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EL ESCRIBA

Soy una construcción fantasiosa de la mente que me ha creado, y sin embargo me siento poderosamente existente en mi invisibilidad. Condenado a observar los hechos y narrarlos, miro a la distancia vidas ajenas y las escribo.

Debo sin dudas ser el Otro Yo del Hombre que Camina, pero ser dos nos permite conversar e indagarnos. El tiempo que a Él le insume el Vivir, me es otorgado a mí para observarlo con desapasionada frialdad. Aunque seamos el mismo, somos diferentes.

Estoy presente en cada recodo de su vida sin que él advierta mi presencia, y fue por eso para mí algo muy extraño verle dormir fatigado en un alto del camino entre papeles escritos apresuradamente y de los que me apropié sin pudor alguno... al fin y al cabo soy el encargado de pasar en limpio sus vivencias.

El Peregrino ya había pasado la frontera de los cincuenta y cinco años que habíamos compartido el uno y el otro andando por andariveles diferentes.

Yo sabía de su existencia, él naturalmente ignoraba la mía.

Juntos fuimos infantes, adolescentes, adultos y ya iniciábamos la pendiente que conduce a la vejez y a la muerte.

Y así estaba escrito había de transcurrir el existir mutuo, pero algo más importante que nosotros, la fantasía y la magia de un Camino espiritual forzó un encuentro destinado a hacerse libro escrito a borbotones.

Tenía en mis manos sus escritos que hablaban torpemente de su existir signado por el trazo fuerte del Amor. Amor primero a sus padres, especialmente a su Padre cuya vida quiso hacer Legado. Devino luego en Amor apasionado a su Mujer que completó la Cuadratura de su Círculo y sin la cual sería Vacío. Finalmente, el Amor se hizo sublime al fructificar en sus Hijas, cuyas vidas lo aproximan a lo Inmortal.

Una lágrima había posado su humedad como un beso en el papel justo sobre las letras que al unirse formaban el nombre de la mujer amada.

Yo, que le conozco más que nadie, por ser aquel que en esencia es, despojado de sus vestiduras carnales, no pude impedir emocionarme al verle dormido, derrotado transitoriamente por la fatiga, pero empeñado en comprender los misterios del Universo sin dejar ni un instante de ser feliz.

Y sucedió un Milagro. Compostela hizo posible lo imposible. En ese viaje nos vimos y pudimos conversar. Galicia y sus caminos nos encontraron juntos, extrañamente unidos al conjuro de la magia de una senda que por milenios ha sabido cobijar las fantasías más hermosas.

He aquí lo que nos fue sucediendo.

Camino de Santiago

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