Читать книгу Las Parábolas de Jesús - Simon J. Kistemaker - Страница 9

Оглавление

CAPÍTULO 4

El Sembrador

“Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó junto al lago. Era tal la multitud que se reunió para verlo que él tuvo que subir a una barca donde se sentó mientras toda la gente estaba de pie en la orilla. Y les dijo en parábolas muchas cosas como éstas: Un sembrador salió a sembrar. Mientras iba esparciendo la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron. Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado. El que tenga oídos, que oiga.”

Mateo 13:1-9

“De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. La multitud que se reunió para verlo era tan grande que él subió y se sentó en una barca que estaba en el lago, mientras toda la gente se quedaba en la playa. Entonces se puso a enseñarles muchas cosas por medio de parábolas y, como parte de su instrucción, les dijo: «¡Pongan atención! Un sembrador salió a sembrar. Sucedió que al esparcir él la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron, de modo que no dio fruto. Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno. El que tenga oídos para oír, que oiga», añadió Jesús.”

Marcos 4:1-9

“De cada pueblo salía gente para ver a Jesús, y cuando se reunió una gran multitud, él les contó esta parábola: Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron. Otra parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas se secaron por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos que, al crecer junto con la semilla, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buen terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.» Sus discípulos le preguntaron cuál era el significado de esta parábola.”

Lucas 8:4-8

El Escenario

En nuestra sociedad industrializada, la agricultura ha estado obsesionada con la producción de comida y ya no es sólo una forma de vida, sino que por el contrario, se ha convertido en una manera de hacer un estilo de vida. La tecnología moderna ha sido plenamente aplicada a los métodos agrícolas, así que el agricultor ahora es un técnico de procesos (un experto en aplicar fertilizantes, herbicidas e insecticidas) y un ejecutivo que conoce el costo de producción, el valor de su producto y el calendario del mercadeo.

Cuando Jesús enseñó la parábola del sembrador a su audiencia de galileos, ellos literalmente veían al agricultor sembrando su semilla en los campos aledaños en el mes de Octubre. Por supuesto, los evangelistas no nos dicen cuándo Jesús enseñó la parábola. Muy probablemente puede haber sido en el tiempo en que el sembrador salía a sembrar. Las multitudes (según Mateo, grandes multitudes) habían venido a la playa en la orilla noroccidental del Lago de Galilea. La gente podía ser contada por miles. Para dirigirse a tal multitud, Jesús usó un púlpito flotante, sentándose en un bote muy probablemente algo alejado de la orilla.1 De esta manera, la superficie del agua desviaba su voz, la cual, en un día calmado, podía alcanzar a la audiencia sentada o parada en la playa. Este entorno era mucho más eficaz que un moderno sistema de altavoces para dirigirse al público.

Jesús no tuvo que explicar las actividades de un agricultor. Tal vez ellos podían verlo trabajar a la distancia, sembrando semillas de avena o cebada. Ellos podían incluso haber pasado junto a sus campos camino a la playa. En la sociedad agrícola de ese tiempo, muchos en la audiencia eran agricultores o habían trabajado en una granja.

La agricultura en tiempos de Jesús era relativamente simple. Aunque la parábola no dice nada acerca de los métodos agrícolas, de las fuentes del Antiguo Testamento (Isaías 28:24-25; Jeremías 4:3; Oseas 10:11-12) y de los textos rabínicos, sabemos que al final de un prolongado y ardiente verano, el agricultor iría a su granja y sembraría trigo o cebada en la superficie del suelo duro. Él arará la tierra para cubrir la semilla y esperará las lluvias del invierno para que las semillas germinen.2

El agricultor en la parábola de Jesús, llevó al campo su provisión de grano en una bolsa que pendía de su cuello y hombros. La bolsa colgaba frente a él y con pasos rítmicos, él regaba la semilla en los surcos a través del campo. A él no le importaban las relativamente pocas semillas que caían en el camino que rodeaba el campo o las que quedaban en la superficie, donde la piedra caliza sobresalía de la tierra, ni las que caían entre los espinos que crecían durante la primavera y ahogaban el trigo que crecía. Para el agricultor, todo esto era parte de un día de trabajo.

