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PERVIVENCIA
ОглавлениеA pesar de que no se ha encontrado ningún papiro con extractos de la Guirnalda de Filipo semejantes a los que han aparecido de su antecesora la de Meleagro 83 , tenemos constancia de que fue muy leída en la Antigüedad. Su repercusión fue enorme, especialmente en la literatura latina, pues se publicó y difundió en los ambientes eruditos de Roma en el momento en que ésta había logrado alcanzar altas cotas de desarrollo.
Desde el principio, los poetas latinos vieron en la epigramática griega una importante fuente de inspiración para sus composiciones 84 . Autores de la talla de Catulo, Horacio, Propercio, Tibulo, Ovidio y, cómo no, Marcial, el epigramatista por excelencia del mundo antiguo, supieron aprovechar el enorme caudal de temas y la riqueza de juegos expresivos que le ofrecían los epigramas griegos, bien con imitaciones directas (como es el caso, por ejemplo, de Horacio, Propercio y Marcial), bien en busca de temas, motivos y expresivas imágenes como hizo Tibulo, quien es muy probable que nunca imitara expresamente ninguno de los epigramas de la Antología Palatina 85 .
Con todo, hay que señalar que de las dos Guirnaldas la huella de la de Meleagro es con mucho la más palpable entre los autores latinos y no sólo por inexcusables razones cronológicas, sino muy especialmente porque los latinos se sintieron atraídos y se identificaron con sus temas más que con los de los epigramas de la Guirnalda de Filipo 86 .
En la Antigüedad tardía ejerció un especial influjo en Ausonio, de quien se sospecha que pudo consultar directamente las Guirnaldas de Meleagro y Filipo 87 . Casi una cuarta parte de sus epigramas tiene como modelo un epigrama griego, si bien en alguna ocasión se nos ha perdido el original 88 .
La epigramática griega en general, y la obra de los epigramatistas de la Guirnalda de Filipo en particular, también sirvió de fuente de inspiración y modelo a prosistas griegos y latinos de épocas posteriores que recurrieron a ellos para ejemplificar algún punto de su narración 89 . Son muchos los epigramas recogidos a modo de ejemplo en obras en prosa de autores como Diodoro Sículo, Suetonio, Estrabón, Plutarco, Diógenes Laercio, Ateneo y de otros más tardíos como Clemente de Alejandría y Draconcio 90 .
Todavía a fines de la Antigüedad, Agatías de Mirina, el compilador de la última gran antología de epigramas de la Antigüedad, el llamado Ciclo de Agatías, pudo manejar un ejemplar de la Guirnalda de Filipo 91 . De hecho, junto con Homero y Nono, ambas Guirnaldas fueron muy populares en Constantinopla a mediados del siglo VI 92 .
Incluso en el siglo X es probable que Constantino Céfalas, erudito bizantino y protopapa de Constantinopla, dispusiera de ejemplares o copias fidedignas de ambas Guirnaldas , que manejó junto con extractos y antologías de diversa naturaleza 93 .
En el trabajo de Céfalas y en otras fuentes, pero no directamente en las Guirnaldas , se basaron probablemente el autor de la Suda 94 , donde se recogen hasta cuatrocientas cincuenta citas parciales y diecinueve epigramas íntegros 95 , el anónimo compilador del manuscrito palatino —ambos datados en el siglo X —, y Máximo Planudes, quien a alrededor del año 1301 llevó a cabo una selección de epigramas que se difundió rápidamente por toda Europa y que hizo que la epigramática griega encontrara su hábitat natural en el entorno de los humanistas del Renacimiento. Éstos, al igual que sus predecesores griegos y latinos en el cultivo del epigrama, siempre vieron en este tipo de composiciones un refugio en donde liberar sus ansias creadoras, considerándolo un divertimento, un juego, es decir, en cierto modo, un género menor 96 . La Antología Griega , que recogía exclusivamente la selección de Planudes, fue uno de los primeros libros griegos que conoció la imprenta. La editio princeps , obra de J. Láscaris, se remonta a 1494 97 . Fue, además, uno de los textos más veces reimpreso, en especial tras la aparición de la primera edición aldina, datada en 1503. Antes de 1614 llegó a editarse hasta doce veces: seis en Italia, tres en Francia y tres en Alemania 98 , lo que prueba su alta demanda y el interés que suscitaba en los ambientes eruditos. De hecho, los grandes humanistas de la época rivalizaban por traducir al latín, la lengua culta del momento, epigramas de la Antología Griega y sus traducciones, que se difundieron extraordinariamente por toda Europa a través de antologías o selecciones como las de Joannes Soter y Janus Cornarius 99 , actuaron de puente entre los epigramatistas griegos y sus colegas menos duchos en la lengua griega, siendo fuente de inspiración permanente para los poetas en lenguas vernáculas 100 .
