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CAPÍTULO 10

La Red

“También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que recoge peces de toda clase. Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en canastas los peces buenos, y desechan los malos. Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán de los justos a los malvados, y los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes.”

Mateo 13:47-50

Sólo el Evangelio de Mateo contiene la parábola de la red.1 Esta parábola es a todas luces paralela de la del trigo y la mala hierba (Mateo 13:24-30); las interpretaciones de ambas están enfocadas en el día del juicio. Sin embargo, hay importantes diferencias que son más evidentes. En la parábola de la mala hierba, Jesús enfatiza la idea de la paciencia. Esta idea no está presente en la parábola de la red.2

La parábola de la mala hierba es mucho más descriptiva que la de la red. Ella menciona al granjero, a sus sirvientes y a los segadores, pero en la parábola de la red sólo los pecadores y sus labores son descritos. La mala hierba es plantada en el campo después de que el granjero ha plantado su cultivo, mientras que el pescado comestible y el no comestible siempre están juntos en el Lago de Galilea. La parábola de la mala hierba describe las condiciones del campo del presente y la cosecha como un evento futuro. Por su parte, la parábola de la red describe la separación de los peces en términos del presente.3

La Pesca

Muchos de los discípulos de Jesús eran pescadores de oficio; ellos habían dejado sus redes y botes para seguir a Jesús y convertirse en pescadores de hombres. Cuando Jesús les narró la parábola de la red, ellos entendieron cada aspecto de la historia. Jesús se refería a su propio medio de subsistencia de aquellos días.

El lado norte del Lago de Galilea es una de las mejores áreas de pesca de Israel. Las plantas arrastradas por el rápido descenso de las aguas del Río Jordán se depositan en su ensenada norte. Estas plantas atraen y alimentan una gran y variada cantidad de peces. Al menos veinticinco especies nativas se han identificado en el lago.4 El pueblo de Bethsaida, que significa “Casa de Pesca”, era el hogar de Pedro, Andrés y Felipe (Juan 1:44), estaba situado a lo largo de la orilla norte del Lago de Galilea, al este del Jordán.

Aunque en los tiempos de Jesús había varios métodos de pesca, el más efectivo era el uso de la red de arrastre, la cual tenía cerca de dos metros de altura y más de cien metros de largo; por medio de corchos, el borde superior de la red se mantenía a flote, mientras que el inferior era lastrado para mantenerlo en el fondo. A veces, los pescadores aseguraban uno de los extremos de la red a la orilla, mientras un bote llevaba el otro extremo al interior del lago, haciendo un recorrido de medio círculo y trayendo de regreso la red a la orilla. Otras veces, dos botes salían de la orilla, formando un semicírculo con la red y tirando ambos de ella para capturar el pescado y sacarlo del lago. El uso de la red de arrastre requería del esfuerzo unido de una media docena de hombres o más. Mientras algunos remaban, otros tendían o sacaban la red, o incluso algunos golpeaban el agua para atraer los peces a la red.5 Los pescadores experimentados trataban de ubicar un banco de peces antes de sacar la red, pero una vez que la sacaban, los hombres tomaban todo el pescado que había en ella. Su pesca siempre era una mezcla; obviamente, ellos no podían ser selectivos mientras pescaban.6

En la red caía tanto el pescado comestible como el que no lo era, el bueno junto con el malo. Peces de toda clase y tamaño batían sus colas mientras eran sacados a la orilla. Muchas clases de peces eran consideradas impuras según las leyes alimenticias judías. Los peces sin aletas ni escamas no podían ser consumidos (Levítico 11:10) y debían ser regresados al agua. También los peces pequeños debían ser liberados. Sólo el pescado que era comercializable era retenido y puesto en recipientes apropiados. La clasificación del pescado era lo que finalmente determinaba el peso de la pesca; hasta el momento de la clasificación, nadie sabía la cantidad exacta.

Explicación

Jesús usa la parábola de la red para describir el día del juicio. Él se dirige a sus discípulos, que sabían atrapar y escoger el pescado. Él les habla en su idioma y de esa manera, comunica eficazmente una verdad espiritual. Sin embargo, Él da una breve explicación de esta parábola: “Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán de los justos a los malvados, y los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes” (Mateo 11:49-50). Las palabras son casi idénticas a las dichas por Jesús en su interpretación de la parábola de la mala hierba: “Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá también al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes” (Mateo 13:40-42).

Decir que la interpretación de la red no encaja en los términos de la parábola porque el pescado no comestible es regresado al agua y no lanzado al horno encendido, es ilógico. Uno también podría decir que la interpretación de la parábola de la mala hierba está errada porque esta no hace rechinar los dientes. Jesús usa un lenguaje simbólico y relaciona el mensaje de la parábola con el destino espiritual del hombre: cielo o infierno. En la parábola de la mala hierba, el destino del hombre es el cielo, donde el justo brilla como el sol, o el infierno, donde hay llanto y rechinar de dientes.

La interpretación dada omite todos los detalles descriptivos de los pescadores recogiendo su red y trayendo el pescado a la orilla; sólo se explica la separación de los peces buenos y malos. Por tanto, es sabio no imponer una interpretación propia sobre los detalles de la parábola.7 Los detalles están orientados a presentar toda la imagen de la pesca. La red representa a todos los peces capturados y los pescadores simplemente no pueden ser selectivos mientras recogen la red. De la misma manera, los seguidores de Jesús, llamados a ser pescadores de hombres, tampoco pueden ser selectivos respecto a cuándo o a quién ellos proclaman el evangelio. Parafraseando otra parábola, los siervos de Cristo salen a las calles y reúnen a toda la gente que pueden encontrar, buenos y malos (Mateo 22:10). El llamamiento del evangelio está dirigido a todos sin discriminación.

La parábola de la red describe a los pescadores que tienden la red, reúnen la pesca y seleccionan el pescado.8 En la interpretación, los ángeles vienen y separan a los impíos de los justos. La implicación es que también los pescadores pertenecen a la multitud de la que los ángeles apartan a los impíos de los justos.

El término impío es integral, y se refiere a aquellos que aparentemente se adhieren a la iglesia, pero en su interior no tienen una verdadera conexión con la iglesia. Ellos pueden confesar con sus labios el Credo de los Apóstoles, pero en sus corazones puede faltar la verdadera fe en Jesucristo.

Estas personas son como los que describe la parábola del sembrador: los de corazón duro (el camino), los superficiales (terreno pedregoso), y los amantes de los bienes y placeres mundanos (espinos). Ellos están en la iglesia pero no pertenecen a ella. En el día del juicio, los ángeles de Dios vendrán y los separarán del pueblo de Dios y los arrojarán al fuego ardiente reservado para ellos.

¿Qué enseña la parábola? Los seguidores de Jesús se dirigen a su tarea diaria: dar testimonio a sus semejantes, quienes quieran que ellos sean; traerlos a la iglesia; recordarles constantemente la necesidad de fe y arrepentimiento; y dirigir su atención al día del juicio, en el cual tendrá lugar la separación final de los impíos y los justos.

Mateo cierra apropiadamente la serie de siete parábolas (el número 7 simboliza totalidad) con la de la red. Esta última parábola expresa una vez más el tema del día de los días, en el que el juicio final tendrá lugar.9 El escritor de la Epístola a los Hebreos lo resume de manera sucinta: “Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio, también Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos” (Hebreos 9:27-28).

Las Parábolas de Jesús

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