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Capítulo 6

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—Gracias por reunirte conmigo —dijo Patience al sentarse en un banco en el Fox and Hound—. Seguro que por teléfono he sonado muy misteriosa.

—Tu petición tenía cierto aire de James Bond —le respondió Justice, además de farfullar algo parecido a «es cosa de familia», pero como no le encontró sentido, ella lo dejó pasar.

Lo había llamado esa mañana y le había preguntado si estaba libre para almorzar. Tenía un millón de cosas que hacer, pero el asunto era demasiado importante como para posponerlo. Además, ¿quién podía resistirse a almorzar con un hombre atractivo por mucho que ese hombre la confundiera?

Wilma, la camarera de unos sesenta y tantos años que no dejaba de mascar chicle miró a Justice.

—No te conozco, pero tienes la mirada de mi Frank. Es un cumplido, por si te lo estás preguntando.

—Gracias —respondió Justice.

Wilma se giró hacia Patience.

—¿Está contigo?

—Más o menos.

Las perfiladas cejas de Wilma se enarcaron.

—¡Vaya! ¿No es maravilloso? Bueno, ¿qué vais a tomar?

—Yo quiero una Coca Cola Light —respondió Patience, sabiendo que pretender evitar que el pueblo dejara de interesarse por ella y por su vida privada era lo mismo que pretender querer parar la rotación de la tierra.

—Yo quiero café —le dijo Justice a la camarera—. Solo.

La mujer anotó el pedido.

—Antes ha habido un pequeño accidente en la cocina. No es preocupante, pero si fuera vosotros me limitaría a tomar unos rollitos.

Patience contuvo un gruñido. Estaba claro que tenían que haber elegido otro sitio.

—Gracias por la información.

Justice la miró.

—¿Me recomienda alguno?

—El London es el mejor —dijo Wilma—. Con patatas fritas. Te gustará.

Él le devolvió la carta.

—Seguro que sí.

—Lo mismo para mí —dijo Patience sin muchas ganas.

—Chica lista.

Cuando Wilma se marchó, ella miró a Justice.

—Puede ser un poco enérgica.

Justice parecía más divertido que molesto.

—Me parece bien. Es parte del encanto de este pueblo.

—Eso lo dices ahora, espera —respiró hondo—. Gracias por ayudar en el asunto Lillie-Zack. Mi madre me lo ha contado todo. Estoy de acuerdo en que yo debería mantenerme al margen para que Lillie no piense que has traicionado su confianza.

—Gracias. No quiero que me odie. Es una niña genial.

—Y una niña que despierta un gran afecto entre sus compañeros de clase —se estremeció—. Me temo que voy a verme en serios problemas cuando cumpla dieciséis.

—Enciérrala en una torre.

Ella se rio.

—Es una opción que no había contemplado —se aclaró la voz sabiendo que tenía que ir al grano y al motivo de ese almuerzo—. Sobre el motivo de que te haya pedido quedar contigo...

—¿Sí? —le preguntó él mirándola.

—Me ha visitado el abuelo de Lillie —le pasó la tarjeta de visita de Steve—. Quiere empezar a verla de forma regular e imagino que establecer una relación con ella.

—¿No la ha visto antes?

—No. Abandonó a su familia cuando Ned era pequeño. Ned siempre sintió mucha rabia hacia su padre y cuando nos conocimos lo interpreté como una buena señal. A los dos nos habían abandonado nuestros padres, así que supuse que los dos estaríamos dispuestos al compromiso —sacudió la cabeza—. Pero me equivoqué.

—¿Y habías visto antes a... —miró la tarjeta— Steve?

—Una vez. Antes de la boda. Apareció, nos llevó a cenar, hizo muchas promesas y desapareció. No creo que sea peligroso, pero tampoco confío en él. Lillie no necesita que su abuelo se presente de pronto para desaparecer después. Quiero saber qué clase de hombre es y he pensado que tú podrías ayudarme a averiguarlo.

—Claro que sí. No me será difícil —se guardó la tarjeta en el bolsillo de la camisa—. ¿Qué pasó con Ned?

Wilma llegó con sus bebidas y volvió a la cocina. Patience desenvolvió su pajita.

—Nada fuera de lo común. Empezamos a salir. Era divertido, pero no genial. No estaba enamorada de él ni nada por el estilo, aunque pensé que tal vez podría estarlo. No sé. Me acosté con él y probablemente no debería haberlo hecho. Fue una época muy complicada para mí. Estaba confundida sobre lo que quería hacer con mi vida. Era joven.

