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BIBLIOGRAFÍA

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1. «Sotto il disegno di un viaggio tutto è intessuto», Studi su Dante, 1965, p. 11.

2. «Antes, pues, de engolfarte en ese abismo / mira abajo y contempla cuánto mundo / te hice poner debajo de ti mismo; / porque tu corazón vaya jocundo / a presentarte ante el tropel triunfante en esta etérea esfera sin segundo». La traducción de los versos de la Divina Commedia es de Abilio Echeverría (Dante Alighieri, Divina Commedia, introducción de Carlos Alvar, Madrid, Alianza, 1995).

3. Deseo dejar constancia de la deuda de este trabajo con los estudios de Dauphiné, en particular con Le cosmos de Dante.

4. «In exitu Israel de Egipto, domus Iacob de populo barbaro, facta est Iudea sanctificatio eius, Israel potestas eius.» (Ps. 113). Esta cita aparece en la Epístola XIII, numerosas veces recordada, pues en este contexto recuerda Dante los cuatro sentidos que pueden otorgársele a un pasaje. Dante utiliza la salida del pueblo de Egipto en numerosas ocasiones: Purg. XVII, 133 ss., XXVII, 75 ss., Par. XXII, 94 ss., Ep. V, 4, y en el sentido anagógico en Conv. II, i, 6-7; Purg. II, 46; Par. XXV, 52-7; Ep. II, I).

5. Philippe Sollers decía que el humanismo inmovilizó la Commedia y la redujo «à une référence culturelle dont seul un peintre. Botticelli, semble avoir sécoué la torpeur» (Sollers: 1968, 14).

6. «Quei che dipinge lì, non ha chi ‘l guidi; / ma esso guida, e da lui si rammenta / quella virtù ch’è forma per le nidi.» («Modelo el que tal pinta no ha tenido, / sino modelo es Él, en el que orienta / su instinto el ave para hacer el nido.») (Paraíso, XVIII, 109-111).

7. «Y yo estaba con él, yo en mis cabales / sin notar que subí, cual no se advierte / rebullir los fenómenos mentales. / Es Beatriz quien me guía de esta suerte / desde un bien a un mejor, de una manera / tan rauda que la acción tiempo no invierte.» En el Convivio Dante habla del proceso de la vida moral «lo quale fu di [non] buono e da buono in meglio e da meglio in ottimo.» También Ricardo de San Víctor usa un lenguaje similar en De exterminatione mali I (PL 196.1074): «Qui transit de malo ad bonum bene quidem transit; et qui transit de bono ad optimum, bonum et ipse transitum facit.» Tomo la cita de J. Freccero, The Poetics of Conversion, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1986, p. 275, n. 3. Véase además A. Cornish (1995: p. 235, n. 7). San Agustín había meditado sobre el carácter instantáneo de la luz y la visión en De Genesi ad litteram, 4, 34. El instante no tiene tiempo y en él pueden suceder iluminaciones y visiones.

8. J. L. Borges, «Del rigor de la ciencia», Historia universal de la infamia, Madrid, Alianza Emecé, 1978, p. 136.

9. El hombre medieval europeo vivía en un mundo finito, cerrado, que contenía todos los lugares a los que podía viajarse, fueran de este mundo o del otro. Además de Roma, de Santiago de Compostela, de Jerusalén, de los lugares de peregrinación o de los más alejados puertos comerciales, existía un espacio en el que se refugiaba lo desconocido. De un lado, los monstruos poblaban las terrae incognitae, las islas misteriosas más allá del horizonte, escenarios de prodigios y maravillas, etc. Pero también había lugares fuera del mundo cotidiano a los que podía llegarse. No había compartimentos estancos entre el mundo terrestre y el más allá. «Sin duda, recuerda Le Goff, existen grados, que representan fosos que se han de franquear, saltos que se han de dar. Pero la cosmografía y la ascesis mística manifiestan por igual que, siguiendo las etapas a lo largo de una ruta de la peregrinación del alma, del itinerario [...] se llega a Dios» (Le Goff 1969: 216).

10. Alfragano fue un científico árabe del siglo IX, autor del Liber de aggregationibus, uno de los textos que más de cerca siguió el escritor florentino. Conoció el Liber de motibus caelorum de Alpetragio, traducido por Michele Scoto al latín en 1217 y otros tratados de carácter más divulgativo como De Sphaera de Juan de Sacrobosco, la Composizione del mondo de Ristoro D’Arezzo y el Tesoretto de Brunetto Latini, así como la tradición de obras musulmanas, como ha demostrado Asín Palacios.

11. Antonio García Solalinde, «La leyenda del purgatorio de San Patricio en España», Homenaje a Menéndez Pidal, II, Madrid, 1925, p. 219.

