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2. El entorno socio-cultural y político

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Los años finales del s. II y los comienzos del III corresponden a un momento brillante en la vida del África Romana: el acceso al trono de Septimio Severo, el primer emperador africano, lleva consigo una promoción social de individuos y familias que alcanzan un puesto en los órdenes senatorial y ecuestre; por otro lado, son muchas las ciudades que adquieren en este momento un estatuto privilegiado de municipio o colonia. El nuevo status de personas y ciudades trae consigo una floreciente actividad edilicia; este surgir de nuevas construcciones se une a amplias obras de reconstrucción en ciudades privilegiadas con anterioridad. A este momento corresponde la edificación de los templos de Sabratha , el faro severiano y las vías columnadas de Leptis , las grandes termas de Mactar , numerosos arcos y puentes monumentales… Las nuevas construcciones deben ser puestas en relación con el enriquecimiento procedente del comercio de productos agrícolas, principalmente el aceite, cuya exportación alcanza incluso a regiones orientales 10 .

No debe de ser ajena a estos intercambios la introducción en África de gustos orientalizantes que cristalizaron en las formas de expresión que han recibido el nombre de «barroco severiano» y que se manifiestan especialmente en la escultura monumental. La cultura y el arte alcanzan gran vitalidad especialmente en la capital de la Proconsular: puede hablarse de una vida cultural floreciente en Cartago, donde hay escuelas de retórica con maestros competentes; a una de ellas asistió el númida Apuleyo, que representa en la literatura ese mismo gusto «barroco» que se hace presente en las artes plásticas. En este ambiente se educó Tertuliano.

Pero su vocación a la literatura nace como una consecuencia de su conversión al cristianismo. La nueva religión conoce en este momento una gran expansión en el África Proconsular. El mismo Tertuliano dirá con una seguridad no exenta de asombro: «Somos de ayer y hemos llenado ya el orbe y todo lo vuestro: ciudades, barriadas, aldeas, municipios; hasta el campamento, las tribus y las decurias, el palacio, el senado, el foro» (Apol . 37, 4-5). El cuadro de la sociedad en la que vivió Tertuliano trazado recientemente por Schöllgen 11 presenta la imagen de una comunidad cristiana numerosa, en la que no faltaban algunos miembros de familias con rango senatorial o ecuestre; otros pertenecían a las élites municipales, y había también un escaso número de viudas ricas. En su conjunto, un grupo de gentes cultivadas, que conocían la lengua griega y que gozaban de un buen nivel económico.

La mayor o menor tolerancia con la nueva doctrina dependía fundamentalmente de los gobernadores 12 . Las persecuciones comenzaron en África al inicio del reinado de Cómodo, en el año 180, bajo el procónsul Saturninus , cuyo nombre completo era: P. Vigellius Raius Plarianus Saturninus Atilius Braduanus Caucidius Tertullus , onomástico que revela una relación de parentesco con la familia de Herodes Ático y quizá también con los Valerii Vegeti , consulares de la Bética en cuya nomenclatura figuraba igualmente el item Caucidius Tertullus 13 . Tertuliano dice: «Este fue el primero que desenvainó la espada contra nosotros» (A Escap . 3, 4). Saturnino condenó a muerte a un grupo de cristianos —siete hombres y cinco mujeres— de la pequeña ciudad de Scilli , cercana a Cartago 14 . En el año 202 Septimio Severo prohibió hacerse cristiano bajo pena grave 15 ; en este año se data el martirio de una joven de veintidós años —Perpetua — y de su esclava Felicitas , hecho del que quedará memoria literaria: la Passio redactada por un autor desconocido, de cultura no muy amplia; el contraste de cultura aleja este escrito de los contemporáneos de Tertuliano más de lo que haría esperar su proximidad en el tiempo.

La realidad de las persecuciones representa el punto máximo de ruptura entre la antigüedad pagana y el cristianismo; dos formas de entender la vida que coexisten en el momento que estudiamos, dando lugar, cuando la tensión no llega a estos extremos, a un fenómeno de ósmosis y a un diálogo que la escuela de Bonn ha plasmado con el elocuente término de Auseinandersetzung .

Apologético. A los gentiles.

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