En esta función desempeñaron un papel destacado los Adagia de Erasmo de Rotterdam (1467-1536), muchas veces revisados por su autor 101 , y Andrea Alciato (1492-1550), el fundador de la emblemática 102 . El primero incluyó dieciocho epigramas griegos con traducción latina en sus Adagia en la edición aldina de 1508 103 y fue aumentando su número en sucesivas ediciones hasta alcanzar los cuarenta y cinco epigramas griegos que se pueden leer en la edición de 1533. De éstos sólo cuatro corresponden a la época de Filipo. Se trata de los epigramas 267 (Automedonte), 522 (Filodemo), 578 (Parmenión) y 621 (Alfeo) 104 . En el caso de Alciato, la Antología de Planudes es, sin duda, la fuente principal de su Emblematum libellus , cuya editio princeps , según la datación más aceptada, salió de las prensas de H. Steyner en Augsburgo en 1531 105 . En lo que respecta a los epigramas de la época de la Guirnalda de Filipo, Alciato tradujo o adaptó los epigramas 56 (Antífílo), 92 (Antípatro), 110 (Antípatro), 261 (Marco Argentario), 303 (Bianor), 308 (Bianor), 336 (Crinágoras), 363 (Diocles), 406 (Eveno), 415 (Filipo), 417 (Filipo), 448 (Filipo), 523 (Gémino), 624 (Alfeo) y 653 (Arquias) 106 . La enorme difusión que tuvó la obra de Alciato —conoció más de doscientas ediciones y fue traducida a todas las lenguas cultas de Europa— fue muchas veces la vía de entrada de la epigramática griega en las literaturas vernáculas.
Al desarrollarse éstas, se percibe cómo la epigramática griega sigue ejerciendo su influjo, bien directamente, bien gracias a las traducciones latinas que proliferaron en el Renacimiento. Especialmente fructífera fue su influencia en Italia y Francia 107 . Así, en el caso de Italia, a modo de ejemplo, Benedetto Tagliacarne (aprox. 1480-1536) adaptó los epigramas 450 (Filipo) y 668 (Flaco) 108 , Filippo Alberti (1548-1612) el 503 (Filodemo) 109 , Bernardino Baldi (1553-1617) el 293 (Bianor) 110 y Luigi Groto (1541-1585) los epigramas 180 (Antípatro) y 448 (Filipo) 111 . Se trata en la mayoría de los casos de versiones muy fieles al original. Léase, como ejemplo, la última de las adaptaciones citadas:
CIECO E ZOPPO
Su gli homeri d’un cieco un zoppo ascende ,
così ’l cieco camina, il zoppo vede .
Il zoppo presta l’occhio, il cieco il piede ;
ciascun quel ch’ei non ha da l’altro prende .
Ciascun l’ufficio ben prestato rende ;
l’un mira e insegna, l’altro rege e incede .
La fatica del premio a par procede ;
quel che un non ha riceve, e quel che ha, spende .