—Muy joven —apuntó Justice mirándola fijamente.

—Has hecho las cuentas, ¿eh?

—Lillie tiene diez. Eras una adolescente cuando te quedaste embarazada.

—Lo sé. Recién salida del instituto. Bueno, el caso es que me quedé embarazada. A Ned no le hizo ninguna gracia, pero dijo que quería hacer lo correcto. Nos casamos. Yo trabajaba a tiempo parcial en la librería de Morgan. Al poco tiempo de que naciera Lillie, Ned me dijo que se marchaba porque había conocido a otra persona. Era mayor y muy rica.

Miró por la ventana obligándose a no mostrar ninguna emoción. Y no porque estuviera hundida por lo sucedido, porque ya no lo estaba, pero sí por haber sido tan estúpida y confiada.

—Pensé que estaría a mi lado simplemente porque me había dicho que lo estaría. Como te he dicho, por el modo en que hablaba sobre su padre y cómo lo había abandonado, supuse que él jamás le haría lo mismo a su hija, pero me equivoqué. Me quedé impactada cuando admitió que había tenido una aventura y que quería irse —volvió a mirar a Justice—. Ya tenía listos los documentos. Su abogado se los había preparado. Ned me abandonó y abandonó a Lillie. Y renunció a sus derechos.

Dio un trago de refresco.

—Durante mucho tiempo pensé en ello y entendí que no quería ser padre y que de nada me serviría obligarlo a visitarla y verla. ¿Para qué? ¿Para que la niña viera que no era importante para él? En los días buenos me digo que vio que era demasiado parecido a su padre como para comprometerse a cuidar de su hija. En los días malos creo que era un bastardo. Al final lo firmé todo. Me mudé con mi madre, fui a la escuela de estética y peluquería y el resto ya lo sabes.

Él le agarró la mano por encima de la mesa. Sus dedos resultaron cálidos y reconfortantes.

—¿Y no habías vuelto a ver a Steve?

—No, ni tampoco he sabido nada de él. Ayer me giré y ahí estaba, diciendo que quería entablar una relación con Lillie.

—Descubriré todo lo que pueda antes de irme.

Ella apartó la mano antes de poder detenerse. La temperatura pareció bajar varios grados y perdió el apetito. No debería sorprenderla, pero lo hizo.

—¿Te marchas?

—Un par de semanas. Aún... —se inclinó hacia delante—. No, Patience. No me marcho del pueblo. Aún tengo una misión con la empresa para la que trabajaba. Tengo un último trabajo que hacer y estaré fuera unos diez días, no más.

—Ah —su rostro quedó cubierto por una máscara de alivio. Se aclaró la voz, esperando mantener una expresión que pareciera normal—. Vale. ¿Y qué clase de trabajo es?

—La típica labor de guardaespaldas.

Ella sonrió.

—¿Y eso qué significa? No creo que conozca a una sola persona que alguna vez haya necesitado a un guardaespaldas —alzó una mano—. Lo retiro. La madre de mi amiga Charlie contrató a uno una vez, pero es una bailarina famosa. Estuviste aquí con ella el año pasado, ¿verdad? —precisamente cuando no se había molestado en ir a verla.

¿Por qué no podía llegar a entender a Justice? La apoyaba tanto y era tan simpático y sexy, pero nunca antes había hecho intención de acercarse. ¿Qué significaba eso? Necesitaba que la ayudara con Steve y le gustaba tenerlo cerca, pero ¿estaría pagando un precio demasiado alto por eso?

«No te desvíes del tema», se dijo.

—Bueno, sigamos con lo del guardaespaldas. La mayoría logramos vivir nuestro día a día sin protección. Así que, ¿quién es ese tipo?

—No puedo decírtelo.

Ella esperó, aunque él parecía estar hablando en serio.

—De acuerdo. ¿Y significa eso que tampoco puedes decirme adónde vas a ir?

—Sí.

—¡Vaya! —no estaba segura de qué hacer con la información, aunque sí que sabía que no le gustaba—. ¿Y hablan inglés en ese misterioso lugar?

—No.

—Entonces es peligroso.

—No todos los lugares de habla no inglesa son peligrosos.

—Lo sé, pero si fueras a un lugar donde hablan inglés, probablemente, no sería peligroso. No me imagino que haya muchos peligros en la Gran Barrera de Coral, a menos que incluyamos a los tiburones.

