contraste es aún mayor, porque la declaración está equilibrada por la descripción de la planta madura: “es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol”. Esa mota de semilla absolutamente pequeña e insignificante, arrojada al campo, se convierte en un árbol. ¡Un milagro!

Concluyendo la parábola, Jesús alude a los pasajes del Antiguo Testamento de Daniel 4:12 y Ezequiel 17:23 y 31:6. El pasaje de Daniel es bien conocido por la audiencia de Jesús porque se refería al sueño de Nabucodonosor de un árbol que llegó a ser tan fuerte que su cima alcanzaba el cielo. Bajo ese árbol, las bestias del campo encontraban sombra y sobre sus ramas, las aves del cielo venían a posarse. Jesús, quien comunica el mensaje de Dios (Juan 3:34), enseña la Escritura indirectamente por medio de una alusión verbal y llama la atención sobre una parábola mesiánica en Ezequiel 17:23: “Lo plantaré sobre el cerro más alto de Israel, para que eche ramas y produzca fruto y se convierta en un magnífico cedro. Toda clase de aves anidará en él, y vivirá a la sombra de sus ramas.”7

Efecto

Por medio de la parábola, Jesús enseña que el reino de Dios puede parecer pequeño e insignificante, especialmente en Galilea en el año 28 d.C. Pero el evangelio del reino proclamado por un carpintero convertido en predicador tendría un tremendo impacto sobre el mundo en general. Los seguidores de Jesús consistían en un puñado de pescadores “incultos” a quienes se les dijo que hicieran discípulos de todas las naciones. Estos seguidores encendieron el mundo con el mensaje de salvación, el cual hoy es proclamado en casi todas las lenguas del globo. La pequeña semilla sembrada en Galilea al inicio de la nueva era cristiana ha llegado a ser un árbol que hoy brinda protección y descanso a la gente de todas partes. Y aún el día no se acaba.

El árbol aún no ha alcanzado la madurez; aún está creciendo.8 Miramos el fenómeno del árbol creciendo y sabemos que Dios está obrando en el avance del reino. Sabemos que un sinnúmero de personas en este mundo no han oído las buenas nuevas del amor de Dios. Todas las naciones están virtualmente desprovistas de la protección y el descanso extendido por el reino de Dios. Las ramas del árbol deben continuar creciendo y extendiéndose hacia esas regiones que aún necesitan el evangelio para que las multitudes puedan encontrar refugio y descanso.9 Y cuando el evangelio del reino de Dios haya sido predicado a todas las naciones del mundo, vendrá el fin (Mateo 24:14) y el árbol habrá crecido plenamente.

Las Parábolas de Jesús

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