Fan duo corpi imperfetti un corpo intero ,
poichè un col passo altrui qual cervo corre ,
vede un con l’occhio altrui come cervero ;
ciascun soccorso vien, mentre socorre .
Il zoppo mostra, il cieco fa il sentero .
Così per seminar ciascun può corre .
Este mismo tema, que ya había recreado Alciato en su emblema 160 (‘Mutuum auxilium’) 112 , servirá también de inspiración en el ámbito hispano a Quevedo y Gracián 113 .
No sólo se recrean los temas de los epigramas de la Guirnalda de Filipo en verso, sino que su influjo se detecta también en la prosa de la época. Es el caso de la octava novela de la novena década de los Hecatommithi (Monte Regale, 1565) de Giambattista Giraldi Cintio (1504-1573), que desarrolla el tema de los epigramas 672 y 673 (Flaco) con más de cuatro mil quinientas palabras 114 . Con todo, es probable que su fuente de inspiración directa fuera la traducción que de estos epigramas hizo Ausonio 115 .
Igual repercusión tuvieron los epigramas de la época de la Guirnalda de Filipo entre los franceses: entre muchos otros, el rey Francisco I (1494-1547) recreó los epigramas 450 (Filipo) y 668 (Flaco) 116 , Jean Doublet (aprox. 1528-1604) el 632 (Arquias) 117 y André Misogyne (1551), pseudónimo de un autor desconocido, el epigrama 267 (Automedonte) 118 . En algunos casos, se trate de meras traducciones. Léase, por ejemplo, la versión de Jean Doublet del epigrama 632 (Arquias):
Que vaut, Catin, cette fuite frivole?
Esse qu ’Amour ne te puisse attraper?
Tu es de pié, et ce Dieu vole :
comme penses-tu échaper?
En otros, la recreación es más libre, como en la adaptación del epigrama 267 (Automedonte), atribuida al llamado André Misogyne:
Qui ne doit rien est le plus heureux homme
qui puisse vivre en cest estat mortel ;
mais encor plus que luy heureux je nomme
qui ha vescu sans femme et est mort tel ,
car si malheur l’ha conduit à l’autel
par mariage avecques femmes joindre ,
lors je le dy des malheureux le moindre
quand Dieu permet qu ’il soit d’elle heritier ,
et aigre mort la vienne devant peindre
qu ’ilz ayent veu ensemble un moys entier’
En España, donde la obra de algún que otro comentarista de los epigramas griegos fue prohibida por la Inquisición, aunque por motivos bien distintos a su afición a la poesía epigramática 119 , su difusión topó con la escasa afición que había hacia las letras griegas 120 y, según algunos 121 , con la predilección hacia el paisano Marcial 122 . Con todo, se detecta su presencia ya sea en forma de recreaciones de epigramas completos, de traducciones más o menos fieles, o simplemente de temas típicos de la epigramática griega.
Ciñéndonos a los epigramas de la época de la Guirnalda de Filipo, entre las recreaciones de epigramas cabe citar un himno a Venus que Juan Boscán (1492-1542) pone en boca de Leandro en su Historia de Hero y Leandro , vv. 2628-2632:
¡Oh santa Venus que ’n el mar naciste ,
para valer a cuantos te siguiesen ,
ardiendo por amor, como yo ardo ,
vesm ’en la mar y vesme que te sigo ,
sin poderte seguir, si no me vales!
Es posible que la fuente de inspiración sea quizá el epigrama 508 (Filodemo) 123 .
Hay recreaciones de los epigramas 215 (Apolónides), 444 (Filipo) y AP IX 354 (Leónidas de Alejandría) en el soneto dieciséis de Garcilaso de la Vega (1498-1536), en el que se lamenta la muerte de su hermano, que, siendo soldado, murió víctima de una enfermedad en vez de en combate 124 :
No las franceses armas odïosas ,
en contra puestas del airado pecho ,
ni en los guardados muros con pertrecho
los tiros y saetas ponzoñosas;
no las escaramuzas peligrosas ,
ni aquel fiero ruido contrahecho
de aquel para Júpiter fue hecho
por manos de Vulcano artificiosas ,
pudieron, aunque más yo me ofrecía
a los peligros de la dura guerra ,
quitar una hora sola de mi hado .
