Читать книгу Bucólicos griegos - Varios autores - Страница 14

IDILIO I EL CANTO 1 SINOPSIS

Оглавление

Tirsis alaba la pericia del cabrero en tocar la siringa (vv. 1-6). El cabrero alaba la habilidad de Tirsis en el canto (vv. 7-11). Tirsis invita al cabrero a tocar (vv. 12-14). El cabrero rehúsa, y, a su vez, pide a Tirsis que cante. Si lo hace como en determinada ocasión, le promete la leche de una cabra y un espléndido vaso, cuya decoración describe en detalle (vv. 15-63). Canción de Tirsis: el tema es la muerte de Dafnis (vv. 64-142). Tirsis reclama la recompensa prometida (vv. 143-145). El cabrero se la otorga complacido (vv. 146-152).

TIRSIS . — Dulce es el susurro que canta el pino aquél, junto a las fuentes 2 , cabrero; dulces también los sones de tu siringa. El primer premio es de Pan 3 , tuyo será el segundo. Si a él le toca un macho cornudo, te llevarás tú [5] una cabra; si su premio es la cabra, la chiva será el tuyo, que la que la carne de chiva es rica hasta que da leche.

CABRERO . — Tu canto, pastor, más dulce se derrama que aquel agua rumorosa desde lo alto de la peña. Si las [10] Musas se llevan de premio una oveja, obtendrás tú de galardón un cordero amamantado en la majada; si a ellas les place tomar el cordero, te llevarás tú después la oveja.

TIR . — ¿Quieres, por las Ninfas, quieres, cabrero, sentarte aquí, donde la pendiente de este collado y los tamariscos, a tocar la siringa? Tus cabras, entretanto, yo las cuidaré.

[15] CABRERO . — No debemos, pastor, no debemos tocar a mediodía, que tememos a Pan. Pues él, en esta hora, agotado, descansa de la caza. Tiene mal genio y siempre en sus narices está la amarga hiel 4 . Pero, pues que tú, Tirsis, [20] cantas los dolores de Dafnis 5 y has llegado a la cima del canto pastoril, sentémonos aquí, bajo el olmo, frente a Príapo 6 y las fontanas, donde están las encinas y aquel rústico asiento. Y si cantas cual lo hiciste cuando contendías con Cromis el de Libia, te daré para que la ordeñes [25] hasta tres veces una cabra, madre de dos crías 7 , una cabra que, con dos cabritillos, llena además dos colodras cuando se la ordeña; te daré también un vaso hondo, recubierto de fragante cera, con dos asas, recién tallado, oliendo aún a la cuchilla que lo trabajó. En sus bordes, arriba, se enrosca una hiedra, una hiedra moteada de siemprevivas, [30] cuyo ondulante tallo ondea por ella luciendo su fruto color de azafrán 8 . Dentro 9 una mujer, primor de dioses, está representada, ataviada con peplo y con diadema. A su lado, de una y otra parte, dos galanes de hermosa caballera [35] disputan alternando la palabra. Ella no se interesa, y ora riendo vuelve a uno el semblante, ora se fija en el otro; mientras que ellos, ojerosos de amor desde hace tiempo, toman esfuerzo vano. Un viejo pescador, además de éstos, [40] y una pelada roca están representados. Sobre ella el anciano se afana por arrastrar una gran red para pescar, con el aspecto de quien trabaja duramente. Diríase que usa cuanta fuerza hay en sus miembros, tan hinchados están por todas partes los tendones del cuello; por más que tenga [45] canas, su vigor es de joven. Un poco más allá del viejo curtido por el mar, se halla una viña cargada de hermosos racimos obscuros, guardada por un muchacho, sentado en una cerca. A ambos lados de él, hay dos raposas: una anda entre las cepas pillando las uvas maduras, la otra [50] apresta toda su astucia para alcanzar el zurrón del chico, resuelta a no dejarle hasta que le haya birlado el desayuno 10 . Él, empero, está trenzando tallos de agamón y juncos para hacer una bonita grillera, tan despreocupado del zurrón y de las vides, como entusiasmado en el trenzado. [55] En torno a la copa se extiende por todas partes el flexible acanto, asombro de un cabrero, portento que te dejará en suspenso el ánimo. Por ese vaso di yo en pago a un barquero de Calidna 11 una cabra y un queso grande de blanca [60] leche. Y no lo he llevado todavía al labio, intacto aún está. Con él te obsequiaría muy contento, si tú, amigo, me cantas el ansiado cantar. No me burlo, no. Vamos, compañero, no vas a guardar tu canto para el Hades 12 , que todo hace olvidar.

