Читать книгу Mujeres e Inquisición - Vicenta Marquez de la Plata - Страница 6

POSESION DIABÓLICA, CONFESION, EXORCISMO. ARREPENTIMIENTO.

Оглавление

Para hacer creíbles alguna de estas argucias de fingida santidad la monja, como ella misma confiesa, contaba con “algunas monjas de confianza” las cuales, por ejemplo, le proporcionaban comida con lo cual podía fingir alimentarse casi del aire, solamente de la comunión. Las heridas en manos y pies y en el costado se has hacía ella misma y de las apariciones y éxtasis solo ella nos podría decir la verdad.

Durante ocho años fue abadesa y en este tiempo cumplió externamente con todos sus deberes y con sabiduría a satisfacción de sus monjas, pero en el año 1542, por la razón que fuese no fue reelegida; sin poder real que la apoyase la antigua abadesa fue abandonada por sus “monjas de confianza” y algunos de sus secretillos comenzaron a ser rumoreados como falsías, las habladurías se extendieron pues ella era persona muy conocida por toda Córdoba e inclusive lejos de ella por personajes de alto rango, pues hasta los reyes la tenían en gran estima.

Sus devotos incluyeron al General de la Orden Franciscana, fray Francisco de los Ángeles Quiñones; fray Francisco de Osuna, el místico cuyos escritos fueron tan apreciados por santa Teresa de Ávila; y el arzobispo de Sevilla e inquisidor general Alonso Manrique.

Llegó el momento en que la monja franciscana cayo gravemente enferma. Viéndola en peligro de muerte la nueva abadesa le aconsejó una confesión general y un confesor fue llamado junto a la enferma. Cuentan que cuando el confesor se puso la estola para empezar con su ministerio Magdalena comenzó a tener convulsiones por lo que el sacerdote sospechó de una posesión demoníaca, no obstante por si fueran convulsiones de un ataque de origen físico se llamó a un médico el cual no halló rastro de un trastorno debido a enfermedad que justificase los ataques y ambos, médico y sacerdote estuvieron de acuerdo en que tal vez era una posesión diabólica.

Se llamó a un exorcista con experiencia y mientras este llegaba, la enferma empeoró e incluso dijo escuchar las palabras “Te estás muriendo no verás otra la Navidad” y otras señales misteriosas que la llenaron de terror. Pronto llegó el exorcista don Juan de Córdoba para exorcizar a Magdalena. El sacerdote exige al demonio que abandone el cuerpo y el alma de Magdalena: Te ordeno en el nombre de Jesús que dejes a esta pobre mujer y me digas tu nombre. El demonio exhala un grito terrible junto con el nombre: Balban.

En su libro HISTORIA CRÍTICA DE LA INQUISICIÓN EN ESPAÑA de Juan Antonio Llorente este dedica un capítulo a nuestra monja y relata lo siguiente3:

…. Que el confesor convocó á todas las monjas, y en su presencia habló á la enferma, la cual declaró entonces que tenía los demonios desde niña y los conservaba de la edad de trece años voluntariamente , con pacto para pasar plaza de santa; espresando además muchísimas cosas particulares y estrañas, y entre ellas las que dejo referidas.= Que el confesor escribió todo en muchos pliegos de papel, comunicó el suceso al prelado provincial; quien concurrió con varios religiosos antes de la Pascua de Natividad de dicho año 1543 Los inquisidores de Córdoba, noticiosos del caso dijeron ser asunto que les pertenecia exclusivamente pero esto no obstante, tratando el provincial de la administración de sacramentos á la enferma, logró que Magdalena firmara en la cama cierta declaración en que revelaba nuebas ficciones; recibió Magdalena el Viático, y dijo que daba gracias á Dios de haber comulgado sin acaecimientos esteriores singulares; bien que dudaba que Dios la perdonase.

= Que habiéndose retirado los religiosos, quedó Magdalena con la monja que escribió la carta, la cual perseveró allí para preparar lo necesario al sacramento de la Estrema-Uncion ; y dijo la enferma que se sentia muy mejorada y con apetito, por lo que estimaría mucho que le llevase algo de comer, que llevó la monja, comió la enferma y manifestó deseos de vivir; concurrió el confesor y amplió Magdalena su confesión verbal: aquel fué á buscar papel para escribir estas ampliaciones, y lo llevó en compañía de fray Pedro de Vergara; negó todo entonces la enferma, y los religiosos se retiraron con enfado; las monjas exhortaron á Magdalena que confesara de veras una vez para su tranquilidad propia; ella lo prometió ; dispuso el confesor que las monjas se retirasen á sitio donde sin ser vistas de la enferma oyesen todo; Magdalena declaró nuebas cosas; las escribió el confesor la hizo prometer que las firmaría en presencia de todas las monjas. Llegaron estas, sintió Magdalena nuevos temblores y estremecimientos convulsivos; el confesor reiteró los conjuros, y en su virtud habló el Demonio que aun ocupaba la persona. Finalmente, que el dia 24 de diciembre concurrió el provincial Magdalena renovó y ratificó sus confesiones anteriores tranquilamente, y los alguaciles del Santo Oficio la llevaron á sus cárceles secretas en primero de enero de 1544.

Mujeres e Inquisición

Подняться наверх