En épocas remotas, el área donde Jesús enseñó la parábola había sido cubierta por el polvo de las frecuentes erupciones de una cordillera volcánica. Donde el polvo cayó en abundancia sobre la piedra caliza, la tierra fue particularmente fértil mientras que otros lugares quedaron áridos. En un campo particular, uno puede encontrar un suelo rico, de gravilla o rocoso.3

La descripción es común y precisa. El agricultor no podía evitar que algunas semillas cayeran en el camino duro. Tarde o temprano las aves vendrían y se llevarían las semillas que fueron sembradas en el campo. Todo eso era parte de la agricultura de ese tiempo. El agricultor tampoco podía hacer nada acerca de la piedra caliza que aparecía aquí y allá. Esa era la configuración del terreno. Más aún, él había tratado de eliminar las malezas espinosas desenterrando las raíces de estas obstinadas plantas. Pero ellas parecían tener una manera de regresar.

El agricultor imaginaba el tiempo de la cosecha cada vez que él entraba en el cultivo. Una cosecha promedio en aquellos días rendía diez veces.4 Si él obtenía un rendimiento de treinta veces o más aún, de sesenta veces, él tendría una excelente cosecha. Muy ocasionalmente él puede obtener una cosecha con un rendimiento de cien veces (Génesis 26:12). En resumen, el agricultor no se fijó en las semillas de trigo que perdió en el momento de sembrar, sino que puso su esperanza en el futuro y aguardó el momento de la cosecha.

Ninguno de los que escuchaban a Jesús tendría problema con él. El clímax de la historia pudo haber sorprendido a sus oyentes, pues en lugar de una cosecha normal con un rendimiento de diez veces, Jesús hablaba de un retorno de cien veces. El punto de la historia, por tanto, es una abundante cosecha.

El Diseño

La parábola del sembrador es una de los pocos relatos encontrados en todos los tres evangelios sinópticos. Cuando cada uno de los escritores incorporó el relato de Jesús de un agricultor sembrando y cosechando, ellos se dirigieron a sus propias audiencias. Mateo, Marcos y Lucas obviamente pusieron la parábola en el contexto de sus respectivos evangelios para mostrar el punto de la enseñanza de Jesús.

En el Evangelio de Mateo, el capítulo 13 es precedido por un relato del ministerio de sanidades de Jesús (capítulos 8 y 9). En la conclusión de esta sección, Mateo reporta que Jesús estaba enseñando en las sinagogas, predicando las buenas noticias del reino y sanando todo tipo de enfermedades y dolencias (9:35). Luego Él miró a las multitudes y como carecían de dirección espiritual, Él tuvo compasión de ellos, comparándolos a ovejas sin pastor. “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo” (9:37-38).

En el capítulo 10, Mateo reporta el envío de los doce discípulos, comisionados a ir a las ovejas perdidas de Israel. Pero Jesús advirtió a sus discípulos acerca del rechazo, la persecución y la muerte. Ellos enfrentarían la oposición, el odio e incluso la muerte. Mateo describe el mismo tema en los siguientes dos capítulos. Las multitudes habían seguido a Juan el Bautista, pero la gente decía que él tenía un demonio, que era un glotón y bebedor, amigo de cobradores de impuestos y de “pecadores” (11:19). La gente en Corazín, Betsaida y Cafarnaúm no quisieron arrepentirse y creer en sus palabras. Parecía como si Jesús hubiera estado arando en tierra poco profunda y la semilla que Él había sembrado se hubiera perdido. Sin embargo, a pesar del malentendido de Juan el Bautista (11:3), la incredulidad de los galileos (11:21, 23) y la enemistad de los líderes religiosos (12:2, 24, 38), el reino de Dios había llegado y continuaba su avance. Quienes hacen la voluntad de Dios son parte integrante del reino. Ellos eran los hermanos, las hermanas y la madre de Jesús (12:50).

En este punto, Mateo presenta la parábola del sembrador. La redacción estructural del relato del evangelio revela la hábil mano de un arquitecto literario.5 El evangelista ha puesto el escenario para el relato. El tema es alertar a sus lectores para la inesperada cosecha reunida en el reino de Dios.

Por otro lado, Marcos parece enfatizar el ministerio de enseñanza de Jesús en las orillas del Lago de Galilea. Él comienza el pasaje diciendo: “De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago” (4:1). Mientras que Mateo omite la referencia de Jesús sentado en un bote “en el lago”, Marcos se refiere al lago al menos tres veces en ese versículo introductorio. Él informa a sus lectores que una vez más Jesús encontró una gran multitud en la orilla del lago (ver 2:13 y 3:7). En su evangelio, Marcos inserta tres de las cuatro parábolas (el sembrador, la semilla que crece y la semilla de mostaza) en la narrativa para indicar el lugar de enseñanza, la audiencia a la que Jesús se dirigía y el propósito de las parábolas.