TIR . —

Empezad el canto pastoril, Musas amigas, empezad a cantar 13 .

Tirsis soy, el del Etna, y de Tirsis dulce es la voz. ¿Dónde [65] estabais cuando Dafnis se extinguía? ¿Dónde estabais, Ninfas? ¿En el hermoso valle del Peneo 14 , en el del Pindo 15 ? No os hallabais, no, en la caudalosa corriente del río Anapo 16 , ni en la atalaya del Etna, ni en las aguas sagradas del Ácide 17 .

Empezad el canto pastoril, Musas amigas, empezad a cantar . [70]

Por él aullaron los chacales, por él aullaron los lobos; por él, cuando murió, hasta lloró el león de la selva .

Empezad el canto pastoril, Musas amigas, empezad a cantar .

[75] Muchas vacas y muchos toros, muchas novillas y terneras a sus pies sollozaron .

Empezad el canto pastoril, Musas amigas, empezad a cantar .

Llegó el primero Hermes 18 desde el monte y dijo: «¿Quién te atormenta, Dafnis? ¿De quién estás, amigo, tan prendado?»

Empezad el canto pastoril, Musas amigas, empezad a cantar .

[80] Llegaron los vaqueros, los pastores de ovejas, los cabreros. Todos le preguntaban qué mal tenía. Llegó Príapo y dijo: «Infeliz Dafnis, ¿por qué te consumes? La zagala por ti recorre todas las fuentes y todos los bosques

Empezad el canto pastoril, Musas amigas, empezad a cantar .

[85] »buscándote. ¡Hay, cuánto desamor tienes! Para ti no hay remedio. Vaquero te llamaban, y ahora pareces un cabrero 19 . Al cabrero, cuando ve cómo cubren a las cabras, se le deshacen los ojos en lágrimas por no ser él cabrón .

Empezad el canto pastoril, Musas amigas, empezad a cantar .

»Y a ti, cuando ves cómo se ríen las mozas, se te [90] deshacen los ojos en lágrimas por no bailar con ellas .»

A éstos nada les dijo el vaquero. Apuraba su pena de amor, y la apuraba hasta el final de su destino .

Empezad el canto pastoril, Musas, otra vez empezad .

Y llegó también Cipris 20 , riendo con agrado; riendo , [95] pero a escondidas, que exhibía grave enfado. Y dijo: «Tú Dafnis, te preciabas de doblegar a Amor, ¿no ha sido Amor cruel quien a ti ha doblegado?»

Empezad el canto pastoril, Musas, otra vez empezad .

A ella respondió entonces Dafnis: «Cipris dura, Cipris [100] rencorosa, Cipris odiosa a los mortales, ¿crees, pues, que para mí ya se han puesto todos los soles? Dafnis hasta en el hades será para Amor dolor penoso 21 .

Empezad el canto pastoril, Musas, otra vez empezad .

»No cuentan que a Cipris aquel vaquero...? Vete al [105] Ida, vete con Anquises 22 : allá hay encinas y crece la juncia, y suavemente susurran las abejas junto a las colmenas .

Empezad el canto pastoril, Musas, otra vez empezad .

[110] »Lozano está también Adonis 23 , porque apacienta el ganado, alcanzan con sus tiros a las liebres y caza toda suerte de animales .

Empezad el canto pastoril, Musas, otra vez empezad .

»Ve a ponerte ahora ante Diomedes 24 y dile: ‘De Dafnis, el pastor, soy vencedora; lucha, vamos, conmigo’ .

Empezad el canto pastoril, Musas, otra vez empezad .

[115] »Lobos y chacales y osas que os guarecéis por las montañas, adiós. Dafnis el vaquero no recorrerá nunca más vuestras arboledas, ni vuestros bosques, ni vuestras espesuras. Adios, Aretusa; adiós ríos que del Tibris 25 vertéis vuestras hermosas aguas .

Empezad el canto pastoril, Musas, otra vez empezad .

»Dafnis soy yo, aquel que apacentaba aquí las vacas; [120] Dafnis, el que aquí los toros y terneras abrevaba .

Empezad el canto pastoril, Musas, otra vez empezad .

»Oh, Pan, Pan, ya estés por los largos montes del Liceo, ya recorras el alto Ménalo 26 , ven aquí, a la sícula isla; deja la peña de Hélice y aquella elevada tumba de Licaón 27 , [125] hasta para los dioses admirable .

