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5. Los libros «A los gentiles»: título y composición
ОглавлениеEl manuscrito único —el Agobardinus , del s. IX — que nos ha conservado el texto de los libros denominados Ad Nationes no contiene título alguno. San Jerónimo (Ep . 70, 5) habla de los libros Contra gentes . Es cosa admitida que Gens y natio son términos que pueden considerarse equivalentes en la lengua hablada por los cristianos; ambos sirven para designar a los paganos. El index de Claesson permite ahora analizar los usos de estos dos vocablos en Tertuliano: en el conjunto de sus escritos, uno y otro término tienen una frecuencia similar. Pero si atendemos exclusivamente a los libros que aquí nos ocupan, nos encontramos con que en el Apologético se evita el empleo del natio , que aparece una sola vez (9, 9) y con el sentido de ‘pueblo’ en general. Gens/gentes se utiliza ampliamente, pero siempre con el significado de ‘linaje’ o bien de ‘pueblo’. En cambio, en A los gentiles hay paridad de ocurrencias, y son tres los pasajes en los que claramente Tertuliano se está refiriendo a los gentiles (I 7, 29; 20, 1; II 1, 1); son apelaciones, en tono de invectiva: iniquissimae nationes (I 20, 1); miserae atque miserandae nationes (I 7, 29), miserandae nationes (II 1, 1). El título Ad nationes para estos libros es el que figura en la edición princeps de Godofredo (a. 1625) y está generalmente admitido. La traducción oportuna parece ser A los gentiles .
La falta del título y del incipit en el Agobardinus , unida a la evidencia que se desprende de la comparación con el comienzo del Apologético y a la brusquedad del arranque, son argumentos que apoyan la opinión, ya manifestada por Heinze y defendida por Schneider: existe una laguna al comienzo de la obra 34 .
Según la hipótesis emitida por Braun, que se aparta de la tradicionalmente admitida, A los gentiles sería cronológicamente la primera obra de Tertuliano: la redacción de A los mártires habría que situarla entre ésta y el Apologético 35 . Esta condición de obra primeriza podría explicar la inconsistencia de la arquitectura del primer libro, que ha suscitado severas críticas. En I 7, 30 se anuncia: «Veremos lo tocante a la fe», refiriéndose a la resurrección de los muertos, la vida eterna y el castigo eterno, pero ya no vuelve a tratar el tema; parece lo más probable que interrumpiera la redacción del A los gentiles antes de lo que tenía previsto, para iniciar el Apologético , en cuyo texto incluye ya la exposición de la doctrina.
Siguiendo la línea trazada por Schneider 36 , pueden distinguirse en él dos bloques: el primero abarca los nueve primeros capítulos; la segunda parte del libro está marcada por el procedimiento de la retorsio , anunciada en 10, 1 y comprende del capítulo 10 al 19; el capítulo 20 contiene en los párrafos 1-5 una recapitulatio (que sirve de guía para detectar el «plan» del libro) y los párrafos finales están destinados a contrastar la inocencia de los cristianos con la culpabilidad de los paganos; estos últimos párrafos aluden a la ignorancia de los jueces, cuestión que enlaza —cerrando el anillo— con los párrafos 4 y 5 del primer capítulo. La inclusión de varios excursus (entre ellos el de la fama, capítulo 7) resta claridad al esquema expositivo; desde el ángulo de la lógica, se presta a crítica la contradicción de razonamientos entre el capítulo 7, donde se dice que nadie es capaz de los crímenes de los que se acusa a los cristianos y el capítulo 15, donde se acusa a los paganos de infanticidio e incesto.
En el libro II se distinguen también dos partes: la primera, que contiene los capítulos 1 al 11, está trazada siguiendo el esquema de la llamada «teología tripartita», procedente de Varrón 37 ; los capítulos 12 al 17 tratan del origen de los dioses para concluir que son hombres y descendientes de hombres y por tanto no pueden ser inmortales. Son dos exposiciones que se refuerzan mutuamente, aunque la segunda de ellas se reconoce como más propia del estilo de Tertuliano.
El abandono de la apelación a los praesides (G . I 2,2) para pasarla a las nationes (I 20, 1 y II 1, 1) es un claro indicador de un cambio de plan en la composición, y del apresuramiento con que se redactó la obra.