Mas infìción de aire en solo un día
me quitó al mundo, y me ha en ti sepultado ,
Parténope, tan lejos de mi tierra
Por su parte, Diego Hurtado de Mendoza (1503-1576), que poseyó unos escolios de epigramas griegos y al que se atribuye la introducción en nuestra literatura de las primeras traducciones de epigramas de la Antología Planudea 125 , recreó al menos el epigr . 672 en su poema 110 (‘A la variedad de la fortuna’) 126 :
Un pobre desesperado ,
teniendo en poco su vida ,
como persona aburrida ,
al lazo se ha condenado ,
y donde iba a acometer
batalla tan de temer ,
halló un tesoro escondido
y, rico y arrepentido ,
tornó su lazo en placer .
Y el que le tenía encubierto ,
yendo a gozar de su oro ,
halló el lazo y no el tesoro .
¡Oh fortuna, éste es concierto!
Y con rabia y despecho ,
todo con ira deshecho ,
echó al cuello el lazo fuerte
y él mismo se dio la muerte
¡ved qué costa y qué provecho!
El mismo proceso creativo sigue Fray Luis de León (1527-1591) con respecto al epigr . 579 en los versos 71-80 de su «Canción de la vida solitaria» 127 :
A mí una pobrecilla
mesa, de amable paz bien abastada ,
me baste; y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada .
Y mientras miserablemente
se están los otros abrasando
con sed insaciable
del peligroso mando ,
tendido yo a la sombra esté cantando .
E igualmente Fernando de Herrera (1534-1597) recrea el epigr. 690 (Mundo) en su poema «Al desengaño», w. 52-54 128 :
Venció vencida Troya, i derribada
s ’alçó, i en su ruina se prostraron
los muros de Micenas estimada .
Más importante es la influencia de los epigramas griegos de la época de Filipo en la obra del genial Lope de Vega (1562-1635), el autor español del Renacimiento y el Siglo de Oro que, según la autorizada opinión de I. P. Rothberg, más a menudo refleja los temas de la Antología Griega . Así, por ejemplo, el epigr. 167 (Antípatro) le sirvió de inspiración para su soneto 6 129 :
Al sepulcro de Amor, que contra el filo
del tiempo hizo Artemisia vivir claro ,
a la torre bellísima de Faro ,
un tiempo de las naves luz y assilo ;
al templo efesio, de famoso estilo ,
al coloso del sol, único y raro ,
al muro, de Semíramis reparo ,
y a las altas pirámides del Nilo ;
en fin, a los milagros inauditos ,
a Júpiter olímpico y al templo ,
pirámides, coloso y mauseolo ,
y a quantos oy el mundo tiene escritos ,
en fama vence de mi fe el exemplo :
que es mayor maravilla mi amor solo .
Sin tener que interpretarlo como influencia directa, Lope de Vega recrea, además, infinidad de temas recurrentes en la Antología y en los epigramas de la época de Filipo, aunque no exclusivos: la mors immatura 130 , las interpelaciones al viandante que pasa junto a la tumba y a la tierra que cubre al difunto 131 , la sátira del astrólogo y la astrología 132 , el denuesto de la navegación y la maldición del primer marinero 133 , la añoranza del pasado esplendoroso 134 y el lamento por la muerte de una parturienta 135 , entre otros muchos.
Especialmente fecunda, aunque no comparable con su deuda hacia Marcial 136 , es la presencia de la epigramática griega en la obra de Francisco de Quevedo (1580-1645) 137 . Entre los epigramas de la Guirnalda de Filipo que le sirvieron de inspiración, bien directamente o, lo que es más probable, a través de traducciones 138 , se encuentran los epigramas 180 (Antípatro) y 448 (Filipo), que es el modelo de su poema «El ciego lleva a cuestas al tullido» 139 :
El ciego lleva a cuestas al tullido :
dígola maña, y caridad la niego ;
pues en ojos los pies le paga al ciego
el cojo, sólo para sí impedido .
