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Sor Magdalena de la Cruz (1544 - 156?)

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Religiosa franciscana. Fingida santa y endemoniada

Magdalena de la Cruz, luego monja franciscana del convento de Santa Isabel de los Ángeles de la ciudad de Córdoba, nació de padres humildes en la villa de Aguilar hacia 1487 y profesó como religiosa alrededor de 1504. Poco más se sabe de sus orígenes pues de las mujeres cuanto menos se sabía mejor. La más honrada y piadosa era la que no tenía historia.

Aunque ya desde joven pareció ser devota, cuando ingresó en las clarisas pronto empezó a adquirir fama de santa y fue elegida abadesa en 1533, tenía por entonces unos 46 años, edad más que respetable para el cargo. No debió hacerlo mal y fue reelegida en el 1536 y en el 1539, pero en las votaciones de 1542 no repitió y fue entonces cuando emergió la verdadera Magdalena de la Cruz.

Sin decirnos cómo empezó exactamente este “descubrimiento” es entonces cuando parece que se manifestó la ficción de su santidad y fue conducida el 1 de enero de 1544 a las cárceles secretas de la inquisición en la dicha ciudad de Córdoba.

Antes de referir lo que resulta de su causa en cuanto a sus faltas se podrá conocer cuál era la opinión sobre la santidad de esta religiosa durante el largo espacio de treinta y ocho años y para ello contamos con la declaración de uno de los testigos de su proceso “persona de dignidad y talento” cuyo nombre no viene al caso que dijo así:

Su buena fama por ser tan pública y de todos aprobada por mucho tiempo me movió a desearla conocer, porque oía cosas que me causaban admiración y veía que todo el pueblo no trataba de otra cosa que de su santidad, y no solo el pueblo, sino personas de calidad, cardenales, arzobispos, obispos, duques, condes y señores muy principales, letrados muy prestigiosos de todas Órdenes; y en particular vi que el cardenal de Sevilla Alonso Manrique la vino a visitar desde Sevilla y en sus cartas le llamaba “muy apreciada hija” y se encomendaba a sus oraciones; y que los Inquisidores de Córdoba siempre la llamaban “Mi Señora” y vi que el General de los frailes de san Francisco la visitaba, siendo fama constante que el principal motivo de venir de Roma era el ver y tratar a sor Magdalena de la Cruz; y después vi a Juan Reggio, Nuncio de S.S. que vino a visitarla y la Emperatriz, nuestra señora, la envió un retrato suyo que está en el dicho Convento para que la tuviese presente en sus oraciones; y le envio la cobija y el tocado con que se bautizó al príncipe Felipe para que los bendijese, y la llamaba en los sobreescritos “Su mucho Estimada Madre” y “la mas bienaventurada que había en la tierra”…y en casi toda la cristiandad se tenía noticia de ella sin que se pusiese duda en su espíritu y santidad, antes bien los predicadores en sus pulpitos y todos en público y en secreto la alababan y todos los confesores del convento y los provinciales la acariciaban (la ababan) en extremo y personas muy religiosas y habidas por de gran espíritu decían haber en Magdalena nueva manera de santidad….

Y la verdad era en su conversación afable con todos, amable, caritativa, compasiva, y de tan buen ejemplo que a todos convidaba a servir a Dios. Y muchos se metían religiosos en gustando de su conversación y era tenida por tan avisada en todo género de negocios que tenía mas audiencias que haber puede en chancillerías.

Es un buen resumen de la aceptación de esta “Santa” entre los que la conocían. Otros testigos, además de referir sustancialmente lo mismo y de relatar muchos éxtasis y arrebatamientos del espíritu añaden que ella había pronunciado varias profecías y anuncios de cosas futuras, principalmente la muerte del marqués de Villena, la concesión del capelo cardenalicio al Inquisidor General don Gaspar de Quiñones; la prisión del rey de Francia, Francisco I y su casamiento con doña Leonor, la reina viuda de Portugal y hermana del Emperador Carlos V, por todo lo cual llegó a escribirse la vida de Magdalena de la Cruz, que después se ha procurado ocultar si es que no se ha quemado.

Tras su inquisitio el día 3 de mayo de 1546, el Tribunal de la Herética Parvedad pronunció sentencia definitiva la cual fue leída en público por un Secretario de la Inquisición, la lectura del extracto de los cargos se conoce con el nombre de méritos, estos méritos fueron extraídos de la misma confesión que había hecho la monja:

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