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DE LOS 6 A LOS 9 MESES: ELIMINAR LAS INCONGRUENCIAS

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En esta etapa, la estructura E. A. S. Y. cambia de forma importante, aunque todavía sigamos con la base de una rutina de cuatro horas; y los padres acostumbran a quejarse de los mismos problemas que afectaban a bebés ligeramente más pequeños. Sin embargo, a los seis meses, el bebé también da un gran estirón de crecimiento. Es el momento óptimo para introducir alimentos sólidos y, más o menos a los siete meses, suprimir la toma nocturna (véase la página 127). Ahora se necesita más tiempo para dar de comer al bebé —y la operación es mucho más sucia—, ya que él debe aprender una forma completamente distinta de alimentarse. Los padres tienen montones de dudas y preguntas sobre la toma de alimentos sólidos (a las cuales respondo en el capítulo 4). Y es perfectamente natural: al principio, los bebés son como máquinas de engullir, pero al llegar a los ocho meses su metabolismo empieza a cambiar. Acostumbran a volverse más delgados porque pierden la grasa típica del bebé, que servía para proporcionarles la fuerza necesaria para moverse. En este momento es más importante que calibréis la dieta de vuestro hijo por la calidad, no por la cantidad.

En esta fase también desaparece la siesta del final de la tarde y la mayoría de criaturas reducen sus cabezadas a dos al día, las cuales, idealmente, deberían durar de una a dos horas. Para los bebés de esta edad, echar un sueñecito ya no es su pasatiempo preferido. Tal como lo expresó la mamá de un pequeño de siete meses: «Creo que es porque ahora Seth es consciente del mundo que lo rodea y es capaz de moverse más, por eso no quiere dormir. ¡Quiere verlo todo!». Y es bien cierto, puesto que ahora el desarrollo físico asume un papel central. Tu bebé ya puede mantenerse erguido —a los ochos meses incluso podrá sentarse solito— y cada vez coordina mejor sus movimientos. También será mucho más independiente, sobre todo si has fomentado en él esa actitud, permitiéndole jugar por su cuenta.

Las quejas más frecuentes en esta etapa son prácticamente las mismas que vimos en los padres de bebés de cuatro a seis meses; excepto, lógicamente, que los hábitos están mucho más arraigados y cuesta más cambiarlos. Trastornos relacionados con la comida o el sueño, que en épocas anteriores se podían remediar en pocos días, pueden ser bastante complejos de tratar, pero nunca imposibles de corregir. Simplemente, ahora se necesita algo más de tiempo para solucionar los problemas.

Aparte de eso, el gran tema que aparece a esta edad es la falta de coherencia. Habrá días en los que tu bebé dormirá una larga siesta por la mañana, otros lo hará por la tarde y, otros, incluso decidirá prescindir totalmente de una de sus dos cabezadas. Un día comerá con deleite y al siguiente más bien preferirá saltarse las comidas. Algunas madres se adaptan tranquilamente a estos altibajos, mientras que otras se tiran de los pelos. La clave para sobrevivir es doble: si tu bebé no sigue la rutina, al menos tú sí puedes hacerlo. Y, además, debes tener presente este dicho: Justo cuando creas que ya lo has conseguido, todo cambia (véase el capítulo 10). Como señaló la madre de un bebé de siete meses (que siguió el método E. A. S. Y. con su hijo desde que regresó a casa del hospital): «Si algo he aprendido, es que prácticamente todos los bebés que siguen esta rutina son distintos; de hecho, es sencillamente cuestión de hacer lo que os vaya bien a los dos».

Al leer algunos de los mensajes que llegan a mi página web, me doy cuenta de que a menudo lo que para una madre es una pesadilla a otra le parece una situación ideal. En una de las páginas dedicadas a E. A. S. Y., una madre canadiense se quejaba porque su hija de ocho meses se había «desmadrado». Explicó que la pequeña se despertaba a las 7, tomaba el pecho, comía cereales y fruta a las 8, se bebía un biberón a las 11, dormía hasta la 1.30 del mediodía y entonces comía verduras y fruta. A las 3.30 de la tarde tomaba otro biberón, dos horas después cenaba (cereales, verduras y fruta), un último biberón sobre las 7.30 y una siestecita hasta las 8.30 al anochecer. El problema de la madre: su hija sólo hacía una siesta al día. «He perdido el control de la situación», exclamaba, y acto seguido suplicaba a otras madres del foro: «¡Necesito que me ayudéis! ¿Qué hago?!».

Tuve que releer aquel mensaje un par de veces porque, por mucho que me esforzara, no entendía dónde estaba el problema. Sí, su hijita estaba creciendo y cada vez aumentaba su capacidad de permanecer despierta durante periodos más largos de tiempo. Pero comía la mar de bien, hacía una siesta de dos horas y media durante el día y, por la noche, dormía sus buenas diez horas y media de un tirón. Recuerdo que pensé: «Algunas madres darían un ojo de la cara por estar en tu situación». Lo cierto es que los bebés de nueve meses o más, al poder mantenerse despiertos cada vez más horas, pueden empezar a prescindir totalmente de la cabezada de la mañana y hacer una siesta larga —de hasta tres horas—por la tarde. Comen, juegan, comen de nuevo, juegan un rato más y luego se van a dormir. En otras palabras: «E. A. S. Y.» se convierte en «E. A. E. A. S. Y.». Saltarse una siesta puede ser un desajuste momentáneo o puede significar que a partir de ahora a tu bebé le basta con una sola siesta al día. Si únicamente con una cabezada tu bebé parece irritable y malhumorado, puedes introducir otra siesta o bien alargar siestas demasiado breves mediante el método P. U./P. D. (páginas 244-247).

En mi página web, también recibo muchas consultas de padres con bebés de esta edad que intentaron aplicar E. A. S. Y. o algún otro tipo de rutina, cuando su bebé eran más pequeño. Y cuando tiene más de seis meses deciden volverlo a probar. Aquí tenéis un mensaje típico:

Cuando mi hija tenía un par de meses, intenté hacer que siguiera la rutina E. A. S. Y., pero me costaba tanto hacer que durmiera las horas y las atenciones eran tan constantes que lo dejé correr. Ahora que es más mayorcita me gustaría intentarlo de nuevo y también quisiera ver ejemplos de horarios de otros bebés.

Sólo por curiosidad, busqué en la página web mensajes de otras madres con bebés que tuvieran entre seis y nueve meses para comparar sus rutinas E. A. S. Y. Al ponerlas unas al lado de otras, surgió un patrón asombrosamente parecido. La rutina que seguían la mayoría de estos bebés era, más o menos, como muestro en el recuadro de la izquierda.


Este esquema es típico pero, por supuesto, existen muchas variaciones sobre el mismo tema: algunos bebés, a esta edad, todavía se levantan a las 5 de la madrugada y necesitan un chupete o un biberón extra para volverse a dormir. Otros hacen siestas mucho más breves de la hora y media o dos que sería deseable o echan sólo una cabezada al día, lo cual puede provocar que el periodo de actividad que sigue sea realmente irritante y agotador para los padres. Y, lamentablemente, algunos bebés aún se desvelan varias veces en plena noche, incluso pasados los seis meses. Así pues, no debemos fijarnos solamente en las horas del día. Seguiré insistiendo en esta idea: E. A. S. Y. no consiste en franjas horarias.

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