El mundo en estos dos está entendido ,
si a discurrir en sus astucias llego :
pues yo te asisto a ti por tu talego ;
tú, en lo que sé, cobrar de mí has querido .
Si tú me das los pies, te doy los ojos :
todo este mundo es trueco interesado ,
y despojos se cambian por despojos .
Ciegos, con todos hablo escarmentado :
pues unos somos ciegos y otros cojos ,
ande el pie con el ojo remendado .
El mismo motivo lo recogió Baltasar Gracián (1601-1658) en su tratado El discreto , datado en el año 1646 140 :
Diligente e inteligente, emblema :
Dos hombres formó naturaleza, la desdicha los redujo a ninguno; la industria después hizo uno de los dos. Cegó aquél, encojó éste, y quedaron inútiles entrambos. Llegó el Arte, invocada de la necesidad, y dioles el remedio en el alternado socorro, en la recíproca dependencia. ‘Tú, ciego —le dijo— préstale los pies al cojo; y tú, cojo, préstale los ojos al ciego’. Ajustáronse, y quedaron remediados. Cogió en hombros el que tenía pies al que le daba ojos, y guiaba el que tenía ojos al que le daba los pies. Éste llamaba al otro su Atlante, y aquel a éste su cielo.
Ya en la segunda mitad del siglo XVII Agustín de Salazar y Torres (1642-1675) se inspira en el epigrama 261 (Argentario) 141 :
¿Qué miro? ¿En esta piedra dibujado
Amor? Es que, olvidando corazones ,
hace que el carro rijan los leones ,
su rabioso coraje domeñado .
Con duro azote su crueldad corrige
la diestra mano y la siniestra rige
las riendas poderosas .
No pueden ser las señas más hermosas ;
pero teme al rapaz y sus traiciones ,
porque, si así sujeta corazones ,
¿cómo será el rigor en los humanos?
Y también en 591 (Polemón) 142 :
Esto que llaman amar ,
mezcla o desata, oh amor ,
o no abrases a ninguno ,
o en la llama abrasa a dos .
Entre las muchas traducciones fieles de originales griegos de la Guirnalda de Filipo hay que destacar la que hizo el poeta Gutierre de Cetina (1520-1557) del epigr. 668 (Flaco) 143 :
Sobre las ondas del helado Ibero ,
incauto niño, y sin saber, corría ,
cuando el hielo, que fuerza no tenía ,
quebrando, se mostró crudo y severo .
El río, que veloce iba y ligero ,
con el tributo el cuerpo al mar envía :
la cabeza que el hielo sostenía
por memoria quedó de caso fiero .
La madre que buscando el niño andaba
por la ribera, viendo el rostro luego
asió dél y sacó lo que quedaba .
«¡Ay, cruel hado —dijo— extraño y ciego!
Pues de lo que parí no me tocaba
mas parte que ésta, ésta consuma el fuego» .
Este epigrama es probablemente el que gozó de más fama en el Renacimiento de toda la Guirnalda de Filipo. Conocemos una versión italiana, obra de Benedetto Tagliacarne (aprox. 1480-1536) 144 y otra francesa, atribuida a Francisco I de Francia (1494-1547) 145 , y lo citan, entre otros, los jesuitas Jacobo Pontano en sus Poeticae Institutiones (Ingolstadt, 1594), un manual usado en las escuelas y reeditado múltiples veces, y Antonio Rubio en su Poeticarum institutionum liber (México, 1605), de amplia difusión en América 146 . Es, además, uno de los escasísimos testimonios de la pervivencia de la Antología Palatina en la Edad Media en Occidente, pues una traducción latina de este epigrama atribuida a Germánico 147 , con ligeras modificaciones y sin el dístico final, que también está ausente en el original griego, aparece en una misiva enviada por Pablo el Diácono (ca . 720-800) a Pedro de Pisa, datable quizá hacia el año 783 148 . Muy probablemente la fuente directa de la traducción de Gutierre de Cetina y de las versiones italiana y francesa fue dicha versión latina.
