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CIRCUNSTANCIAS ESPECIALES: ICTERICIA

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La ictericia, al igual que el bajo peso al nacer, también cambia el modo de introducir la rutina E. A. S. Y. La ictericia es una enfermedad por la cual la bilirrubina del bebé —el principal pigmento amarillo anaranjado de la bilis— no se elimina. A causa de esta acumulación de pigmentos biliares en la sangre, el cuerpo del bebé adquiere un color amarillento: la piel, los ojos, las palmas de las manos y las plantas de los pies. Su hígado es como el motor de un coche que no ha acabado de arrancar y le cuesta unos cuantos días comenzar a funcionar. Mientras tanto, tu bebé estará muy cansado y querrá dormir mucho. No te engañes creyendo que te ha salido un hijo «dormilón». En lugar de dejarlo dormir, despiértalo cada dos horas a fin de que obtenga el alimento necesario para expulsar la ictericia de su organismo. La enfermedad suele desaparecer al cabo de tres o cuatro días: cuando el bebé toma leche materna tarda algunos días más que si toma leche artificial. Sabrás que el bebé ya está bien cuando su piel recupere el tono rosado y no queden rastros de la pigmentación amarillenta en sus ojos.

Por la noche, los bebés pequeños sólo aguantan sin comer unas cuatro horas como máximo; por tanto, durante las primeras seis semanas, por las noches se los ha de alimentar normalmente dos veces. Aunque si únicamente aguantan tres horas, tampoco pasa nada. Necesitan comer. Y es que, de hecho, los bebés han de comer y dormir mucho al comienzo de su vida, porque queremos que engorden y crezcan. Pensad en los cerditos recién nacidos: se alimentan, emiten unos cuantos bufidos y luego vuelven a dormirse. Todas las crías de animales lo hacen, ya que necesitan ganar peso y ahorrar energía.

Si tu bebé pesa menos de 2 kilos y 900 gramos, al principio haz que siga una rutina de dos horas: dale de comer durante treinta o cuarenta minutos, reduce el tiempo de actividad a unos cinco o diez minutos y luego deja que duerma una hora y media. Cuando esté despierto, no esperes que te sonría o te haga gorgoritos y ofrécele los mínimos estímulos. Si se alimenta cada dos horas y duerme el tiempo que necesita para crecer, sin duda irá ganando peso. Y a medida que tu bebé vaya engordando, seguramente aguantará más tiempo entre comidas y tú podrás mantenerlo despierto más rato, de manera que sus periodos de actividad sean cada vez más largos. Si al poco de nacer sólo podía resistir diez minutos despierto, cuando alcance los tres kilos serán veinte, y con medio kilo más ya podrá estar despierto hasta cuarenta y cinco minutos. A medida que tu bebé vaya aumentando de peso, tú alargarás gradualmente la rutina inicial de dos horas, de forma que al llegar más o menos a los tres kilos ya seguirá la rutina E. A. S. Y. de tres horas.

Guía práctica para tener bebés tranquilos y felices

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