Dejad el canto pastoril, Musas, dejadlo ya .

»Ven, señor y llévate esta siringa mía, cuya cera compacta le presta olor a miel, y por la embocadura está [130] muy bien trabada 28 ; que a mí ya Amor me arrastra al Hades .

Dejad el canto pastoril,. Musas, dejadlo ya .

»Vosotras, las zarzas, vosotros, los espinos, dad ahora violetas; que el hermoso narciso florezca en los enebros; [135] que todo se transtorne; que el pino tenga peras, pues que Dafnis se muere; lacere el ciervo con sus dientes a los perros; desde el monte los búhos pónganse a competir con ruiseñores 29

Dejad el canto pastoril, Musas, dejadlo ya .

Cesó Dafnis después que dijo esto. Quería levantarlo [140] Afrodita, pero todos los hilos por las Moiras dispuestos estaban terminados, y Dafnis marchó al río 30 ; sus ondas anegaron a aquel a quien las Musas bien querían, a aquel que a las Ninfas no desagradaba .

Dejad el canto pastoril, Musas, dejadlo ya .

Dame tú ahora la cabra y el vaso para ordeñarla y libar a las Musas. Adiós mil veces, Musas, adiós. En honor [145] vuestro cantaré yo otro día también con más dulzura 31 .

CABRERO . — Así, Tirsis, se llene de miel tu linda boca, de panales de miel; así comas los dulces higos de Égilo 32 , pues que cantando vences a la cigarra 33 . Aquí está el vaso. Mira, amigo, qué bien huele: diríaslo bañado en [150] las fuentes de las Horas 34 . Ven aquí, Ciseta 35 . Ordéñala, Tirsis. Vosotras, cabritillas, dejad de retozar, que no os cubra el macho.


1 Habitualmente este idilio lleva un doble título, Tirsis o El canto , que se encuentra.en varios manuscritos, aunque otros no tienen ninguno, y uno da un título distinto. Pese a que hay indicios ciertos de la antigüedad de estos títulos, es dudoso que se remonten al mismo Teócrito ni siquiera en algunos casos. La circunstancia de que los manuscritos vacilen y ofrezcan distintas alternativas apunta, precisamente, en contra de esa posibilidad. Sobre esta cuestión, vid. A. S. F. Gow, Theocritus , vol. I, Cambridge, 1950, págs. LXIX-LXXII, con la referencia a Wilamowitz. Hemos preferido dar un solo título a cada idilio y recoger en nota las variantes importantes.

2 Nótese cómo Teócrito bosqueja el paisaje que sirve de escenario a sus pastores, mediante alusiones que éstos mismos hacen a su entorno. Esta primera tiene la estructura de un «priamel» muy sencillo: pino susurrante, fuentes, música de siringa (cf. otros ejemplos de «priamel» en idil . VIII, n. 10). El verso 15 señala que la acción se desarrolla a medio día.

3 Pan es una conocida divinidad pastoril, a quien suele atribuírsele la invención de la siringa o «flauta de Pan», vid. poema-figura IV.

4 Griegos y latinos localizaban en la nariz el asiento de la cólera y el enfado. Cf. nuestra expresión «hinchársele a uno las narices». Vid. Gow, «Notes on noses», Journal of Hellenic Studies 71 (1951), 81-84.

5 Dafnis era un mítico pastor siciliano de extraordinaria belleza. Su madre, una ninfa, lo había dejado recién nacido en un bosque de laureles, de ahí su nombre (en griego daphnís = «baya de laurel»). Creció en el campo, en contacto con la naturaleza y con las divinidades que la poblaban. Fue vaquero e inventor del canto bucólico. Su leyenda, que tiene muchas variantes, acaba con un final triste: Dafnis perdía la vista y moría como consecuencia de una venganza amorosa. La versión de Teócrito tiene detalles obscuros. Vid., infra , n. 21.

6 Se trata, desde luego, de una estatua rústica del dios custodio de huertos y vergeles.

7 Un escolio especifica que las cabras que tienen dos crías dan gran cantidad de leche. Cf. idils . III 34; V 84; VIII 45.

