Читать книгу Antología palatina II. La guirnalda de Filipo. - Varios autores - Страница 10
LOS MANUSCRITOS
ОглавлениеLa Guirnalda de Filipo, al igual que la mayoría de los epigramas griegos que conocemos, nos ha llegado fundamentalmente a través de dos manuscritos. El primero de ellos, el más importante en lo que se refiere al número de epigramas que recoge, se conoce como Palatinus Heidelbergensis Graecus 23 69 y está datado en torno al siglo X . Básicamente consiste en una antología heterogénea de epigramas de autoría desconocida 70 . El otro es una recopilación de epigramas realizada por el polifacético monje bizantino Máximo Planudes. Se trata del manuscrito Marcianus Graecus 481, datado a comienzos del siglo XIV 71 . De él se hicieron múltiples copias que circularon por la Europa de los humanistas, copias que se utilizaron para las primeras ediciones, marginando al propio original autógrafo. Además eclipsaron completamente al manuscrito palatino que quedó en el olvido hasta que en 1606 o 1607 lo redescubrió C. Saumaise en la Biblioteca del Palatinado de Heidelberg 72 . Inmediatamente su calidad y el número de epigramas que contenía, muy superior a la entonces conocida como Antología Griega , que se basaba exclusivamente en la tradición planudea, despertaron el interés de los humanistas, pero su principal mérito —su extensión— se convirtió a su vez en su mayor defecto, pues a pesar de los repetidos intentos por editarlo y las continuas llamadas de atención de las voces más preclaras del momento, no conoció las prensas hasta principios del xix, fecha en que F. R. Jacobs editó por primera vez los epigramas griegos siguiendo la distribución temática en quince libros del manuscrito palatino, ordenación que se sigue unánimemente hoy día 73 . Muchos de los epigramas de la Antología de Planudes se recogen también en la recopilación anónima del siglo X . Tan sólo trescientos ochenta y ocho epigramas nos son conocidos exclusivamente por el manuscrito de Planudes y éstos tradicionalmente vienen editándose a modo de apéndice como libro XVI de la Antología Palatina .
Los epigramas de la Guirnalda de Filipo aparecen distribuidos indistintamente por diferentes libros de la hoy conocida como Antología Palatina . Ni el compilador del manuscrito palatino ni Máximo Planudes se detuvieron en precisar la fuente de la que tomaban los epigramas. Es probable que ambos manejaran extractos de las antologías originales y que entre sus fuentes directas no se encontrara ninguna de las dos Guirnaldas . Por ello, al igual que ocurre con la de Meleagro, la reconstrucción del contenido de la Antología de Filipo se basa en la hipótesis y el criterio de la probabilidad, si bien en este caso se cuenta con la inestimable ayuda de la ordenación alfabética que siguió Filipo en su recopilación de epigramas, pues en la tradición manuscrita, tal como nos ha llegado, llaman la atención series de epigramas de autores coetáneos o cercanos a la época de Filipo que siguen una disposición alfabética. Dichas secuencias proceden con toda probabilidad de la Guirnalda de Filipo 74 .
De los seiscientos ochenta y ocho epigramas que incluimos en esta traducción, quinientos tres se testimonian en las dos fuentes manuscritas principales —el manuscrito palatino y la Antología de Planudes—, ciento ochenta y cinco no los recogió Planudes 75 , y tan sólo cincuenta y seis epigramas de la Guirnalda de Filipo no se documentan en el manuscrito palatino y nos han llegado sólo gracias a la Antología de Planudes 76 . Algunos epigramas se testimonian dos y más veces en la misma fuente 77 .
Además, numerosos epigramas de los transmitidos en las dos fuentes manuscritas básicas se nos han conservado en antologías o colecciones de epigramas independientes denominadas genéricamente syllogae minores 78 . Su autoridad es comparable a la del manuscrito palatino y a la de la antología de Planudes.
Junto a éstas, otros manuscritos, los llamados apógrapha , preservan selecciones de epigramas copiados del manuscrito palatino por F. Guyet (Apógraphon Guietianum) , D. Ruhnken (Apógraphon Ruhnkenianum) , J. Gruter (Apógraphon Lipsiense) y J. Bouhier (Apógraphon codicis Buheriani) , humanistas que a menúdo anotaron con acierto el texto.
Son muchos además los epigramas citados en la Suda , un léxico griego del siglo X que a menudo ejemplifica los términos que recoge con citas extraídas de epigramas 79 . Su redactor utilizó probablemente algunas fuentes distintas de la de los dos manuscritos principales, pero rara vez ofrece variantes de interés.
Hay también algunos epigramas que, además de habérsenos transmitido por vía manuscrita, nos han llegado recogidos —íntegros o parcialmente, lo que es más frecuente—, en otros autores como Diógenes Laercio 80 y otras fuentes 81 .
Además de la vía manuscrita, nos han llegado epigramas de la época de Filipo por vía directa. Se trata de doce inscripciones en piedra atribuidas a Honesto, uno de los autores que Filipo incluyó probablemente en su Guirnalda 82 . Constituyen, sin duda, un valioso testimonio de la obra de uno de los poetas incluidos en dicha antología.