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Manipulación o generación de ideas

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Esta es la etapa clave del proceso creativo. Se parte del planteo del problema y el establecimiento de los requisitos que debe cumplir la solución.

A partir de allí, se pone en marcha lo que se conoce como modo deliberado de generación de ideas, caracterizado por ser intencional, esforzado y en serie. Es impulsado por la actividad de la corteza prefrontal (memoria de trabajo), con la atención focalizada en cualquier estímulo exterior relacionado con el problema y con una permanente búsqueda de información afín en el inconsciente.

Para esta última función, la corteza prefrontal dispone de una “máquina de búsqueda”, activada por la atención, que genera puntos de entrada en la memoria de largo plazo, explora esquemas relevantes a la tarea en realización y los almacena temporalmente para su procesamiento en el buffer de la memoria de trabajo.

El procesamiento involucra fraccionar, analizar, sintetizar e integrar la información recibida, generando nuevos esquemas, hasta encontrar aquellas soluciones que satisfagan los requisitos impuestos en el planteo del problema.

Sin embargo, se estima que el procesamiento deliberado está condicionado por la estructura de esquemas preexistentes en nuestra mente inconsciente, ya que la atención solo buscará puntos de entrada que esa estructura considere afines al problema y desechará el resto.

A esa estructura de esquemas condicionantes de la búsqueda Margaret Boden (2004, 2013) la denominó espacio conceptual. Un espacio conceptual es un dominio en nuestra memoria de largo plazo, susceptible de ser explorado, dentro del cual se ha registrado información y se respetan una serie de reglas que terminan marcando estilos de pensamiento. Estas reglas, generalmente impuestas por el entorno, pueden ser: teorías en ciencia, formas de escribir prosa o poesía, estilos en escultura, pintura o música o modas en vestimenta. En otras palabras, cualquier forma disciplinada de pensar que sea familiar y valiosa para un cierto grupo social.

A pesar de la existencia de esos condicionantes dentro de un espacio conceptual, son posibles infinidad de ideas, de las cuales es muy probable que solo algunas pocas ya hayan sido pensadas, por lo que es un campo fértil para la creatividad.

Como ejemplos de espacios conceptuales, cabe mencionar la teoría de la relatividad, los movimientos del ajedrez, la química de los hidrocarburos o la armonía en la música.

Resumiendo: el modo deliberado permite al pensador dirigir sus capacidades cerebrales hacia un determinado problema, pero requiere que la solución creativa se encuentre dentro de los límites del espacio conceptual predeterminado por la estructura de esquemas preexistente. A este tipo de búsqueda Boden la denominó manipulación exploratoria.

La manipulación exploratoria recorre las estructuras de un dado espacio conceptual, respondiendo a las reglas o convenciones del mismo, para generar, a través de asociaciones, nuevas estructuras cuyas posibilidades siempre estuvieron allí, pero que no fueron explicitadas hasta ese momento.

Obviamente, los resultados estarán condicionados por el espacio conceptual. Así, en el espacio conceptual de la física, nuestras búsquedas van a desechar, seguramente, todas las soluciones que violen los principios de conservación de la masa y la energía.

En otras palabras, el conocimiento pasado dificulta el hallazgo de soluciones excesivamente originales, al desechar aquellas alternativas que violan la concepción existente sobre el problema.

Resulta obvio que también han de existir soluciones fuera del espacio conceptual establecido por el conjunto de esquemas de que disponemos en un determinado momento y que seguramente han de ser extremadamente disruptivas. La búsqueda de las mismas involucra una previa transformación del espacio conceptual ampliándolo o alterando las reglas que lo rigen. Este tipo de búsqueda es denominada por Boden como manipulación transformacional.

Con la manipulación transformacional, surgen resultados sorprendentes porque, aparentemente, esas ideas no existían en el marco exploratorio original. En otras palabras, al alterar alguna dimensión definitoria del espacio conceptual, pueden pensarse cosas nuevas, que no solo no se han pensado antes, sino que en el espacio conceptual previo nunca podrían haberse pensado.

Por ejemplo, imaginemos alterar la regla del ajedrez que dice que los peones no pueden saltar sobre otras piezas. El resultado posibilitaría jugar partidas de ajedrez que antes eran literalmente imposibles.

El cambio en el espacio conceptual puede originarse internamente, a través de una idea disruptiva, o externamente, por ejemplo, al aparecer nueva evidencia científica.

Un ejemplo de cambio del espacio conceptual por efecto de una idea disruptiva es el advenimiento del cubismo de la mano de Pablo Picasso en 1907. Este movimiento pictórico rompió con la perspectiva renacentista, que utilizaba un solo punto de fuga, e introdujo múltiples puntos de fuga, además de planos facetados, lo que derivó en novedosas representaciones abstractas.

Como ejemplo de una ruptura de paradigmas por aparición de nueva evidencia científica, cabe mencionar la teoría de la evolución, enunciada por Charles Darwin en 1859, resultado de las observaciones realizadas durante su viaje alrededor del mundo en el HMS Beagle.

En general, las soluciones obtenidas vía creatividad transformacional son, inicialmente, incomprendidas, lo que no es extraño, ya que, por definición, implican romper/ignorar reglas culturales establecidas. Se trata de un fenómeno poco frecuente, pero cuando ocurre, suele disparar saltos cuánticos en la concepción de una disciplina.

En realidad, gran parte de los artistas y científicos pasan la mayor parte de su tiempo inmersos en un único espacio conceptual y, por tanto, involucrados en procesos de manipulación exploratoria. Esporádicamente, alguien logra cambiar ese marco a través de una idea transformacional (un nuevo estilo o una nueva teoría) y la exploración de ese espacio novedoso genera un nuevo y largo período de creatividad exploratoria.

Así, si buscáramos compuestos entre carbono e hidrógeno admitiendo que el carbono puede formar cadenas lineales, con simples, dobles y triples ligaduras, conformaríamos el espacio conceptual de los hidrocarburos alifáticos no cíclicos y su exploración sería una manipulación exploratoria.

Esta era la situación en la química de los hidrocarburos hasta 1865, en que August Kekulé, un químico orgánico alemán, solo pudo explicar la composición química del benceno, a través de una manipulación transformacional, aceptando que el carbono, a diferencia de todas las moléculas orgánicas conocidas hasta entonces, en las que solo formaba cadenas lineales, podía formar en el benceno un anillo cerrado de seis átomos. Creó así un nuevo espacio conceptual, el de los hidrocarburos cíclicos, susceptible de ser mapeado exploratoriamente, para estructurar por ejemplo la química de los compuestos aromáticos.

Seguramente, a posteriori, alguien se preguntó hasta qué punto algunos anillos podrían contener cinco átomos en vez de seis o si podrían incluir átomos de otros elementos, lo que generó nuevos cambios transformacionales y nuevas categorías de compuestos orgánicos.

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