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A las entrañas de la bestia

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A medida que la pesca del día se abre camino a través de las calientes y polvorientas distancias entre Namibia, Botsuana y Sudáfrica, un avión de carga Boeing 747 vuela a su encuentro. El 747 es uno de los aviones de carga comerciales más grandes y más rápidos que existen. Cuatro motores con un total de casi un cuarto de millón de libras de propulsión impulsan a este avión cargado, de unas 875,000 libras de peso (400,000 kilos), hasta una velocidad de crucero equivalente al 85% de la velocidad del sonido. En este viaje hacia el sur, el avión que va a llevar la carga de Caladero no llega vacío a Sudáfrica, sino que lleva ropa de moda, equipos de alta tecnología, medicinas y otros artículos de alto valor, perecederos o que requieren entrega inmediata.

Una vez en tierra, este elegante leviatán revela un gran secreto. La nariz del avión se levanta hacia lo alto para exponer un agujero de ocho pies de altura y diez pies de ancho dando paso a una cavernosa cubierta de más de 170 pies de longitud. Una segunda puerta de diez pies de altura detrás de las alas y otras dos pequeñas puertas frontal y trasera ofrecen un acceso completo a todas las áreas de carga. Rodillos especiales motorizados, incorporados en la cubierta, permiten que los trabajadores puedan cargar hasta unas 30 paletas de ocho pies por diez pies de carga en la cubierta principal y otros 32 contenedores estándares de flete aéreo en la cubierta inferior.

Durante el conteo regresivo del reloj de frescura, las operaciones de transporte aéreo en Johannesburgo hacen lo posible para acelerar el tiempo de rotación del avión. Caladero ya tiene sus paletas de pescado esperando en un almacén refrigerado cerca del avión y listos para partir tan pronto la compañía de transporte lo descargue. El personal de tierra rápidamente suministra la carga, la asegura y finaliza la documentación del vuelo.

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