Читать книгу Cuando atrapas un tigre - Tae Keller - Страница 10

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Intento procesar lo que estoy viendo, pero no tiene sentido. No es un monstruo, sino Halmoni.

Halmoni, enferma.

Halmoni vomitando.

Los niños se enferman todo el tiempo. Sam siempre me dice: Ustedes, los niños, están hechos de gérmenes. (Como si ella fuera tan adulta.) Pero tiene razón. Porque se supone que los adultos no vomitan. Y mucho menos se supone que Halmoni vomite. Ella es tan glamorosa, y esto es tan… asqueroso.

Halmoni siempre ha sido la reina del sueño. Se va a la cama a las ocho y media de la noche, se pone rulos y envuelve su cabello en una pañoleta, se coloca una mascarilla y duerme doce horas seguidas.

Nada se interpone en su sueño embellecedor. Excepto, supongo, esto.

Una buena nieta la ayudaría. Una buena chica le llevaría galletas y agua y le sostendría la cabeza.

Pero por alguna razón, no me muevo. Por mucho que lo intento, no consigo obligar a mis piernas a funcionar, no puedo hacer que mi mano abra la puerta.

No soy una buena nieta.

Tengo la sensación de que he visto algo que no debería haber visto. Halmoni mira a través de la puerta entreabierta y me descubre. Es demasiado tarde; trato de activar mi invisibilidad, pero Halmoni puede verme. Siempre puede verme.

—Lily —grazna la abuela. Los rulos en su cabello negro se ven como escamas—. Me pareció escucharte allí.

Su rostro está envuelto en oscuridad y no puedo saber qué está pensando. ¿Está molesta conmigo? ¿Enfadada de que ande por allí a escondidas? ¿Quiere que me vaya? Cuando hablo, sólo me sale un susurro:

—¿Estás bien?

Deja correr el agua del inodoro y se pone de pie, dando un paso adelante, a la luz de la luna. Las arrugas alrededor de sus ojos y labios son más profundas que de costumbre, pero se ve suficientemente sana. Si no la hubiera escuchado vomitar, no habría pensado que algo andaba mal.

—Por supuesto, estoy bien. Toda mi familia estar aquí. Entonces mucho mejor que bien.

—Pero… —mi voz se quiebra. Me aclaro la garganta—. ¿Estás… estás enferma?

—Ah, sí, Lily. Sólo poquito. ¿Cómo se dice? ¿Un pequeño tribus?

A veces pienso que equivoca las palabras a propósito para hacernos reír, para distraernos.

—¿Un virus? —le pregunto.

Asiente.

—Sí, eso, pequeño virus. Pero estoy bien.

Respiro hondo para tratar de calmarme. Todo el mundo puede enfermarse del estómago, incluida Halmoni.

Nada más que un pequeño tribus-virus.

—¿Por qué levantada? —pregunta.

—No podía dormir. Estaba pensando en… el tigre.

Se queda mirándome durante tres largos segundos, luego extiende la mano.

—Ven a acostar conmigo —dice—. Te cuento ahora. Te cuento lo que robé.

Cuando atrapas un tigre

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