Hizo lo que pudo por hablar con tono animado, más por el bien de él que por el suyo.

—No tienes que preocuparte por mí.

—No lo estoy. Tal vez un poco. No quiero que desaparezcas como antes.

—No lo haré. Lo prometo.

¿Esa promesa se aplicaba a ese viaje en especial o incluía toda la eternidad? Tenía la sensación de que preguntárselo la haría pasar de ser una amiga encantadora a una que daba miedo.

Wilma apareció en ese momento y les colocó el almuerzo delante. Patience le dio las gracias y agarró una patata frita mientras se preguntaba si podría confiar en que Justice cumpliera con su palabra. Quería decir que conocía a ese hombre, pero seguía siendo un misterio para ella. Sabía quién había sido, pero de aquello ya había pasado mucho tiempo.

Sabía que le gustaba y adoraba sus besos y, tal vez, aunque fuera de tontos, se metería en su cama. Pero eso no era lo mismo que confiar en él. La confianza había que ganársela. Solo esperaba que no estuviera en riesgo de enamorarse de un hombre que no se merecía su corazón.

Justice estaba esperando en la acera a las puertas de la escuela elemental. Los niños salían; unos se metían en los coches que los esperaban, pero la mayoría volvía caminando a casa con sus amigos. El pueblo era uno de esos lugares donde los niños podían volver solos a casa sin ningún peligro.

Observó a la multitud y entonces vio a Lillie. Estaba hablando con un par de niñas. Cuando lo vio, lo saludó con entusiasmo. Le dijo algo a sus amigas y salió corriendo.

—¡Hola! Estás aquí.

—Quería hablar contigo sobre mi investigación.

Echaron a caminar juntos hacia la casa.

—Últimamente, Zack ha estado distinto. Sabía que le habías dicho algo.

—Tuvimos una charla.

Ella lo miró expectante.

—No es que te esté acechando ni nada raro. Le gustas.

Dos días antes, Justice se había reunido con Ava, la orientadora del colegio, los padres de Zack, la profesora de Zack y el propio niño. Y lo que todos habían descubierto al instante era que al pequeño le gustaba Lillie. No era ningún acosador. Era solo un niño coladito por ella.

Sus padres habían sido muy comprensivos y habían prometido enseñarle que observar a su objeto de afecto no era el mejor modo de conquistarla, y Justice había accedido a compartir el encuentro con Lillie.

—No lo entiendo. ¿Y por qué no me habla?

—Le gustas.

—Pero es un chico. Los chicos son raros —arrugó la nariz—. Esto no es como en la tele, ¿verdad? ¿Lo de los besos?

—Nada de besos.

—Vale. Mamá dice que algún día miraré a los chicos de manera distinta, pero no lo creo. Gracias por ayudarme. Creo que lo que tengo que hacer es mantenerme alejada de su camino.

—Ahora se comportará mejor.

—Bien —sonrió—. ¿Vas a mandarme la factura? Nunca me han enviado una factura.

—No. Esto lo he hecho porque conozco a tu madre.

—Qué bien. Gracias.

Ya habían llegado a su casa y él se detuvo en la acera.

Lillie era una niña brillante, simpática y dulce. Una niña genial. La clase de niña que hacía que la gente que no quería tener hijos se lo pensara dos veces.

—Tengo que irme.

—Vale. Gracias, Justice.

—De nada.

Volvió por donde había llegado. Tal vez Ford tenía razón, tal vez Fool’s Gold no era la clase de lugar en la que ninguno de los dos debería instalarse. Pero marcharse... eso era algo que no podía hacer. Aún no. La atracción era demasiado poderosa y su deseo demasiado extremo. Tendría que recordar tener cuidado y asegurarse de que mantenía a salvo a las personas que le importaban.

Patience estaba sentada en el sofá con las piernas cruzadas. Sostenía una libreta y un boli y delante tenía un bote de refresco light. Necesitaba cafeína aun a riesgo de caer en una locura histérica.

—El equipamiento ya está encargado —dijo Ava sosteniendo una carpeta—. Aquí tengo todos los recibos. He creado un calendario con fechas de entrega. El fontanero y el electricista tienen que venir primero, así que necesitamos saber dónde va a ir todo.

Patience respiró hondo.

—De acuerdo. Así que tenemos que ultimar la ubicación de todo. ¿Qué opinas?