12. «Que en menos tiempo que se mete y saca / el dedo al fuego, vi, y en él me adentro, / el signo que tras Tauro se destaca. / Oh gran constelación, glorioso centro / de luz al que atribuyo de antemano / el mucho o poco ingenio que me encuentro, / vueltas daba contigo el soberano / astro que vida en luz el mundo abona / cuando empecé a aspirar aire toscano. [...] Vi la erilla que amamos tan feroces / de Géminis, girando yo con ellos: / verla y del monte al mar la reconoces.»

13. Incluso cuando recorre los cielos introduce Dante precisiones geográficas y señala el punto exacto del cielo en que se encuentra, en relación siempre con la Tierra. «De la vez anterior que le eché encima / la vista, recorrí por todo el arco / la segunda mitad del primer clima; / así que en uno y otro extremo abarco / la playa en que fue Europa dulce carga / y el mar que Ulises afrontó en su barco / allá de Gades: pero ni ancha o larga / la orilla veo más, que el sol, que había / corrido más de un signo, el ver me embarga.» Como es sabido, los geógrafos antiguos dividían la tierra habitada en siete climas, es decir, siete zonas horizontales, paralelas empezando desde el ecuador y hacia el norte. Desde el punto en el que dice que se encuentra podría ver toda la tierra habitada, desde el Ganges a las columnas de Hércules.

14. Boyde aduce unas palabras de santo Tomás: «Extra coelum neque est locus, neque vacuum, neque tempus. [...] Ea quae ibi sunt nata esse, non sunt in loco... Talia non senescunt in tempore [...] Neque est aliqua transmutatio eorum quae sunt super illam lationem [...] scilicet ultimae spherae. Illa entia quae sunt exra caelum sunt inalterabilia et penitus impassibilia, habentia optimam vitam [...] Per se sufficientissimam, inquantum non indigent aliquo vel ad conservationem suae vitae vel executionem operum vitae» (apud Boyde 1984: p. 233, n. 8).

15. «Veramente, fuori di tutti questi, li cattolici pongono lo cielo Empireo, chè a dire cielo di fiamma o vero luminoso; e pongono esso essere immobile per avere in sè, secondo ciascuna parte, ciò che la sua materia vuole. [...] E quieto e pacifico è lo luogo di quella somma Deitade che sola [sè] compiutamente vede. Questo loco è di spiriti beati, secondo che la Santa Chiesa vuole, che non può dire menzogna; e Aristotile pare ciò sentire, a chi bene l ‘ntende, nel primo De Celo et Mundo. Questo è lo soprano edificio del mondo, nel quale tutto lo mondo s’inchiude, e di fuori dal quale è ed esso non è in luogo ma formato solo ne la prima Mente, la quale li Greci dicono Protonoè» (Convivio, II, iii, 8, pp. 10-11). Véase Boyde (1984: 234).

16. «Del mayor cielo físico, en la cumbre, / hemos subido hasta éste que es luz pura: / luz pura intelectual, de amor relumbre.»

17. Cf. J. P. Migne, Patrologiae cursus completus... series latina, 83, pp. 179-200.

18. Isidoro de Sevilla, Mysticorum Expsitiones Sacramentorum seu Quaestiones in vetus Testamentum, In Genesin (P.L., 83, pp. 207-424).

19. Inf, XXXIV, p. 139; Purg, XXXII, p. 145; Par, XXXIII, pp. 142-145.

20. «En el orden intelectual del universo, leemos en el Convivio, se sube y se baja por grados casi continuos, de la forma más baja a la más alta y de la más alta a la más baja, como vemos en el orden sensible» (III, VII, 6).

21. Paraíso, XXXIII, 133: «Qual è ‘l geometra che tutto s’affige». «Lo mismo que el geómetra se afana».

22. El místico murciano Ibn Arabi diseñó los lugares de ultratumba inspirándose en el símbolo circular o esférico, que representan el cosmos y su principio. Los cielos astronómicos, los círculos de la rosa mística, los coros angélicos que rodean el foco de la luz divina, los tres círculos que simbolizan la trinidad de personas, se describen de palabra por el poeta florentino tal y como están descritos por Ibn Arabi, el cual, además, los dibuja exactamente igual que los han dibujado siglos más tarde los eruditos dantistas, cuando quisieron representar gráficamente las poéticas descripciones de la Divina Commedia.

23. «Te desconcierta / tu falso imaginar, y a ver no atinas / lo que vieras sin él cual cosa cierta. / No estás en tierra, como te imaginas; / no corre el rayo, que morada muda, / como tú, que a la tuya te encaminas.»

24. «No te asombre, si el caso bien explano, / el que subas, no más que si deriva / del alto monte un arroyuelo al suelo. / Sería de asombrar si en vez de arriba, / libre de trabas, si te viera abajo, / como ver rastrear la llama viva.»