8 Hemos entendido la frase ha... krokóenti como una especie de comentario etimológico a helichrýsō .

9 ¿Dentro de la superficie limitada por la guirnalda de hiedra o en el interior del vaso? Las dos interpretaciones tienen pro y contra. Véanse los argumentos de uno y otro lado en la nota de Gow a este verso, y en A. M. DALE , «Kissybion», Classical Review 2 (1952), 129-132 ( = Collected Papers , Cambridge, 1969, págs. 98-102). El Pap. Berol . 17073 dice expresamente éktosthen «fuera», en lugar del éntosthen «dentro» de la tradición, vid. J. O’ CALLAGHAN , en Chronique d’Egypte 99-100 (1975), 192-194. La descripción detallada de una obra de arte tiene precedentes muy antiguos en la literatura griega, como la famosa del escudo de Aquiles en la Ilíada (XVIII 478 ss.) y el de Heracles en el poema atribuido a HESÍODO (139 ss.). Es un motivo frecuente en los poetas helenísticos, que lo introducen incluso con un pretexto poco verosímil, como aquí, donde se trata del vaso de un pastor. Cf. la descripción del canastillo de Europa en Mosco, II 43 ss., y vid. N. NICOSIA , Teocrito e l’arte figurata , Palermo, 1968, págs. 15-47. Últimamente ha estudiado esta clase de excursus A. PERUTELLI , «L’ inversione speculare. Per una retorica dell’ ecphrasis», Materiali e discussioni per l’ analisi dei testi classici 1 (1978), 87-98.

10 Texto e interpretación poco seguros.

11 Al sur del Egeo oriental.

12 Hades es dios del reino de los muertos y también lugar a donde éstos van.

13 El estribillo, que Teócrito emplea también en el idil. II y que se encuentra después, entre los bucólicos, en el Canto fúnebre por Bión , en el Canto fúnebre por Adonis y en la Égloga VIII de Virgilio, era característico de las composiciones populares entre los griegos como entre nosotros (también se encuentra en las canciones de boda, de las cuales la literatura greco-latina ofrece varios ejemplos; en el idil. XVIII está apuntado sólo al final). Por otra parte, caracterizaba también algunos tipos de himnos. En la poesía hexamétrica, destinada a la recitación o a la lectura y no al canto, la función del estribillo es, desde luego, contribuir a la imitación de la forma cantada.

14 Río de Tesalia que atraviesa el famoso valle del Tempe.

15 Macizo montañosa entre Tesalia y el Epiro.

16 Río de Sicilia cercano a Siracusa.

17 Otro río siciliano, nacido en el Etna. Sobre la divinización de los ríos, vid. idil. VIII 33 y n. 3.

18 Hermes, que acude como dios pastoril, es considerado, a veces, como padre de Dafnis.

19 Los pastores teocríteos están jerarquizados conforme el valor de los animales que custodian: primero, el vaquero, que es una especie de aristócrata entre ellos; luego, el pastor de ovejas, y, por último, el cabrero. Cf. idil. VI 7, donde Galatea insulta a Polifemo llamándole cabrero. Los porquerizos no se mencionan nunca.

20 Afrodita, la diosa del amor, a quien los romanos llamaban Venus. El sobrenombre de Cipris, «la diosa de Chipre», alude a la relación especial de la deidad con aquella isla. Aquí se presenta disimulando su contento porque Dafnis se consume de amor y paga así su arrogancia. Para el sentido de los vv. 95-96, vid. G. ZUNTS , en Classical Quarterly 10 (1960), 37-40 ( = Opuscula selecta , Manchester, 1972, págs. 85-87).

21 Dafnis adivina la secreta alegría de la diosa y responde desdeñosamente. Por lo anterior y por lo que dice ahora, parece que hay que entender lo siguiente: Dafnis se ha jactado de ser insensible a amor, y, como castigo, ha sido víctima de una pasión que le hace languidecer hasta la muerte, no porque sea incapaz de satisfacerla, sino porque persiste en su terca negativa de aceptar el poder del amor. Dafnis es, pues, aquí un personaje afín al Hipólito de Eurípides. Cf. idil. VII 73 ss.

22 Para humillar a la diosa, Dafnis le recuerda su aventura amorosa con el troyano Anquises, vaquero como él, en el monte Ida, al Sur de la Tróade. El episodio se narra en el himno homérico a Afrodita. En el recuerdo mismo de la amenidad idílica del monte Ida que hace Dafnis hay una mordaz ironía contra la diosa, puesto que las abejas, que junto con la juncia y las encinas son notas habituales del locus amoenus , pican a quienes han cometido actos deshonestos, según una tradición recogida por PLUTARCO , quien cita expresamente este pasaje (Aetia physica , en la traducción latina renacentista de LONGOLIUS , V/3, pág. 28, cap. 36. HUBERT ). Precisamente este texto de Plutarco ha servido para corregir aquí la lección de los manuscritos de Teócrito.

