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Las comadronas hebreas: Ingenio que defiende la vida

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La Palabra de Dios se pronuncia al estilo humano. Incluso a través de la memoria popular de las mujeres. Esto queda evidenciado en las campesinas que, en Egipto, ayudaban a las mujeres hebreas en sus partos (Éxodo 1,8-22).

A los hebreos que habían migrado hacia Egipto, el faraón los sometía a trabajos forzados y a una gran opresión. Y ordenó a Sifra, Púa y las demás parteras que atendían a las mujeres hebreas, que mataran a los bebés varones y solo dejaran vivir a las niñas. Pero las parteras tenían temor de Dios. Esto quiere decir que siguieron mostrando un profundo respeto por él, confiaron en su acción libertadora y desobedecieron al faraón. Este les preguntaba por qué dejaban que los bebés de sexo masculino vivieran, a lo que ellas respondían: “Es que las mujeres hebreas no son como las egipcias. Son más robustas y dan a luz antes de que llegue la partera”. Dios fue benévolo con las comadronas, así que los hebreos avecindados en Egipto iban convirtiéndose en un pueblo numeroso y fuerte. Entonces el faraón decretó que los hebreos debían lanzar al río a todos los niños que nacieran.

No había salida. Pero aquellas parteras creían que Yahvé protege la vida de los indefensos. Que el proyecto de Dios vence los proyectos de muerte de la autoridad humana injusta y absurdamente violenta. Ellas pusieron el temor a Yahvé por encima del miedo. Y como estaban acostumbradas a visitar a las mujeres embarazadas en sus casas, utilizaron el argumento de que las hebreas eran más fuertes, con lo cual quedan demostrados su ingenio y su creatividad.

En este relato bíblico se repiten muchas veces las palabras nacer y vivir. Esto muestra que al “no hacer” de las parteras se corresponde el “hacer” de Dios a favor de la vida de los indefensos. Evidencia, asimismo, que la resistencia inteligente y valiente de aquellas mujeres, preparó la gran victoria de los hebreos. Con Yahvé de su lado, ellos se liberaron de la opresión de Egipto atravesando el Mar Rojo. Moisés fue quien lideró al pueblo hebreo en su salida del país africano; de hecho, él fue justamente uno de los salvados de las aguas por la acción de las mujeres.

La profetisa Miriam, hermana de Aarón, estuvo al frente de una destacada participación de las mujeres en la celebración de la fiesta de la victoria. Miriam tomó un pandero y entonó su cántico: “Cantemos a Yahvé, que se hizo famoso; arrojó en el mar al caballo y su jinete”. Las mujeres la siguieron, tocando panderos y danzando a coro (Éxodo 15,20-21).

Al lado de Dios, somos capaces de defender la vida y la justicia, aun en las situaciones extremas.


Pero tienes lástima de todo, porque todo

te pertenece, ¡oh Señor, que amas la vida!

(Sabiduría 11,26).


Oh, Dios, creador y protector de la vida,

dame la sabiduría y la dedicación de la partera

para defender y promover la vida

en todas sus formas, etapas y situaciones.

Protege a las parteras

que van apresuradas a lugares difíciles,

donde no hay médicos ni recursos sanitarios,

y contribuyen a que ocurra el milagro de la vida.

Bendice a las médicas y a las enfermeras

que atienden partos.

Libra mi corazón de todo pensamiento violento.

Quiero ayudar a la humanidad a superar

todo proyecto que mate, cualquier pena

de muerte, toda forma de esclavitud

y toda el hambre sin razón.

Que se haga tu voluntad

en la vida plena para todas tus criaturas.


Amén.

Mujeres que tocan el corazón de Dios

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