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“¿QUIÉNES SON ESOS HOMBRES?” EL EQUIPO COMO PUNTO DE PARTIDA

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Para la realización de Él es Dios, se conformó un equipo que tenía la peculiaridad de conjuntar el conocimiento antropológico con el de la técnica cinematográfica. La figura de Alfonso Muñoz fue fundamental. Era diez años mayor que Warman y Bonfil (tenía 38 años cuando iniciaron la filmación), e igual que ellos había egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Pero Muñoz también contaba con una formación cinematográfica obtenida gracias a que trabajó al lado del documentalista José D. Kimball, uno de los fundadores del Instituto Latinoamericano de la Cinematografía Educativa (ILCE),4 un organismo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para la educación en América Latina, con sede en México desde 1956. El ILCE convocó a diversos cineastas para elaborar materiales para la enseñanza, y posteriormente se convirtió en una escuela para quienes por entonces no estaban interesados en hacer cine industrial ni noticieros fílmicos, las únicas dos opciones viables por entonces. Ese fue el caso tanto de Alfonso Muñoz como del fotógrafo Víctor Anteo. Muñoz trabajó


Alfonso Muñoz, Víctor Anteo Arturo Warman y Guillermo Bonfil Batalla, Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.

Fotógrafo no identificado, 1968

Archivo Fotográfico Alfonso Muñoz Jiménez.

Cortesía Lina Odena Güemes.

como asistente de filmación de Kimball, quien tenía un especial interés por el tema arqueológico.5 Al lado de Lina Odena Güemes, su esposa, Muñoz creó un cine club en la escuela de Antropología que estaba en la calle de Moneda, en donde proyectaron películas que incidían en la práctica etnográfica, como Nanook of the North (1922) y Man of Aran (1934) de Robert Flaherty y novedades como Cronique d´un été (1960) de Jean Rouch y Edgar Morin.6 Esa experiencia le permitiría fundar en 1960 el Departamento de Cine de la Dirección de Estudios Antropológicos del INAH, que le serviría como plataforma para la realización de su primera película: La danza de los tlaconeros de Tixtla, Guerrero.7 Con el tiempo, además de Él es Dios, haría otras películas en el INAH, como Carnaval en Tepoztlán (1961), Semana Santa en Tolimán (1967) y El día de la boda (1968), que filmaría en colaboración con los antropólogos Gastón Martínez Matiella y Lina Odena Güemes. También destaca su cortometraje Peregrinaciones a Chalma (1972), codirigido con Fernando Cámara Barbachano.

Para la realización de Él es Dios Muñoz, se asoció con Guillermo Bonfil Batalla y Arturo Warman, dos jóvenes antropólogos egresados de la ENAH, con quienes compartía la afición por el cine.8 En 1965, año en que se inició la filmación, Warman tenía 28 años y Bonfil 30. Los dos compartían su desacuerdo con la antropología oficial en la que prevalecía una visión integracionista, que expresarían por escrito en De eso que llaman antropología mexicana, un libro publicado en 1970 en el que colaboraron otros colegas, entre los que se encontraban Margarita Nolasco, Mercedes Olivera y Enrique Valencia, y que se adscribían a la práctica de una “antropología crítica”.9 En el capítulo del libro “Todos santos y difuntos. Crítica histórica de la antropología mexicana”, Arturo Warman trazaba un panorama amplio de la historia de la disciplina en el país, que desde su punto de vista escondía en el integracionismo un afán colonizador al tiempo que señalaba que los antropólogos oficiales habían terminado por burocratizarse renunciando al ejercicio objetivo de la ciencia.10 Por su parte, Guillermo Bonfil consideraba que: “Si algún reproche debe hacerse a los indigenistas de esa época —y no sólo a ellos: a casi todos los intelectuales de la revolución consumada— es el haber abandonado el ejercicio indeclinable de la crítica”. Como una posible solución, proponía una nueva práctica disciplinar que pudiera eludir un esquema colonial y de dominación (la dialéctica amo-esclavo), y que entendiera la diversidad de la población indígena en el caso mexicano. Sólo desde una posición crítica, decía Bonfil, el antropólogo podría comprender lo que habitualmente describe.11

[...] el antropólogo debe adquirir herramientas conceptuales que ahora no forman parte del adiestramiento académico, sobre todo aquellas que le permitan entender el funcionamiento y la organización de sociedades amplias, complejas y estratificadas —especialmente sus mecanismos de poder—, que serán el marco donde se ubique el estudio detallado de grupos particulares.12

Él es Dios fue uno de los primeros productos académicos de investigación de Warman y Bonfil. Es indudable que esa película fue el punto de partida de muchas de las ideas que pocos años después expresaron sus trabajos escritos. En ese sentido, se trata de una experiencia determinante, junto con su crítica al autoritarismo oficial también vinculada a su cercanía al movimiento estudiantil de 1968.13 En la documentación de los grupos de danza tradicional conocidos como “concheros”, encontraron una manera de practicar una nueva antropología. Asimismo, Warman empleó la grabadora magnetofónica para hacer los registros sonoros de la película,14 y al tiempo que Bonfil se estrenó como guionista. Incursionaron en el cine no para hacer una película de divulgación, sino como un ejemplo de práctica etnográfica y profesional. Además de la fotografía de Víctor Anteo, la película contaría con apoyo del ilce y la voz de Claudio Obregón, un actor recurrente en la escena del cine independiente de los años sesenta en México. Seguramente influidos por Cronique d´un été (Crónica de un verano) de Rouch y Morin, la cinta clave del cinéma verité que abría un camino hacia el registro de la vida cotidiana por parte de la antropología y la sociología, el equipo se lanzó a la investigación/filmación del documental sobre las organizaciones de concheros en México.15

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