—Creo que deberías pedir otra opinión —le dijo su madre—. Pregúntale a Justice qué opina. Era militar. Está acostumbrado a colarse en sitios y salir de ellos. Debe de tener una buena idea de la distribución del espacio y de lo que puede obstaculizar el paso.

—Vaya, no había pensado en eso —aunque tampoco le importaba tener cualquier mínima oportunidad de ver a Justice—. Tienes razón. Nos dará una nueva perspectiva. Luego lo llamaré para quedar.

—Perfecto —su madre abrió la carpeta—. Entre la construcción y el equipamiento, hemos utilizado la mayor parte del presupuesto.

—Lo sé. Sabíamos que eso iba a pasar.

Un equipo decente y de calidad profesional no era barato. Después estaban todos los suministros necesarios para abrir una cafetería. Tazas, vasos, mesas, sillas, servilletas, un lavaplatos.

—Tenemos dinero para pagar empleados —dijo Patience— y nuestros fondos de reserva. Yo no voy a tener sueldo al menos durante los dos primeros meses.

—No te preocupes por las facturas. Yo me ocupo. Con la hipoteca saldada, tenemos más que suficiente, además de algo de dinero extra para invertir en el local.

Patience asintió. Nada de lo que oía era información nueva. Habían repasado su presupuesto en muchas ocasiones antes y poniéndose en distintos escenarios y situaciones. La diferencia era que esta vez iba de verdad. Estaban haciéndolo. La herencia había supuesto que no tuvieran que pedir un préstamo bancario ni preocuparse por él. ¡Eso sí que había sido un milagro!

—En todo caso, tengo un recurso —dijo con una sonrisa—. Siempre puedo volver a la peluquería.

—No tendrás que hacerlo —le dijo su madre—. Vamos a arrasar en este pueblo.

—Taza a taza —añadió Patience.

—Eso es —su madre hojeaba los documentos—. Tenemos que organizar un equipo de trabajo. El constructor instalará los armarios empotrados y luego vendrán el electricista y el fontanero, pero ¿qué pasa con la limpieza general y la pintura? Sería mucho más barato si lo hiciéramos nosotras.

—Tienes razón. ¿Cuánto serían? ¿Tres semanas desde ahora?

—La reforma empieza el lunes y tardarán una semana. A la semana siguiente recibiremos los electrodomésticos, así que serían unas tres semanas —Ava lo anotó—. Haremos una cadena de llamadas.

Una de las ventajas de vivir en un lugar como Fool’s Gold era la implicación de la comunidad. Los vecinos siempre acudían a ayudarse los unos a los otros. Si en el colegio hacía falta pintar las clases o se necesitaba remodelar escenarios para una función de Navidad, la gente aparecía para ayudar. Y aunque Patience había formado parte de muchos equipos de trabajo, nunca había sido la que había pedido la ayuda.

—¿Crees que deberíamos molestar a la gente? —preguntó a pesar de saber cuál sería la respuesta de su madre.

—Todos los que nos quieren estarán encantados de ayudar.

—Lo sé. Tienes razón.

—Al menos tienes un plan.

Repasaron el resto de los detalles. Durante los siguientes días la imprenta tendría las pruebas para su logo que iría en los rótulos, en los delantales y en las tazas. Incluso estaba pensando en vender artículos promocionales del Brew-haha.

—Y con eso habremos terminado —dijo Ava.

—¡Sí! —Patience soltó la libreta y el boli y estiró las piernas—. Lillie no tardará en volver —su hija había ido a pasar la tarde a casa de una amiga.

—Ya sabes que está resuelto el asunto de Zack, ¿verdad?

Patience sonrió.

—Sí. Pobre niño. Ha tenido que soportar una reunión en la que todos han estado hablando de su enamoramiento. Eso le va a dejar huella.

—Justice ha manejado la situación extremadamente bien. Sé que no tengo nada que ver, pero, aun así, estoy orgullosa del hombre en que se ha convertido.

Patience también estaba impresionada con él, pero no creía que estar «orgullosa» se ajustara a sus sentimientos.

—Es un buen tipo.

Un buen tipo que la confundía. Ojalá no le gustara tanto. Había pensado en mantenerlo alejado de Lillie para que su hija no estableciera ningún vínculo con él, sin imaginarse que la niña iba a actuar por su cuenta. Y ahora Justice se había convertido en el héroe de Lillie y también en su propio héroe por haber ayudado a su hija.

