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LA MÉTRICA

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Los primeros epigramas, aquellos que eran contemporáneos de los poemas homéricos, se escribieron en hexámetros, el metro característico de la poesía épica, pero ya desde el siglo VI a. C. tenemos testimonios de epigramas en los más variados metros.

Pronto, muy especialmente tras las Guerras Médicas (499-479 a. C.), cuando se multiplicaron las ocasiones propicias para escribir epigramas, ya conmemorativos de una victoria o de un difunto caído en batalla, ya acciones de gracia ante un triunfo militar, se impuso el uso del dístico elegíaco, probablemente por influjo de la elegía. Con ella el epigrama comparte la lengua, su capacidad de servir de vehículo para todo tipo de temas, el contexto en el que se desarrolla —el simposio— y, quizá, su origen, pues ambos entroncan de un modo u otro con lo funerario: el epigrama como inscripción sobre piedra conmemorativa de un difunto; la elegía, si atendemos a su controvertida etimología, como canto fúnebre de lamento.

No obstante, a pesar de la tendencia a generalizarse el epigrama como poema breve escrito en dísticos elegíacos, nunca dejaron de escribirse epigramas en otros metros, bien por la necesidad de mencionar nombres no adaptables a la métrica dactílica o, lo que es más frecuente, por virtuosismo 59 . Prueba de ello es que frente a la clasificación temática que caracteriza la distribución en quince libros del manuscrito palatino, uno —el XIII— recoge lo que tradicionalmente se denomina curiosidades métricas, es decir, epigramas que no son sino experimentos en esquemas métricos no usuales 60 .

En la época de Filipo llama la atención la generalización casi unánime del dístico elegíaco como metro propio del epigrama, una tendencia ya anticipada en la Guirnalda de Meleagro, donde, siempre según la hipotética reconstrucción de A. S. F. Gow y D. L. Page 61 , los epigramas en otros metros no llegan a la veintena. Así, en la Guirnalda de Filipo hasta un noventa y seis por ciento de los epigramas utilizan este esquema métrico.

Se imponen además los epigramas breves. Rara vez se superan los cuatro dísticos. Se testimonian tan sólo siete epigramas de cinco dísticos —poco más del uno por ciento 62 —, y sólo en una ocasión se alcanzan los siete dísticos y ello precisamente en un caso muy significativo, en el epigrama que sirve de proemio, por lo que la extensión no es sino un recurso expresivo más que contribuye a resaltar la singularidad de este epigrama, llamado a encabezar la antología 63 .

Tampoco son muy numerosos los epigramas de un solo dístico, pues apenas llegan a sesenta epigramas, aproximadamente un ocho y medio por ciento del total. Porcentualmente el mayor número de epigramas aquí traducidos se presenta en tres dísticos, pues se trata nada menos que de trescientos sesenta epigramas, un poco más del cincuenta y uno por ciento. Le siguen los epigramas de dos dísticos —ciento treinta y un epigramas, casi un diecinueve por ciento— y de cuatro —ciento doce epigramas, un dieciséis por ciento.

Se continúan escribiendo epigramas en otros metros, pero en proporción muy inferior a épocas anteriores. Entre los epigramas de esta antología, sólo veintisiete no adoptan como metro el dístico elegíaco 64 . Así, aparecen dos en endecasílabos 65 , uno en pentámetros dactílicos, un metro extraordinariamente raro fuera del dístico elegíaco 66 , veintitrés en trímetros yámbicos 67 y tan sólo uno en escazontes 68 .

Antología palatina II. La guirnalda de Filipo.

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