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Priscila:

Ministra que enseña con autoridad

Priscila y Áquila eran una pareja de judíos convertidos al cristianismo. Leemos sobre ellos en Hechos 18 y 19. Trabajaban como artesanos de tiendas de campaña. Fabricar aquellas tiendas era una labor muy dura, que desempeñaban sobre todo los esclavos y ex esclavos.

Priscila y Áquila también eran misioneros. Viajaban mucho, así que habían vivido ya en varios lugares, obligados por las circunstancias políticas o debido a la misión. En algún tiempo residieron en Roma, pero ellos y otros judíos cristianos fueron expulsados de allí. La pareja se mudó entonces a Corinto.

El apóstol Pablo, convertido después que ellos, también se avecindó en esa ciudad. Allí los conoció y se fue a vivir a su casa. Con ellos trabajaba fabricando tiendas para mantenerse, al mismo tiempo que difundía el Evangelio, formaba comunidades cristianas y las acompañaba.

Tras un largo tiempo en Corinto, Priscila y Áquila viajaron al lado de Pablo para fundar la Iglesia de Éfeso. Pero allí enfrentaron un gran problema.

Un orfebre llamado Demetrio fabricaba nichos de plata con la figura de la diosa Artemisa, con lo cual ganaba mucho dinero. Artemisa era la diosa más importante de la ciudad de Éfeso, cuyos moradores sostenían que la estatua que la representaba había caído del cielo. Los orfebres se veían muy beneficiados, comercializando toda suerte de objetos con la imagen de la diosa. Demetrio reunió a los artesanos y trabajadores del ramo, y los incitó en contra de Pablo, porque estaba convirtiendo a mucha gente y la diosa perdía adeptos a consecuencia de ello. La agitación se propagó por toda la ciudad. Pablo iba camino al teatro, pues ahí difundía su mensaje, pero sus amigos lo salvaron al impedirle que se acercara al lugar.

El apóstol fue expulsado de la ciudad de Éfeso, pero Priscila y Áquila se quedaron allí para continuar el trabajo de evangelización. En todos los sitios donde residió la pareja, su hogar se convirtió en una casa-iglesia.

Pablo recibió mucha ayuda de Priscila y Áquila, tanto en el conflicto vivido con los orfebres de Éfeso, como cuando estuvo preso. Su relación con la pareja fue siempre grata, pues ellos arriesgaron su vida para salvarlo a él y a otros varios integrantes de la comunidad, como vemos en Romanos 16,3.

Priscila era muy conocida entre los cristianos por su liderazgo y por ser una ministra de Iglesia que enseñaba con autoridad. Es por ello que, en contra de la costumbre que determina nombrar primero al marido, en los relatos bíblicos del Nuevo Testamento por lo general se le cita antes que a Áquila.


… la relación fecunda de la pareja

se vuelve una imagen para descubrir

y describir el misterio de Dios,

fundamental en la visión cristiana

de la Trinidad que contempla

en Dios al Padre, al Hijo y al Espíritu de amor.

(Papa Francisco, Amoris Laetitia 11).

¡Oh Dios tan grande y
tan cercano, tan poderoso y amigo,
acógeme en el misterio de tu comunidad!
En ti busco una casa, un hogar,
un abrigo seguro, y un lugar en la gran mesa
en la que todos somos iguales.
Adaptaré mis pasos a los de aquel
que camina a mi lado.
Compartiremos el pan, la palabra
y nuestros sueños, y enfrentaremos juntos
los desafíos y los problemas.
Que nuestro amor sea abierto,
don multiplicado, que haga el bien a todos
y traiga felicidad.

Amén.



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