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VII. ESTRUCTURA FORMAL DE LOS EPIGRAMAS FUNERARIOS : EPIGRAMAS DIALOGADOS Y EPIGRAMAS «CONCURRENTES »
ОглавлениеDe las diversas formas literarias que puede presentar un epigrama funerario, narrativa, descriptiva, gnómica, discurso directo y diálogo, es esta última la que resulta más llamativa.
Las fórmulas de los epigramas más antiguos presentan la tercera persona: nos informan del nombre del difunto y aluden al monumento sepulcral mediante expresiones como «este es el sepulcro de…», «aquí yace…», «este que ves aquí es…». Innovación algo posterior es el empleo del discurso directo, puesto en boca del sepulcro o del difunto. Tales fórmulas llaman la atención del posible caminante y le informan sobre la identidad del muerto (ya en el siglo VI a. C.; cf. núms. 3 y 35). A partir del siglo IV a. C. puede ser el viandante quien dirige su saludo al difunto o al monumento sepulcral (cf. núms. 233 y 283) y pregunta el nombre, filiación, patria, etc., del que está enterrado. De la combinación de estos dos tipos de alocución surgirá el diálogo entre el caminante y el sepulcro o el difunto: el primero saluda y pregunta sobre el difunto, y éste, o el sepulcro, responde.
Por lo general, son dos los interlocutores que intervienen en el diálogo: el sepulcro y el caminante (GV 1831-47), éste y el difunto (GV 1848-72), el difunto y algún familiar vivo (GV 1387, 1873-1880), o incluso dos familiares muertos y enterrados juntos (núm. 46, madre e hijo). Los epigramas dialogados con más de dos interlocutores son muy raros; son más frecuentes en la Antología Palatina (ver núm. 555).
En cuanto a la estructura interna, hay dos tipos de diálogos. En los epigramas dialógicos más antiguos el parlamento de cada interlocutor ocupa un dístico entero, de modo que el cambio de palabra tiene lugar al final del pentámetro, entre dos dísticos. Estos diálogos, breves —no suelen ocupar más de dos dísticos— y sencillos, se caracterizan por su gran rigidez. No se parecen a una conversación real y se diferencian poco de los epigramas no dialogados (núms. 60, 92, 225, 229, 312, 386, 422, etc.). A partir de la época helenística el cambio de palabra entre los interlocutores se produce en el interior de los versos, aunque aprovechando las cesuras principales. Así surgen unos diálogos más elaborados en los que las preguntas y respuestas se suceden unas detrás de otras de modo alterno, lo que les da gran agilidad y una apariencia más real (núms. 16, 203, 228, 264, 334, 358, 555, 593, etc.).
Aunque ya hay ejemplos en los siglos IV y II a. C., es a partir del siglo I a. C. cuando aparecen con cierta frecuencia epigramas dialogados epigráficos, con una forma lo bastante desarrollada como para pensar en una tradición anterior. Es posible que la forma dialogada más sencilla existiera ya en los epigramas inscripcionales desde antiguo, pero los diálogos más elaborados seguramente surgieron primero en los literarios, sin duda bajo la influencia de otros géneros, especialmente de la poesía dramática (tragedia, Comedia Nueva y mimo) y bucólica, y de los diálogos filosóficos; de los literarios pasaron a los epigráficos 60 .
Como ya se ha visto, es característico de los epigramas de época helenística e imperial el gusto por la variación. A esta tendencia responden los llamados epigramas «concurrentes», es decir, varios epigramas de un mismo sepulcro para la misma persona (GV 2016-40). Efectivamente, de modo esporádico desde el siglo V a. C., y con más frecuencia a partir del siglo IV a. C., encontramos sepulcros con dos o más epigramas para un solo difunto, separados a veces por la palabra «otro», por una barra, o por nada. Por lo general son del mismo autor, y casi siempre contienen los mismos elementos y elogios pero redactados de modo diferente: son intentos de profundizar, ampliar o variar un motivo. En sus dos ediciones (GV y GG) W. Peek distingue entre epigramas «paralelos» (Parallelgedichte: el segundo y los demás epigramas son un complemento formal o temático del primero), y epigramas «complementarios» (Ergänzungsgedichte: el segundo y los restantes epigramas se aproximan mucho al primero, o varían uno de sus motivos principales). Pero las diferencias entre ambos tipos son mínimas, y con frecuencia imperceptibles, por lo que en ocasiones no se ve claramente la razón por la cual el editor incluye un epigrama concurrente en uno u otro tipo. A veces estos epigramas concurrentes están en griego y en latín (GV 2005-15), por lo que es interesante la comparación entre los poemas en ambas lenguas. Un caso diferente son aquellos sepulcros con varios epigramas para diferentes muertos enterrados en el mismo lugar.