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A MODO DE PRESENTACION

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Con este libro nuestra intención ha sido hacer un estudio comparativo, aunque no exhaustivo, entre los castigos sufridos por mujeres y los sufridos por varones como consecuencia de haber sido llamados, unas y otros, a declarar ante el Tribunal de la Herética Parvedad (más conocido como el Tribunal de la Santa Inquisición). Sus faltas podían ser más o menos graves, o más o menos leves, ser nuevas o ya repetidas ante el Tribuna, lo que deseamos saber es si ser hombre o mujer influía en el castigo final. Y si era así, de qué modo.

No es nuestra intención comentar la licitud o no de tales castigos, ni su moralidad, ni la opinión que nos merecen, ni su alcance o influencia en la sociedad. Nuestro libro se ajusta al título de la obra: MUJERES E INQUISICIÓN. ¿Ser mujer influía en el castigo?

Para ello acudimos a los diferentes Archivos tanto peninsulares como los que hoy son de otros países pero que en siglos pasados eran tan españoles como los peninsulares, y esto porque las instituciones eran del mismo origen y se regían por leyes y costumbres iguales. Nuestros territorios allende los mares no eran “colonias”, eran el mismo país, tenían y se regían por las mismas leyes que en la Península, los de “allá” eran como los de “aquí” iguales que los regnícolas ante la ley, también ante la Inquisición. Por decirlo de una manera clara, las herejías de aquí eran las herejías de allá.

Para llegar a nuestro fin hemos pedido, al azar, los expedientes de mujeres que tuvieron que pasar por el Santo Oficio para declarar, bien porque, arrepentidas, se acusaron ellas mismas o acaso fueron acusadas por terceros. No deseábamos expurgar de los archivos un solo tipo de “pecados” o faltas, (herejías, bigamia, judaizantes, etc.) sino por el contrario que los expedientes estudiados fueran fruto de la casualidad y así reflejarían mejor las consecuencias como grupo humano, sin discriminar si eran plebeyas o nobles, ricas o pobres, místicas o ignorantes y zafias. Los solicitamos así específicamente, sin fijarse en las faltas de que se las acusaba, del grupo social al que pertenecían o raza, ni en su castigo final.

Hemos transcrito en gran parte de los expedientes, las preguntas de los Inquisidores y las respuestas del acusado/a. La desnuda mismidad de las expresiones de unos y otros son parte del relato en su última verdad.

Las penas, comentarios y castigos por parte de la Inquisición están reflejados hacia el final de la inquisitio y son ellas las que nos permiten sacar conclusiones sin ideas preconcebidas de justicia o parcialidad, de misericordia o misoginia, simplemente como son, mejor dicho, cómo fueron esos castigos, sin más.

Al azar, pues, hemos topado con monjas, mujeres de vida airada, alguna que se creía endemoniada, suicidas, bígamas, herejes, alguna considerada santa por sus superiores y embaucadora por el Santo Oficio, hemos hallado apóstatas, hechiceras, heterodoxas y sacrílegas, todo ello según el Santo Oficio. ¿Qué les sucedió?

El resultado de sus juicios respectivos lo ofrecemos al lector.

Mujeres e Inquisición

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