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3. Valor literario, estilo y lengua
ОглавлениеEl estilo de un autor cristiano, ha escrito Fontaine 16 , tiene dos componentes: a) la tradición literaria que recibe por su educación, por sus lecturas y por su participación en el mundo contemporáneo; b) su propio ingenium . La valoración literaria de Tertuliano deberá tener por tanto en cuenta estos dos factores.
El enjuiciamiento que hoy se hace de nuestro autor se aparta completamente de aquellos denuestos que sufrió en épocas pasadas. La nueva óptica parte de la aún hoy utilísima obra de Hoppe sobre la sintaxis y el estilo de Tertuliano 17 . Las líneas marcadas por Hoppe han sido continuadas por las escuelas holandesa y sueca.
El juicio global de Hoppe puede resumirse así: Tertuliano merece un puesto de honor en la literatura cristiana y en la literatura latina; es un autor de gran importancia para la historia de la Iglesia y de los dogmas; en la historia de la lengua latina tiene un papel comparable a Cicerón; ambos la hicieron capaz de expresar el pensamiento: aquél, el de la filosofía griega; éste, el de la doctrina cristiana.
Destaca en los estudios más recientes el interés por descubrir la relación entre estilo y fe; es decir, el influjo de la cultura cristiana sobre el arte de escribir, lo que Braun ha llamado «la cristianización de la estética literaria» 18 . Braun reconoce el mejor ejemplo de esta corriente, que saca a la luz la existencia de una nueva estética literaria vitalizada por la fe, en la obra de Fontaine sobre la prosa latina del s. III 19 .
Respecto a su conocimiento de la cultura antigua, la erudición de Tertuliano despertó la admiración de S. Jerónimo 20 ; es innumerable la cantidad de citas de autores, las menciones de escuelas filosóficas y personajes de la Antigüedad que saltan a sus páginas, lo que supone unas amplísimas lecturas, aunque parece evidente que no todo lo conoce de primera mano. Generalmente citaba de memoria, a pesar de que se reconoce modicae memoriae homo (Sobre la idolatría 4, 5). Por otra parte, estaba familiarizado con la Biblia, cuyo lenguaje supo asimilar. Braun señala que lejos de contraponerse en la prosa de Tertuliano los paralelismos de origen bíblico (binarios y basados en el significado; sinonímico o antitético) y los que se originan por el gusto asiánico (de varios miembros y estructura más compleja), las dos tendencias convergen en el estilo de nuestro autor, influenciado por el de San Pablo que ya había asumido la tendencia asiánica propia de la literatura helenística 21 . La promiscuidad entre cultura bíblica y fuentes paganas aparece también en la creación de imágenes, un terreno en el que queda aún mucho por descubrir.
En lo que hace a su inserción en la cultura contemporánea, el estilo de Tertuliano está emparentado con el de Apuleyo, y alcanza en el tratado Sobre el manto un barroquismo literario que encuentra su correlato en las artes plásticas monumentales, en lo que se ha llamado «barroco severiano». Rasgos característicos de esta prosa artística son: la presencia de grecismos y de neologismos; el empleo de términos ya en desuso; las frecuentes elipsis que a veces oscurecen el sentido; la interrupción del discurso lógico con bruscos saltos de pensamiento; las descripciones llenas de vigor; las imágenes hiperbólicas… 22 ; su proximidad a Apuleyo se manifiesta también en las insistencias; abundan en ambos, quizá por encima de los demás autores de la literatura latina, los recursos a las reiteraciones en todos los niveles del lenguaje: fónico, morfológico, sintáctico y también léxico. Los estudios sobre la parisosis (paralelismo de los cola ) a los que acabamos de aludir han puesto también de relieve la continuidad entre la técnica de Tertuliano y la de Apuleyo, al que Tertuliano se asemeja igualmente en el gusto por el uso frecuente de diminutivos.
Pero sobre todo, destaca en Tertuliano su fuerte personalidad, que marca su estilo con un sello inconfundible: a pesar de la variedad exigida por la materia y el género de sus diferentes obras, «si se encontrara un nuevo fragmento de Tertuliano, la atribución no encontraría dificultades» 23 .
«Personalidad prestigiosa, pero desconcertante», «temperamento exaltado», «imaginación extraordinaria» son expresiones que se encuentran, entre otras, en quienes pretenden describir su talante; quizá todas ellas pueden reducirse al juicio de San Jerónimo: acris et vehementis ingenii 24 ; un talento natural que desborda los límites normales; su riqueza de ideas y de imágenes; su ironía punzante que deriva a veces en áspero sarcasmo; su natural seguridad que —unida a su formación jurídica— se manifiesta en una magistral habilidad didáctica: todos ellos son rasgos que caracterizan su modo de hacer. Por su capacidad de captar el núcleo del pensamiento y expresarlo con pocas palabras en forma de sentencia, a veces paradójica, Hoppe lo ha comparado a Tácito 25 . Una muestra del impacto producido por esas sentencias es el influjo de una de sus más famosas: semen est sanguis christianorum (Apol . 50, 13): la idea aparece, bajo formas variadas, en un corpus de noventa y cuatro textos patrísticos 26 . Desde otro ángulo, me atrevería a decir que su lenguaje vivaz, descarado y novedoso produce en ciertos pasajes un efecto similar al que produciría Plauto en su tiempo y para su público; hay de hecho efectos que se aproximan a los de la comedia: largas enumeraciones que acaban con palabras imposibles o inventadas, réplicas contundentes y juegos de dos términos en los que el segundo es un neologismo que calca la forma del primero 27 .
Es cosa sabida que la mayor originalidad de Tertuliano está en la aportación de vocablos y significados nuevos. La ya famosa obra de Braun, Deus Christianorum 28 , es exponente del papel capital que corresponde a Tertuliano en la elaboración de un vocabulario de la doctrina cristiana en lengua latina. Esta línea de trabajo, orientada hacia lo que el propio Braun llama «conjuntos terminológicos» se revela fecunda; y el camino abierto se facilita con el Index Tertullianeus , valioso instrumento de trabajo puesto a nuestra disposición por Claesson 29 .
Una observación hecha por Uglione 30 viene a subrayar la inevitable conexión lengua-estilo; del total de 352 hápax reseñados por Hoppe, 159 se deben a una motivación fónica: destaca como factor determinante la búsqueda de homoioteleuta , combinados o no con aliteraciones, y en menor medida los juegos etimológicos y la paronomasia 31 .
Como conclusión de estas breves reflexiones sobre el estilo de Tertuliano, me permito reproducir las palabras de Braun al respecto: «… desde el momento en que el estudio de su estilo se realiza a un cierto nivel de profundidad… se hace más difícil reducir el arte literario de Tertuliano… a una técnica de escuela, que —mediante la aportación de su fe y de su cultura cristiana, y mediante un juego de influencias complejas— ha sobrepasado y renovado ampliamente» 32 .