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ES UN MITO: LAS CABEZADAS NO DEJAN DORMIR POR LA NOCHE

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Entre los cuatro y los seis meses, muchos bebés hacen una pequeña siesta de unos treinta o cuarenta minutos por la tarde, incluso cuando ya son las 5 de la tarde. Los padres temen que esa cabezadita extra no los deje dormir por la noche. No obstante, ocurre justamente lo contrario: cuanto más descanse el bebé durante el día, mejor dormirá por la noche.

Tras haberle dado de comer, realiza alguna actividad y, de nuevo, lleva a tu hijo a su dormitorio alrededor de las 12. 40 h, veinte minutos antes de la siesta de la 1 del mediodía. Esta vez puede que sólo tarde esos veinte minutos en dormirse. Si no duerme como mínimo una hora y cuarto, vuelve a utilizar el método P. U./P. D. Quizás permanecerá dormido más tiempo, pero asegúrate de despertarlo a las 3 de la tarde, cuando le toca comer.

El día resultará bastante agotador para los dos y es posible que, al llegar la tarde, tu bebé esté más cansado que de costumbre. Después de que haya comido y jugado un rato, presta atención a cualquier síntoma de somnolencia. Si bosteza, deja que eche una siestecita entre las 5 y las 6 de la tarde. Si en lugar de bostezar ves que está jugando la mar de feliz, ponlo en la cama más temprano, a las 6 o 6.30 (no a las 7, como indica la rutina). Si se despierta a las 9, aplica la técnica P. U./P. D. Dale una toma nocturna entre las 10 y las 11 de la noche (las tomas nocturnas se explican detalladamente en las páginas 99 y 195-196).

Es bastante probable que el bebé vuelva a despertarse a la 1 o a las 2 de la madrugada. Te tocará recurrir al método P. U./P. D. de nuevo. Tal vez te cueste una hora y media y luego él duerma sólo tres horas seguidas. Continúa insistiendo toda la noche si es necesario, hasta las 7 de la mañana. Entonces habrás llegado al cuarto día.

DÍA CUATRO. Aunque a las 7 de la mañana tu hijo esté durmiendo y tú absolutamente exhausta, despiértalo. Pasarás por el mismo proceso que el día tres, pero ahora en lugar de tardar cuarenta minutos o una hora con el método P. U./P. D. para que tu hijo se duerma, seguramente te costará sólo treinta minutos. Y además es probable que duerma más. Nuestro objetivo es que duerma siestas de, al menos, una hora y media cada vez. De todos modos, sé razonable: si ha dormido una hora y cuarto y se lo ve feliz al despertarse, sácalo de la cuna. De lo contrario, si sólo ha dormido una hora, mejor volver a practicar el método P. U./P. D., porque la mayoría de bebés experimentan un rápido retroceso al acostumbrarse a hacer siestas más cortas. Si está cansado, acuérdate de dejar que duerma la siesta de las 5 de la tarde.

DÍA CINCO. Al llegar al quinto día, la situación debería haber mejorado considerablemente. Quizás aún tendrás que recurrir a la técnica P.U./P.D., pero ahora será por mucho menos tiempo. Con un bebé de seis meses, el proceso puede durar siete días en total: dos de observación y cinco para cambiarle los hábitos. Cuando el bebé ya tiene nueve meses, establecer la nueva rutina se podría alargar hasta dos semanas (el peor caso que he visto), ya que el bebé está tan acostumbrado a la suya propia que, al intentar modificársela, se mostrará mucho más intratable que un bebé de menor edad.

El escollo más grande es que los padres temen que el caos pueda durar para siempre. Tras dedicar cuatro días a cambiar la rutina del pequeño Sam, de cinco meses, Verónica, su madre, expresó su asombro ante el hecho de que ella y su marido ahora pudieran tomarse una copita de vino tranquilamente después de cenar, sin miedo a que su hijo les estropeara la noche. «No puedo creer que nos costara tan poco tiempo», me comentó. Y yo le dije, como les digo a todas las madres: «El plan funcionó porque fuiste igual de coherente a la hora de imponer la nueva rutina que con el sistema anterior». También advertí a Verónica que a veces, especialmente en el caso de los niños varones (los cuales, según he observado con los años y, tal como también indican las investigaciones de género, tienden a tener un sueño más frágil), un bebé se portará de maravilla durante una semana y luego hará un retroceso y empezará a despertarse de nuevo en plena noche o a dormir siestas demasiado breves. Cuando esto ocurre, muchos padres creen erróneamente que mi plan ha fallado. Pero debéis ser tan coherentes al seguir esta nueva rutina como lo fuisteis en la época del caos. Si el bebé sufre una regresión, volved a aplicar el método P. U./P. D. Os aseguro que, puesto que el bebé ya lo ha experimentado antes, cada vez que reapliquéis la técnica, ésta tardará menos tiempo en surtir efecto.

La rutina es la clave. Seguiré recordándoos la importancia de E. A. S. Y. a lo largo de todo el libro. Si le dedico tanto tiempo y atención es porque detrás de la mayoría de problemas que suelen tener los padres para criar a sus hijos se encuentra, muy a menudo, una gran falta de orden y coherencia. Esto no quiere decir que, con una buena rutina, desaparecerán por completo los problemas del bebé a la hora de comer, dormir y comportarse (los cuales trato en mayor profundidad en los capítulos 3-8). Con todo, es mucho más fácil encontrar soluciones si la jornada de tu hijo está estructurada.

Guía práctica para tener bebés tranquilos y felices

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