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CAPÍTULO 3

Los Niños Sentados en la Plaza

“¿Con qué puedo comparar a esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza que gritan a los demás:

“Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron;

Cantamos por los muertos, y ustedes no lloraron.”

Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y ellos dicen: “Tiene un demonio.” Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Éste es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores.” Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos.”

Mateo 11:16-19

“Entonces, ¿con qué puedo comparar a la gente de esta generación? ¿A quién se parecen ellos? Se parecen a niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros:

“Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron;

entonamos un canto fúnebre, y ustedes no lloraron.”

Porque vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y ustedes dicen: “Tiene un demonio.” Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y ustedes dicen: “Éste es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores.” Pero la sabiduría queda demostrada por los que la siguen.”

Lucas 7:31-35

Jesús narró una encantadora parábola de niños jugando en la plaza de mercado. Él tomó la escena directamente de la vida diaria, una imagen familiar de niños componiendo sus propias obras y actuándolas fuera. El pequeño drama podía muy bien haberse desarrollado así: varios niños y niñas estaban jugando juntos en la plaza de mercado, muy probablemente cuando ya no había actividad. Algunos de ellos querían jugar actuando lo que parecía ser una boda. Además de la novia y el novio, se necesitaba un flautista, pues había una cantidad de niños para bailar en ella. Aunque la novia y el novio estaban listos y uno de los niños tocaba con su flauta la música de la boda, el resto de los niños se rehusaron a bailar. Ellos no estaban interesados en ese juego.

Luego, algunos de los niños querían representar un funeral. Uno de ellos debía hacer la actuación de una persona muerta mientras los demás entonaban un lamento. El resto tenía que llorar, pero se rehusaron. Ellos no deseaban ser parte de ese juego del funeral. Los niños que habían planeado los juegos se sentaron y le gritaron a los otros:

“Tocamos la flauta,

y ustedes no bailaron;

entonamos un canto fúnebre,

y ustedes no lloraron.”

Aplicación

Según el Evangelio de Mateo, los niños sentados en el mercado llamaron a sus compañeros de juego. En el Evangelio de Lucas, los niños se gritan unos a otros. En la presentación de Mateo, un grupo de niños es creativo y le sugiere dos diferentes juegos al otro grupo.1 El relato de Lucas da la impresión de que un grupo de niños quería jugar un juego feliz, mientras que el otro grupo decidió jugar uno triste. Ningún grupo quería seguir la sugerencia del otro. También puede ser que sólo se registrara la mofa de sólo un grupo,2 y que el uso de “unos a otros” no debe hacerse indebidamente.

Pero, ¿cómo se aplica la parábola? Básicamente, hay dos maneras de aplicar la escena que Jesús describió. Primero, los niños que sugieren los juegos de la boda y el funeral representan a Jesús y a Juan el Bautista respectivamente. Los niños que se niegan a participar en estos juegos son los judíos. Juan vino a ellos y les dio una nota triste, pero ellos no estaban con ánimo de escucharlo. Para deshacerse de Juan, ellos dijeron que él estaba poseído. Sin embargo, Jesús vino y trajo alegría y felicidad en numerosas maneras; los judíos se burlaron de Él porque entraba en las casas de gente social y moralmente apartada, donde comía y bebía con ellos.

La segunda interpretación es al revés de la primera. Es decir, los niños que sugieren los juegos alegres y tristes de la boda y el funeral son los judíos que querían que Juan se casara y que Jesús muriera. Cuando ninguno de los dos cumplió con sus expectativas, ellos se quejaron. Ellos le dicen a Juan: “Tocamos la flauta para usted, pero usted no bailó.” Y le dicen a Jesús: “Cantamos un lamento, pero usted no lloró.”

De las dos, la segunda explicación es más plausible. Primero, esta establece un vínculo definitivo entre “la gente de esta generación” (Lucas 7:31) y los niños que hacen los reproches. Los judíos están disgustados tanto con Jesús como con Juan el Bautista, así como los niños lo están con sus compañeros de juego. Segundo, pone las quejas de los niños aplicadas a Juan y Jesús en orden cronológico.4 Juan vino como un asceta que vivía de comer langostas y miel silvestre (comer pan y beber vino no era lo suyo) y los judíos lo acusaron de estar poseído por los demonios. En contraste, Jesús comía pan y bebía vino y ellos lo tacharon de glotón y borracho, amigo de cobradores de impuestos y “pecadores”. Dios había enviado a sus mensajeros en las personas de Juan y Jesús, pero sus contemporáneos no hicieron nada y más bien los reprocharon.

Paralelos

Los juegos que los niños querían jugar y sus subsecuentes reproches encuentran un eco en el Libro de Eclesiastés, el cual tiene una sección de poesía que observa que hay un tiempo para todo. Hay “un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para estar de luto y un tiempo para saltar de gusto” (Eclesiastés 3:4), dice el Predicador.

Sin embargo, la mofa que los judíos infligieron a Jesús no fue por medio de insultos inofensivos. Ellos lo acusaron de ser un glotón y un borracho. Esta era la descripción de un hijo revoltoso que según la Ley Mosaica, debía ser apedreado hasta la muerte (Deuteronomio 21:20-21). La relación de Jesús con los moral y socialmente apartados, que eran considerados apóstatas por los líderes religiosos, era vista como algo reprensible. Debido a su relación, los judíos sentían que Él mismo debía ser considerado como un apóstata.5

En la literatura rabínica, aparece un paralelo sorprendente. Aunque es difícil aseverar cuándo este paralelo fue escrito y dónde se originó en forma oral, la redacción es interesante:

Jeremías se dirigió al Santo, bendito sea Él: Tú hiciste que el Elías de pelo rizado se levantara para actuar en su nombre, y ellos se rieron de él diciendo: “Miren cómo riza sus cabellos!” y burlonamente lo llamaron “el tipo de pelo rizado”. Tú hiciste que Eliseo se levantara para actuar en su nombre, y ellos le dijeron burlonamente: “Sube calvo, sube calvo.”6

Conclusión

La culminación de esta parábola difiere en los dos relatos de los evangelios. Los relatos de Mateo y Lucas varían en la frase concluyente: “pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos” (Mateo 11:19), y “pero la sabiduría queda demostrada por los que la siguen” (Lucas 7:35). Se ha hecho la sugerencia de que la diferencia en la redacción puede llevarnos a una antigua expresión aramea en cuya traducción hubo incomprensión de la misma.7 Cualquiera que sea la causa, el significado al que conducen las palabras no varía. La sabiduría representa la sabiduría de Dios; puede incluso ser una circunlocución para Dios mismo. Según Mateo, las obras divinas de Jesús (Mateo 11:5), son prueba de la sabiduría de Dios. En el Evangelio de Lucas, los hijos de Dios son un testimonio de la veracidad de su sabiduría. Por ejemplo, los cobradores de impuestos y las mujeres inmorales rechazadas como parias por la gente religiosa de su tiempo, vieron en Juan el Bautista y en Jesús la sabiduría de Dios revelada. Tanto Juan como Jesús les proclamaron a ellos el mensaje de redención: Juan con toda austeridad en el Jordán (Lucas 3:12-13) y Jesús en franca comunión en sus casas (Lucas 5:30).

Las Parábolas de Jesús

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