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IDILIO III EL CORTEJO SINOPSIS
ОглавлениеEl cabrero expresa su deseo de ir a cortejar a Amarilis, y confía sus cabras a un amigo (vv. 1-15). Cambia la escena. El cabrero canta a su amada y se queja de sus desdenes (vv. 16-54).
Voy a cortejar a Amarilis. Mis cabras pacen en el monte y Títiro las guarda. Títiro, mi buen amigo, apacienta las cabras y llévalas a la fuente. Cuidado con el macho, [5] con el libio rucio, que no te cornee. (Cambia la escena.)
Encantadora Amarilis, ¿por qué no te asomas ya a tu gruta y me llamas a mí, a tu enamorado? ¿Será que me odias? ¿Será, sí, que, bien mirado, me encuentras, niña mía, chato y barbilludo? Vas a hacer que me ahorque, [10] Mira, te traigo diez manzanas. Las he cogido justo de donde tú me mandabas cogerlas, y mañana te traeré más 1 . Vamos, mira. La pena me desgarra el corazón. ¡Ojalá fuera esa zumbadora abeja y entrara en tu gruta por entre la hiedra y el helecho que te oculta!
Ahora conozco a Amor, dios terrible, de leona fue el [15] pecho que mamó y en agreste bosque lo crió su madre. Él me quema poco a poco y me hiere hasta la médula de los huesos.
Muchacha de hermoso mirar, toda piedra, la de obscuras cejas, ven a abrazarme a mí, al cabrero, para que te bese, que también en los simples besos hay suave deleite. [20]
Harás que presto rompa en añicos la corona de hiedra que yo, Amarilis querida, guardo para ti: la he tejido con rosas y con fragante apio.
¡Ay! ¿Qué va a ser de mí? ¡Ay, desgraciado! No me haces caso. Me quitaré la pelliza y me tiraré al mar desde [25] allí, desde donde Olpis el pescador, otea los atunes; si me mato, esa satisfacción tendrás al menos.
Supe la verdad el otro día, cuando pensaba si me querías, y la palmada no hizo adherirse el pétalo de la nomeolvides 2 , sino que se arrugó de mala manera en la [30] lisa superficie de mi brazo.
También tenía razón Agreo, la adivina del cedazo 3 , que el otro día iba junto a mí cogiendo hierba, al decirme que yo me había volcado por entero en ti, pero que tú no me haces ningún caso.
Para ti guardo una cabra blanca, madre de dos crías 4 , [35] que la criada de Mermnón, la morena, me anda pidiendo. Y a ella he de dársela, porque tú eres tan desdeñosa conmigo.
(Aparte.) Me palpita el ojo derecho 5 , ¿voy a verla? Me apoyaré aquí, en este pino, y cantaré. Quizás me dirija la mirada, que no está hecha de acero.
[40] (Canta.) Hipómenes, cuando quiso desposar a la doncella, tomó manzanas en sus manos y terminó la carrera; Atalanta, en cuanto las vio, quedó fuera de sí y cayó en profundo amor 6 . También el adivino Melampo desde Otris [45] llevó el rebaño a Pilos, y ella, la encantadora madre de la prudente Alfesibea, descansó en los brazos de Biante 7 . ¿No llevó Adonis, que en el monte apacentaba su ganado, a la hermosa diosa de Citera a frenesí tan extremo, que ni aun muerto él lo apartaba ella de su pecho? 8 . Envidia me da Endimión, que duerme un sueño sin retorno 9 ; envidio , [50] amada mía, a Jasión, quien tanto obtuvo, que vosotros, profanos, no lo podéis saber 10 .
Me duele la cabeza, pero a ti no te importa. No canto ya. Caeré y yaceré en el suelo, y aquí me comerán los lobos. ¡Que ello te sea tan dulce cual la miel en la garganta!
1 Sobre el significado erótico de las manzanas, vid. idil. II, n. 27.
2 Hemos traducido el griego tēléphilon , que, literalmente, significa «amor-ausente», como «nomeolvides», por aprovechar un nombre español de flor que despertara una evocación parecida. En realidad, no se conoce con certeza a qué planta alude aquí el texto de Teócrito, que, por otra parte, presenta dificultades gramaticales en la interpretación. Es seguro, de todos modos, que se menciona un método de adivinación popular comparable a nuestro «deshojar la margarita». La interpretación más común considera, apoyándose en un escolio, que se trata de la amapola y que la adivinación consistía en colocar un pétalo de esta flor en el brazo y darle luego un golpe con la palma de la otra mano: el sonido producido, la marca dejada en la piel, o quizás el que quedara o no adherido, permitía la predicción amorosa.
3 Otro método de adivinación popular, que los autores antiguos mencionan, ocasionalmente, sin describirlo. Una posibilidad razonable es que la predicción se basara en la disposición que adoptaran al caer los objetos cribados. Como se hace aún en zonas rurales de la Grecia moderna. Véase el artículo de G. ARNOTT , «Coscinomancy in Theocritus and Kazantzakis», Mnemosyne 31 (1978), 27-32.
4 Cf. idil. I 25 y n. 7.
5 Como se ve, Teócrito caracteriza al cabrero como persona amiga de supersticiones. Presagios de esta clase son comunes en la Antigüedad (vid., p. ej., SAN ISIDORO , Etimologías VIII 9, 29, para «palpitaciones», y cf. la creencia de que el zumbido de los oídos indica que están hablando mal de uno).
6 El cabrero termina su galanteo con la mención de conocidos amantes mitológicos. Atalanta es una heroína que no consentiría en casarse más que con quien hubiera conseguido vencerla en la carrera, cosa casi imposible, porque era rapidísima; sin embargo, Hipómenes lo logró, gracias a que fue arrojando manzanas de oro, que le había dado Afrodita, y la joven se paraba a recogerlas. En otra versión de la leyenda, el amante triunfador se llama Melanión.
7 Según este mito, al que alude un pasaje de la Odisea (XI 281 ss.), Biante estaba enamorado de Pero, hija del rey de Pilos (mencionada en el texto de Teócrito de forma indirecta como «la madre de la prudente Alfesibea»), pero el monarca imponía como condición, para consentir en la boda, que se le trajera la vacada que Fílaco (o su hijo Ificles) tenía en el monte Otris, en Tesalia. El adivino Melampo, hermano de Biante, intentó la empresa, pero cayó prisionero de Fílaco; sin embargo, gracias a ciertos servicios que como adivino prestó a su captor, recobró la libertad y obtuvo como recompensa la vacada, que entregó a Biante, de modo que éste pudo casarse con su amada.
8 Véase, más adelante, el Canto fúnebre por Adonis de Bión.
9 Endimión era un joven pastor de extraordinaria belleza, de quien se prendó la Luna. Ésta hizo que él se quedara eternamente dormido y siempre joven en el monte Latmo de Caria (según otros, en el Peloponeso), para poder besarlo continuamente todas las noches.
10 Jasión fue amante de la diosa Deméter. Teócrito alude aquí, al parecer, a la representación de estos amores en los ritos mistéricos.