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8. El contenido del «Apologético »
ОглавлениеEl objetivo del Apologético es, como queda dicho, la defensa de la verdad. Pero, ¿qué alcance tiene esta defensa?, ¿qué conceptos abarca?
Hay un punto de referencia claro para dar respuesta a esta cuestión: el planteamiento que hace el propio autor cuando anuncia los temas capitales del discurso, aludiendo a las acusaciones de las que se hace objeto a los cristianos: «Iremos respondiendo a cada uno de los hechos de los que se nos acusa… de aquellos por los que se nos considera criminales —scelesti — e insensatos —vani —, dignos de castigo —damnandi — y objeto de burla, —irridendi —» (4, 2).
A mi modo de ver, no se trata aquí de cuatro conceptos diferentes, sino de dos, presentados a través de un paralelismo; recinso muy usual en nuestro autor: scelesti, ergo damnandi; vani, ergo irridendi . La asociación «crimen-castigo» del primer término no necesita comprobarse; más discutible puede parecer la segunda. Sin embargo, la asociación de vanus con el verbo irridere en dos pasajes de Tácito (Hist . II 22 14 y 30 15) e incluso ya en Cicerón (Sobre la adiv . 5, 36) pueden mencionarse como precedentes de un uso que parece claro en Tertuliano.
Podemos por tanto afirmar que la defensa que Tertuliano hace de la verdad se desarrolla en dos planos: el plano del derecho (ius ), señalado por la asociación scelesti-damnandi , y el plano de la conformidad con el sentido común y la moral natural (aequitas ), señalado por la asociación vaniirridendi .
Los dos planos se interfieren a lo largo de la argumentación; la doble consideración aparece entrelazada a través de todo el discurso, en el que unas veces dominan los argumentos que tienden a convencer de inocencia, y otras se exponen razones que llevan a concluir que los cristianos son prudentes .
Debemos concluir, por tanto, que una interpretación del Apologético sólo como defensa ante una acusación de delito es insuficiente. La ventas que defiende el orador formado en Cartago es por una parte, sí, el bonum : el bien moral que no debe ser objeto de castigo; pero tiene por otra parte la vertiente intelectual; se adapta a las exigencias de la sabiduría y de la prudencia: Tertuliano defiende la conducta de los cristianos, que es —además de inocente— razonable.