Por otra parte, Juan de Arguijo (1567-1623), discípulo del célebre y buen conocedor de la epigramática griega Diego Hurtado de Mendoza, tradujo en un soneto el epigr. 682 (Isidoro) 149 :
En segura pobreza vive Eumelo
con dulce libertad, y le mantienen
las simples aves, que engañadas vienen
a los lazos y liga sin recelo .
Por mejor suerte no importuna al cielo ,
ni se muestra envidioso a la que tienen
los que con ansia de subir sostienen
en flacas alas el incierto vuelo .
Muerte tras luengos años no le espanta ,
ni la recibe con indigna queja ,
mas con sosiego grato y faz amiga .
Al fin muriendo con pobreza tanta ,
ricos juzga sus hijos, pues les deja
la libertad, las aves y la liga .
Extremadamente fiel al original griego es también la adaptación que hizo Luis Martín de la Plaza (1577-1625) del epigrama 670 (Flaco) 150 :
Cuando aplaca de Aquiles inhumano
Pirro el alma, con sangre que derrama
de Políxena, que a los dioses clama
y solicita su piedad en vano ,
Hécuba esparce del cabello cano
hebras al viento, y como fiera brama ;
y el alto Jove a la venganza llama
de agravio tal, con fulminante mano .
Mas por ver si con tierno sentimiento
se mueve a compasión el mozo altivo ,
en estas quejas el furor convierte :
‘¡Oh Aquiles!, de mi sangre aun hoy sediento
a mi Héctor la muerte diste, vivo ,
y muerto, a Políxena das la muerte! ’
Otros temas típicos de la epigramática griega aparecen aquí y allá, sin que haya que buscar una fuente única, ni se pueda hablar de influencia directa, sino que más bien es probable que se trate de una identidad de intereses de epigramatistas de diferentes épocas. Entre éstos, son recurrentes la descripción de Eros dormido 151 — aparece, por ejemplo, en la poesía de Francisco de Medrano (1576-1607) 152 : «Vi reposar al niño Amor dormido. / Las alas que tan alto lo han subido, / por no bajar, abandonado había…»—; la de Heracles subyugado por Amor 153 —léase a Juan de Arguijo, soneto 44, w. 12-14 154 : «Mas, ¿por qué ufano mis victorias cuento, / cautivo en prisión? ¡Cuánto más puedes / si me rendiste, oh bella Deyanira!»—, y el tema de Amor caracterizado como un insaciable arquero 155 , testimoniado, por ejemplo, en Quevedo 156 : «Pobre le tiene de flechas / la aljaba al Amor mi pecho, / y ya quita de mí mismo / las que me tira de nuevo». Y también Quevedo es autor de un divertido soneto, intitulado «Al señor de un convite, que le porfiaba comiese mucho», en el que recrea la máxima «nada en demasía», desarrollada también en el epigrama 621 (Alfeo) 157 .
Los testimonios expuestos reflejan, sin lugar a dudas, que los epigramas griegos, ya sea en versiones recreadas o en meras traducciones, ya sus temas y motivos, aparecen y reaparecen por todas partes, en todo tipo de manifestaciones literarias y en épocas muy distantes, pues sus autores trataron cuestiones de interés universal y, además, las más de las veces lo hicieron con singular encanto, por lo que no es de extrañar en absoluto la pervivencia de su obra más allá de los límites cronológicos de la Antigüedad Clásica. Los epigramas de la Guirnalda de Filipo y su época no son en esto, como hemos visto, una excepción.