El escritor del tercer evangelio expone una versión abreviada de la parábola del sembrador, pero la pone dentro del contexto de la aceptación y el rechazo. Las palabras y los actos de Jesús tuvieron rápida aceptación entre la gente común, los cobradores de impuestos, las mujeres inmorales, etc. (7:29, 37; 8:1-3), pero enfrentaron la rígida oposición de los fariseos y los expertos en la Ley (7:30, 39). La versión de la parábola en el Evangelio de Lucas difiere un poco de la de Mateo y Marcos, aun cuando es mucho más corta y muestra un cambio de vocabulario entre ellas. “Estos cambios muestran que Lucas o la tradición oral se sintieron completamente libres de modificar detalles en la redacción de la historia, algo que los predicadores modernos hacen regularmente cuando están narrando de nuevo las parábolas.”6

La Interpretación

“Escuchen lo que significa la parábola del sembrador: Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Ésta es la semilla sembrada junto al camino. El que recibió la semilla que cayó en terreno pedregoso es el que oye la palabra e inmediatamente la recibe con alegría; pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se aparta de ella. El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que ésta no llega a dar fruto. Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Éste sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno.”

Mateo 13:18-23

“¿No entienden esta parábola? —continuó Jesús—. ¿Cómo podrán, entonces, entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos. Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con alegría, pero como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se apartan de ella. Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto. Pero otros son como lo sembrado en buen terreno: oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha que rinde el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.”

Marcos 4:13-20

“Éste es el significado de la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Los que están junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y les quita la palabra del corazón, no sea que crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Éstos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba. La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran. Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y como perseveran, producen una buena cosecha.”

Lucas 8:11-15

La parábola del sembrador es una de las pocas parábolas que Jesús explica a sus discípulos y a otros que estaban con ellos. No esperaríamos que la parábola necesitara explicación, pero de hecho necesita una aplicación para ser comprendida espiritualmente. La pregunta inicial de los discípulos, “¿Por qué le hablas a la gente en parábolas?”, recibe una respuesta que no se entiende tan pronto. Jesús responde: “A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Por eso les hablo a ellos en parábolas: ‘Aunque miran, no ven; aunque oyen, no escuchan ni entienden’” (Mateo 13:11-13).

Observemos que los discípulos le preguntaron a Jesús por qué le habla a la gente en parábolas, y que Jesús responde por qué Él le habla a ellos en parábolas. Marcos hace la distinción de “nosotros” y “ellos”, enfatizándola aún más al decir: “pero a los de afuera todo les llega por medio de parábolas” (4:11).

¿Qué quiso decir precisamente Jesús con la frase, “los secretos del reino”? Si Jesús es el Gran Maestro (Rabí), podemos esperar que Él enseñe verdades espirituales en un lenguaje sencillo. Sería difícil creer que Jesús, al adoptar una cierta manera de hablar, intentara ocultar su enseñanza de la multitud. Y sin embargo, Él habla de “los misterios del reino”.

Los documentos de Qumram se refieren al papel del Maestro de Justicia, comisionado a revelar los misterios divinos. Más aún, el Maestro instruiría a sus discípulos en la revelación que él recibió de Dios.7 Jesús trajo la revelación divina al enseñar a sus discípulos los secretos del reino de los cielos. Otros que no eran parte del círculo más amplio de los discípulos de Jesús, es decir, los que estaban fuera, no tenían la comprensión del reino que los seguidores inmediatos de Jesús tuvieron.8

Jesús se refirió indirectamente al nacimiento espiritual requerido para entrar al reino de Dios (Juan 3:3-5). En otras palabras, la capacidad así como el privilegio de discernir los secretos del reino les han sido dados a los discípulos. A quienes están fuera, este privilegio no les ha sido dado.9

Jesús se refiere a las multitudes a las que Él se dirigía como “ellos”. Esto en sí mismo no sorprende, dadas las aflicciones que Jesús ha pronunciado sobre las ciudades que no se arrepintieron: Corazín, Betsaida y Cafarnaúm (Mateo 11:20-24). Los ancianos, escribas, fariseos y la jerarquía sacerdotal constantemente se oponían a Jesús. Mateo parece haber empleado un simple término para la multitud de judíos que rodeaban a Jesús: “ellos”.10

No obstante, los secretos del reino no estarían escondidos para siempre. Marcos agrega las siguientes palabras a la explicación de Jesús a la parábola del sembrador: “No hay nada escondido que no esté destinado a descubrirse; tampoco hay nada oculto que no esté destinado a ser revelado” (4:22).11 La verdad que Jesús proclama por medio de parábolas le es dada a aquellos que ven y entienden.