23 Adonis era un cazador sirio de extraordinaria belleza, amante de Afrodita. Según la leyenda, fue muerto por un jabalí. Para la fiesta que conmemoraba su funeral en Alejandría, vid. idil. XV 100-144; cf. también BIÓN , I, y el poema Canto fúnebre por Adonis . Sobre este personaje mitológico, pueden, además, consultarse W. ATALLAH , Adonis dans la littérature et l’ art grec , París, 1966, y M. DETIENNE , Les jardins d’ Adonis , París, 1972, quien ofrece una nueva interpretación de lo que Adonis representa (la Editorial Akal acaba de publicar una traducción española de este libro).

24 Un episodio de la Ilíada (V 330 ss.) cuenta cómo este héroe griego hirió a Afrodita en una mano cuando ella sacaba a su hijo Eneas de la batalla, y cómo la deidad tuvo que huir llorosa perseguida por las burlas del héroe.

25 Aretusa es la famosa fuente de Siracusa (vid. Mosco, V 3 y n. 2). Tibris, según los escolios, era un río de Sicilia. El contexto, sin embargo, sugiere aquí, más bien, un monte o una serranía.

26 El Liceo es un famoso macizo montañoso de Arcadia, lleno en la antigüedad de bosques, conservados hoy en parte, y de fuentes. El Ménalo es una sierra situada también en Arcadia, entre la llanura oriental y el valle del Helisón. Ambos, sobre todo el segundo, son parajes favoritos de Pan.

27 «La peña de Hélice» es o bien la tumba de Calisto en Arcadia, situada en una elevación de tierra cubierta de árboles, según PAUSANIAS (VIII 35, 8. Hélice es, en realidad, un nombre de la Osa Mayor, y un mito arcadio cuenta cómo Calisto, hija de Licaón, fue transformada en esa constelación), o bien esta denominación aglutina dos topónimos distintos: un promontorio marino en la costa de Acaya llamado Río, y una ciudad del mismo territorio llamada Hélice. «La tumba de Licaón» puede interpretarse también de dos modos: como el sepulcro de Árcade, héroe epónimo de los arcadios e hijo de Calisto (nieto, pues, de Licaón), cuya tumba estuvo, primero, en el Ménalo y, luego, en Mantinea, según PAUSANIAS , VIII, 9, 3; o bien se trata de la tumba de Épito, hijo de Árcade, mencionado en Ilíada II 604.

28 La siringa o flauta de Pan era un instrumento cuadrangular hecho por varias cañas iguales unidas entre sí con cera y atadas fuertemente. La distinción de notas se conseguía embutiendo una cantidad de cera variable en cada caña. Parece que la práctica de unir cañas de largura decreciente es etrusca y romana, y se adoptó en Grecia en fecha posterior a Teócrito, vid. poema-figura IV.

29 El tema de «el mundo al revés» a propósito de una muerte cuenta con este sólo ejemplo en la literatura greco-latina, pero es frecuente en la cultura de otros pueblos, vid. D. E. GERSHENSON , «Theocritus Idyll I and the reversal of nature», Studia Classica Israelica 1 (1974), 24-28.

30 Las Moiras, cuyo equivalente latino son las Parcas, eran la personificación del destino. Los griegos y los romanos, como otros pueblos antiguos, las imaginaban como hilanderas. Aquí la expresión «marchó al río» debe significar «se fue al otro mundo», pese a la falta de paralelos claros (las almas debían atravesar el río Aqueronte para llegar al reino de los muertos, vid. idil. XVII 46 s.).

31 Tirsis termina su canto con una despedida, de forma semejante a como lo hacen los himnos homéricos. Cf. idils. XV 149; XVII 135; XXII 214.

32 Égilo fue cierto héroe que dio nombre al demo ático de Egilia, cuyos higos pasos eran famosos. En Cos existió también un demo de nombre semejante.

33 Los griegos admiraron siempre a las cigarras por su canto. En el Fedro de PLATÓN (259b) cuenta Sócrates un mito, según el cual éstas habían sido hombres, que, olvidados de todo en su afán por cantar, fueron convertidos en cigarras, las cuales no han de hacer otra cosa mientras vivan.

34 Las Horas personifican la época de la belleza y de la sazón.

35 El nombre de la cabra evoca kissós «hiedra», planta que estos animales comen con gusto.

Bucólicos griegos

Подняться наверх