25. «Corpus pondere suo nititur ad locum suum. Pondus non ad ima tantum est, sed ad locum suum. Ignis sursum tendit, deorsum lapis. Ponderibus suis aguntur, loca sua petunt. Oleum infra aquam fusum super aquam attolitur, aqua super oleum fusa infra oleum demergitur: ponderibus suis aguntur, loca sua petunt. Minus ordinata inquieta sunt: ordinantur et quiescunt. Pondus meum amor meus; eo feror, quocumque feror. Dono tuo accendimur et sursum ferimur; inardescimus et imus, ascendimus ascensiones in corde et cantamus canticuum graduum. Igne tuo, igne tuo bono inardescimus et imus, quoniam sursum imus ad pacem Hierusalem» (Libro XIII, ix, 10). Cito por la traducción de Ángel C. Vega, Madrid, Nueva Biblioteca Filosófica, 1932, p. 190.

26. En la ascensión de Mahoma a los cielos, explica Asín, hay un rasgo que se repite hasta la saciedad en casi todos los episodios. Mahoma, al llegar a cada nueva etapa del cielo se queda ofuscado ante el brillo de las luces que se presentan. Sus ojos no pueden soportarlo y se ciegan. Esta escena aparece también en la Commedia. En la esfera de la luna, Beatriz se reviste de tan intensos resplandores que Dante no puede soportarlos. Esta clase de deslumbramiento se repite en varios cantos del Paraíso (Asín Palacios 1984: pp. 46 ss.).

27. Asín Palacios ha demostrado cómo Mahoma (Asín lo menciona como autor) compara en varios pasajes la velocidad del vuelo de la ascensión con la saeta lanzada por el arco. La imposibilidad de describir lo que se ve en cada una de las etapas de su ascensión también es un tópico del que abusa Mahoma en varias ocasiones, y la misma hipérbole aparece puesta en boca de Dante en el prólogo y en cinco cantos más del Paraíso (Asín Palacios 1984: pp. 43 ss.).

28. «Infin là su la vide il patriarca / Iacobbe porger la superna parte, / quando li apparve d’angeli sì carca. / Ma, per salirla, mo nessun diparte / da terra i piedi, e la regola mia / rimassa è per danno de le carte» (XXII, 70-75) («Jacob también la vio en visión serena / alzar su cabecera al infinito, / cuando así la soñó de ángeles llena. / Mas ya nadie, siguiendo antiguo rito, / por subirla alza el pie; y la regla mía / no es otra cosa que papel escrito.»)

29. «La dulce dueña, a un gesto de cabeza, / me hizo seguir tras ellos por la escala, / que así virtud venció a naturaleza / y ningún movimiento en tierra iguala, / donde se sube y baja a ras de suelo / naturalmente a mi potencia de ala».

30. Santo Tomás distinguía tres cielos: el de la luz o Empíreo, el diáfano, llamado Acqueo o cristalino, y el Sidereo, en parte cristalino y en parte diáfano, que comprende ocho esferas, la de las estrellas fijas y las siete de los planetas (Summae theol. I, 68, 4).

31. El Paraíso se presenta desde el principio bajo el orden de la luz y de la caridad. En la Epistola a Cangrande hay constancia de la importancia de la luz y se relacionan ignis y caritas. En el Empíreo, leemos: «Dicitur Empyreum, quos est idem quod coelum igne sui ardoris flagrans; non quod in eo sit ignis vel ardor materialis, sed spiritualis, quod est amor sanctus sive caritas.» (XIII, 66-68).

32. «Hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo relampagueó en torno a mí [...] Como yo no veía, cegado por el resplandor del relámpago» (22, 6 y 11).

33. La cita proviene de H.U. von Balthasar, Liturgie cosmique: Maxime le confesseur, p. 216, Mystagogia, 2-91.

34. «Vedi oltre fiammeggiar l’ardente spiro / d’Isidoro, di Beda e di Riccardo.» («Mira allí cuál la llama se te enfrenta / de Isidoro, de Beda y de Ricardo») Dante lo cita además en la Epistola a Cangrande della Scala, donde recuerda De contemplatione: «Et ubi ista invidis non sufficiant, legant Richardum de Sancto Victore in libro De contemplatione [...] Et non invidebunt» (Ep. XIII, 80). Dante consideraba el Benjamin major como una autoridad en el tema de la inefabilidad.

35. «Como un fuego en la nube coge vuelo / a tal punto que en ella ya no cabe / y contra el natural se viene al suelo, / mi alma, crecida de manjar tan suave, / de sí misma salióse de esta guisa / y lo que de ella fue ni ella lo sabe. / “Abre los ojos y cuál soy precisa: / cuanto viste una fuerza suficiente / te dio para enfrentarte a mi sonrisa”. / Como quien, cuando hurgarle el alma siente / olvidada visión, mal se resigna / a no reconstruírsela en la mente».

36. «Vogliamo dire che non solo è stato possibile ritrovare nascosti dalla poesia di Dante elementi linguistici, figurativi, retorici e dottrinali di matrice riccardiana, ma che questi elementi fanno in qualche modo sistema, poiché, come nel trattato mistico, cosí nei versi paradisiaci, sono funzionalizzati alla resa di un identico fenomeno» (Colombo 1987: 69).

Maravillas, peregrinaciones y utopías

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