En contraste, Mateo dice que al que tiene se le dará más, teniendo como consecuencia la abundancia, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará (13:12). Al escribir para los judíos, Mateo insinúa que aquellos a quienes no les ha sido dada la percepción espiritual y rechazan las palabras de Jesús, les ha sido quitado su entendimiento de las enseñanzas del Antiguo Testamento sobre el reino de Dios. Sin una comprensión espiritual de estas enseñanzas, los oráculos del Antiguo Testamento se convierten en algo sin importancia. De esta manera, aunque ellos (los judíos) ven, no ven, y aunque oyen, no oyen ni entienden (Mateo 13:13).

Todos los evangelistas citan las palabras de Isaías 6:9-10:

“En ellos se cumple la profecía de Isaías: “Por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.

Mateo 13:14-15

Todos los tres evangelistas sinópticos parecen emplear la cita de Isaías para expresar la razón por la que la gente que tiene endurecido su corazón, perderá incluso su herencia espiritual.12 Otros comentaristas interpretan el uso de Isaías 6:9-10 como una explicación o advertencia respecto a las consecuencias de un corazón endurecido.13

De los tres evangelistas sinópticos, Marcos proporciona el más completo relato de la interpretación de la parábola de Jesús.14 Él incluye una palabra de reprensión de labios de Jesús: “¿No entienden esta parábola?” (4:13). Por implicación, Marcos indica que la parábola del sembrador es única. Tal vez su especial importancia viene de la explicación que Jesús hace de ella. Pero las palabras de reprensión también indican que los discípulos, cuyos corazones fueron iluminados, habrían comprendido el significado básico de la parábola.

El relato de Mateo es más preciso en su composición. Mateo es quien le pone título a la parábola: la parábola del sembrador. Y es el Evangelio de Mateo el que establece un tono pedagógico con una uniformidad de estilo y unas reverberantes frases simétricas.

Pero antes de pasar a la interpretación de la parábola en sí, deberíamos observar que la imagen que Jesús utilizó en la parábola del sembrador, también es descrita en 2 Esdras 9:30-33:

“Y dijiste: Israel, escúchame tú, simiente de Jacob, atiende a mi voz. Sembraré mi ley entre vosotros; traerá frutos en vosotros y por ella seréis ilustres en este mundo.

Pero habiendo recibido la ley, nuestros padres no la guardaron; no quedaron en tu partido. Entonces el fruto de la ley no fue perdido, pues no era posible que se perdiera, ya que viene de ti. Aquellos que lo habían recibido perecieron por no haber guardado lo que tú habías sembrado entre ellos.”15

En tiempos de Jesús, el verbo sembrar podía ser usado metafóricamente, significando “enseñar”. Podemos asumir que esta era la manera de hablar en las sinagogas locales. La formulación e interpretación de Jesús de la parábola del sembrador encaja muy bien en el patrón de oratoria de ese tiempo.

Lo que sorprende en la interpretación de la parábola es la ausencia de una cantidad de factores. Lo principal es la figura del sembrador. Aunque él es mencionado sólo a manera de introducción en la parábola, en la interpretación su presencia no se explica aunque sí se asume. En lugar de eso, el énfasis cae sobre la semilla que es sembrada. Lucas denomina a la semilla como “la Palabra de Dios”; Marcos simplemente la llama “la Palabra”; y Mateo, dada la cita de Isaías, por implicación dice: “Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Ésta es la semilla sembrada junto al camino” (13:19). Aunque esperaríamos alguna referencia a la lluvia, la cual obviamente aumentaría la cosecha, no se dice nada de ella (ver por ejemplo, Deuteronomio 11:14, 17).16 No se hace ninguna mención del duro trabajo de arar el campo, aunque claramente eso hace parte del proceso. La provisión de lluvia de Dios y el trabajo del hombre en el campo no tienen relación con la construcción e interpretación de la parábola.