Justice había decidido abrir su negocio en Fool’s Gold, lo cual implicaba que iba a quedarse. Pero aún no había explicado por qué la había estado evitando durante años. Mantenerse alejada de él hasta que lo descubriera le parecía la mejor opción, pero, por un lado, era un pueblo pequeño y, por el otro, no quería hacerlo.

Al menos estar tan ocupada con el local la ayudaría. Ahora mismo no tenía tiempo para pensar en los «y si...».

—Es interesante que haya elegido establecerse aquí —dijo su madre—. Podría haber ido a cualquier otra parte.

—Creo que Ford tiene algo que ver en eso. Siguen siendo amigos —se rio—. O tal vez es por Fool’s Gold. Una vez este pueblo te encuentra, no te deja escapar.

—Eso da un poco de miedo.

—No quería expresarlo así —miró a su madre—. Me alegra que Justice esté bien. Aunque solo éramos niños, he pensado mucho en él y en lo que podía haberle pasado.

Ava asintió.

—Recuerdo cómo la alcaldesa intentó averiguarlo. Y Alice Barns también echó mano de sus contactos.

Alice, que por entonces era ayudante del sheriff y ahora la jefa de policía Barns.

—Pero se trataba del programa de protección de testigos, así que era imposible que hubiéramos descubierto algo —incluso ahora le costaba creer que alguien se hubiera llevado a Fool’s Gold a un niño en peligro. Allí no pasaban esas cosas... así que probablemente por eso habían elegido ese lugar.

Agarró el boli de nuevo y se puso recta. Una molesta sensación se apoderó de ella y supo que tenía que contárselo a su madre.

—Mamá, el padre de Ned vino el otro día.

Ava se giró hacia ella.

—¿Steve?

—Ajá. Dice que quiere ejercer de abuelo con Lillie.

Patience se preparó para la diatriba de su madre. Ava ya había tenido que soportar el abandono de un hombre más de una vez en su vida. Primero su padre, después su marido y por último había tenido que presenciar cómo a su hija le hacían lo mismo.

No había duda de que tendría unas cuantas cosas que decir sobre el padre de Ned y que no serían muy agradables. Después de todo, Steve también había abandonado a su familia. Parecía que había una epidemia de hombres que no eran capaces de mantener un compromiso a largo plazo.

—¿Y cómo es? —le preguntó al contrario de lo que se había imaginado.

Patience se encogió de hombros.

—Tranquilo. Agradable. Se ha disculpado por lo que le había hecho a Ned y por cómo Ned nos trató a Lillie y a mí. Dice que ha cambiado y que quiere una segunda oportunidad con su nieta.

—¿Y le crees?

—No lo sé. Solo lo había visto una vez en mi vida y Ned nunca tenía nada bueno que decir sobre él, así que no creo que sea alguien en quien confiaría juzgando su carácter. Le he pedido a Justice que lo investigue.

La expresión de su madre era difícil de descifrar.

—Me parece una solución muy sensata. Justice descubrirá si hay algo en él que deba preocuparnos.

Patience esperó.

—¿Y ya está? ¿No vas a decir que es un hijo de..., ni vas a decirme que agarre a Lillie y salgamos corriendo?

—La gente cambia.

—¿Y crees que Steve ha cambiado?

Ava se movía incómoda en su asiento.

—No estoy segura. Solo digo que puede que haya hablado en serio. El tiempo aclara las cosas y para algunas personas eso equivale a enfrentarse a sus remordimientos. Si Steve es sincero, entonces deberías tomarlo en serio.

Patience no estaba tan segura.

—No quiero que haga daño a Lillie. Ella nunca habla de su padre, pero sé que piensa en él. Sus amigas tienen padres e incluso las que tienen padres divorciados ven a sus papás. Ella nunca lo ha visto porque se fue y no ha vuelto jamás. Sería distinto si hubiera muerto... porque en ese caso su ausencia no sería una opción. ¿Y si Steve no ha cambiado? ¿Y si la ve unas cuantas veces y luego desaparece?

—A lo mejor no lo hace.

—Te estás poniendo de su parte.

—Solo digo que necesitas más información.

Patience no lo entendía. Era como si su madre le estuviera ocultando algo.

—Voy a esperar a oír lo que Justice tiene que decir. Si le da el visto bueno a Steve, entonces me pensaré que conozca a Lillie. De lo contrario, no le permitiré acercarse a mi hija.

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