El énfasis de la parábola son los altibajos del agricultor en la cosecha de un cultivo.17 Él puede perder su cultivo, en este caso en tres instancias, pero al final recoge una abundante cosecha. En la misma forma, los misioneros, evangelistas y pastores son muy conscientes de los corazones endurecidos, las respuestas hostiles y los tristes fracasos entre sus oyentes. Pero convencido del innato poder de la Palabra de Dios, ellos continúan predicando y consecuentemente, esperando una asombrosa cosecha. La parábola asegura el creciente éxito del evangelio a través de los predicadores y maestros, a pesar del hecho de que algunos de sus oyentes rechacen el mensaje de salvación.

Aplicación

Al mencionar detalles como el camino, los lugares rocosos y las zonas de espinas, Jesús evidentemente intenta aplicar la lección de la semilla y el suelo a las personas que oían el mensaje del reino (Mateo) y la Palabra de Dios (Lucas). Mateo hace uso del tiempo presente de los participios griegos (oyendo y entendiendo); estos participios se refieren a la gente a la que se le pidió aceptar y escuchar la Palabra de Dios. El pasaje también explica cómo cuatro distintas clases de oyentes escuchan la Palabra de Dios.18

Mateo, tal como Lucas, introduce la palabra corazón, cuando dice: “viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón” (13:19). La Palabra de Dios llega al corazón del oyente, pero antes que la Palabra pueda tener algún efecto, el maligno (Mateo), Satanás (Marcos) o el diablo (Lucas) viene y la arrebata. En la parábola, las aves caían en picada sobre el camino y devoraban las semillas de grano. Marcos dice: “Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos” (4:15). Nosotros diríamos que “por un oído entra y por el otro sale”, es decir, que no tiene ningún efecto. Algunas personas escuchan por cortesía el evangelio, pero sólo lo oyen. El evangelio no es precioso para ellos, pues sus corazones están tan duros como el camino junto al campo de cultivo. Ellos ignoran completamente la síntesis de la Ley de Dios: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón” (Mateo 22:37).

Primero, parece que la semilla sembrada en lugares rocosos logra un temprano comienzo. El calor del verano, capturado en el sustrato de la roca, es liberado ahora gradualmente en los meses más fríos de Noviembre y Diciembre. Hay suficiente lluvia, así que el calor necesario y la humedad hacen posible una germinación temprana. Los verdes brotes surgen rápidamente y mientras el resto del campo está aún árido, ofreciendo todo un espectáculo impresionante. El ojo entrenado del agricultor ve la diferencia. Él sabe que la aparición de los verdes tallos sobre los lugares rocosos es engañosa; cuando las lluvias han cesado y el sol de la primavera se levanta con más calor, las plantas se marchitan, pues no tienen raíces profundas en el suelo que les provean agua. Las plantas se marchitan y finalmente mueren.

En la interpretación y aplicación de este segmento de la parábola, tanto Mateo como Marcos ponen en evidencia el aspecto de lo urgente. “Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con alegría, pero como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se apartan de ella” (Marcos 4:16-17). La urgencia se refleja en la rápida germinación de las semillas sembradas en terreno rocoso.

Mientras que Mateo y Marcos atribuyen el apartamiento a los problemas y la persecución, Lucas habla de un “tiempo de prueba” (Lucas 8:13). Los evangelistas mencionan las dificultades que llevan a la gente a tener pensamientos alternativos respecto a la religión. Cuando llega el tiempo de tomar una posición y pagar el precio, ellos cambian su interés y su participación en la fe que una vez abrazaron con gozo. Una palabra los describe: superficialidad. El sol, generalmente considerado la fuente de felicidad y gozo, es descrito aquí en términos de problema y persecución.19 La razón para esta aparente dureza es la falta de humedad. Por el contrario, el justo florece como un árbol plantado a la orilla de un río (Salmo 1:3). Las personas superficiales carecen de convicción, valor, estabilidad y perseverancia. Ellas son influenciadas por cada viento de doctrina que sopla su camino. Debido a su falta de profundidad, su vida espiritual carece de importancia.

La semilla sembrada entre espinos parece tener una mejor oportunidad para crecer y desarrollarse que la que fue sembrada en terreno superficial. Primero, después de un período de germinación, las plantas empiezan a crecer. De hecho, en la primavera ellas lucen completamente prometedoras y no se distinguen del todo de otras plantas. Pero cuando el calor del sol se hace más fuerte y calienta la tierra, las raíces de las espinas y los cardos entran en la escena. Después del invierno, ellas ya están listas para una nueva estación y en asunto de semanas, las espinas y los cardos han superado en altura a las plantas de trigo. Ellos las privan de la humedad y de los nutrientes del suelo y literalmente las ahogan hasta la muerte.

El suelo en el que la semilla ha sido sembrada no es duro como un sendero peatonal ni superficial con un sustrato rocoso. Más bien, es un buen suelo, fértil y retenedor de humedad. El único inconveniente es que el suelo tiene otros residentes permanentes, otras raíces. La semilla que es sembrada en suelo fértil con mucha humedad debe en poco tiempo competir con raíces crecientes y desarrolladas bajo la superficie. Pronto, dos tipos de plantas están luchando por un lugar en el sol y aquella cuyas raíces se afirmaron primero, está ganando la batalla.

“Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto” (Marcos 4:18-19). La gente que lleva una doble vida, religiosa el domingo pero sin religión durante la semana, pronto descubrirán que las “preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos” toman el control, así que su fe se vuelve inútil. El mensaje del evangelio no puede florecer y dar fruto; en lugar de eso, los intereses mundanos la ahogan. Estas personas han llevado una doble vida desde el comienzo. Ellas han encontrado seguridad en las riquezas y las posesiones; ellas han relegado decididamente su fe a un segundo lugar. Estas son las personas que eventualmente recogen una cosecha de espinas y cardos y ni un solo grano de trigo. Incluso lo que tienen les es arrebatado.

Estas tres imágenes del campo no deberían desanimar al agricultor. Igualmente, las tres descripciones de la gente cuya fe se ha vuelto infructuosa no deberían descorazonar al verdadero creyente; ellas son el rechazo a atender a la Palabra, la negación en tiempos de persecución y las trampas mortales del mundo. En contraste, la semilla sembrada en buena tierra produce una abundante y extraordinaria cosecha. La gente que responde con fe al evangelio es una incontable multitud. “Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Éste sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno” (Mateo 13:23).20 Marcos da un orden ascendente de “treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.” Lucas simplemente nombra “cien veces” en la parábola misma, pero en la interpretación él escribe: “Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y como perseveran, producen una buena cosecha” (8:15). Lo que Lucas quiere decir con “retener”, en Marcos es “aceptar” y en Mateo es “entender”.

¿Quién entonces es la persona con un corazón bueno y noble? Mateo da la respuesta. Él dice: “el que oye la palabra y la entiende”. Obviamente, Mateo trae a la mente la cita de Isaías. El hombre con un corazón noble y perfecto hace la voluntad de Dios y en respuesta al llamado de Dios de “¿a quién enviaré?”, él responde confiadamente: “Envíame a mí, Señor.” Él es oidor y hacedor de la Palabra. Él entiende porque su corazón es receptivo a la Palabra de Dios. Todo su ser (su voluntad, su intelecto y sus emociones) es tocado por esa Palabra. Un crecimiento espiritual tiene lugar y el creyente da fruto; él hace la voluntad de Dios.21

¿Qué enseña la parábola? Algunos estudiosos han llamado a la parábola del sembrador, la parábola de las parábolas. Esto no significa que esta parábola es la más sobresaliente de los evangelios sinópticos, sino más bien que contiene cuatro parábolas en una. Sin embargo, todas las cuatro son simplemente aspectos de una verdad particular: la Palabra de Dios es proclamada y causa una división entre quienes la escuchan; el pueblo de Dios recibe la Palabra, la entiende y la cumple obedientemente. Otros no la escuchan por causa de su endurecido corazón, una superficialidad básica o un interés personal en las riquezas y posesiones. Esta gente no puede dar fruto e incluso lo que ellos tienen, espiritualmente hablando, les será quitado. Por lo tanto, la parábola se refiere a gente que está verdaderamente en la iglesia y a aquellos que están “afuera”. Esta es la idea central de la parábola. Todos los detalles en la parábola enfocan la atención en ese único punto. La fiel proclamación del evangelio nunca dejará de dar fruto, “produciendo una cosecha que rinde el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.”

Las Parábolas de Jesús

Подняться наверх